Matilde y Lidia eran amigas envidiables de acuerdo a todos los que las conocían. Siempre juntas para todo, habían estudiado la misma carrera, confiado las historias del primer amor y sus más íntimas aspiraciones, compartido divertidos viajes… No había cosa que una no supiera de la otra, bastaba una mirada para saber lo que la otra sentía; era una de esas relaciones que se complementaba y se nutría continuamente. Ambas trabajaban como asesoras en la misma universidad. Nadie hubiera sospechado que estas grandes amigas algún día podrían tener algún problema mayor.

Desafortunadamente, pasado un tiempo, la universidad debió recortar personal; así que les informaron que sólo una de las dos podría mantener su trabajo. En un instante, la gran amistad se congeló y las buenas amigas se convirtieron en rivales. Matilde comenzó a seducir a sus superiores por medio de atenciones especiales. Nunca se mencionó el tema de que se habían convertido en rivales, donde la traición y la frialdad reemplazaban la calidez de una amistad indestructible. Lidia se sintió defraudada y estaba molesta con su amiga ya que ella consideraba que Matilde estaba utilizando una actitud deshonesta que nunca le había visto antes, repartiendo regalos y ofreciendo atenciones a sus espaldas. Fue la primera vez que sintió a su amiga como una mujer competitiva, envidiosa y aprovechada. La llenó de tristeza darse cuenta que su leal amiga se estaba desvaneciendo lentamente. Lidia no veía la necesidad de competir; creía que se podía lograr que la universidad les proporcionara una buena alternativa para ambas. Se llenó de reproches y resentimientos los cuales Matilde insistía que eran inadecuados e infantiles. La relación empeoró aun más cuando Matilde triunfalmente anunció que logró retener su trabajo mientras que Lidia perdió su puesto y a su amiga.

Es así como una amistad inquebrantable se rompió para siempre en un instante, dejando atrás todos los recuerdos y la lealtad que se habían profesado mutuamente. Han pasado muchos años y nunca se han vuelto a acercar, pretendiendo como si el dolor de la separación fuera tan solo un mal recuerdo.

¿Acaso la amistad no existe? ¿Será cierto que solo tenemos amigos mientras nos conviene? ¿Cómo en solo un instante, un buen amigo se puede transformar en un rival? ¿Como conservar a un buen amigo?

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Amistades Duraderas

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INGREDIENTES

  • 1 taza de Confianza
  • 1 taza de Respeto
  • 2 manojos de Honestidad
  • 1 kg. de Lazos fuertes
  • Espolvorear con Cariño
  • Entrega y cooperación al gusto

RECOMENDACIÓN DEL CHEF

MODO DE PREPARACIÓN

Para tener un buen amigo hay que ser un buen amigo. Bien se dice que los amigos son pocos y escasos, también es cierto que cuando se tiene un buen amigo se tiene un gran tesoro. Un amigo ayuda a fortalecer, a proteger y a apoyar en todo momento. Crea lazos emocionales y motiva a luchar para conseguir las metas que parecen inalcanzables.

Un amigo es como un suculento platillo que se disuelve y acompaña todas las recetas de la cocina de la vida. También puede ser aquella olla grande y frecuentemente utilizada para preparar todas las recetas especiales, ya que el cocinero tiene la confianza de que con esta olla, los ingredientes se van a cocinar perfectamente bien. El buen amigo es un confidente, un aliado y un rincón donde siempre se encontrará luz y calor. No existe platillo alguno que la dulce amistad no pueda complementar y sazonar mejor. Un buen amigo hace total y absoluta diferencia en la vida de todo cocinero, ya que enriquece y acompaña sus platillos, aun los que son más difíciles de digerir. Nunca juzga, compite o envidia. Los logros de un amigo serán motivo de festejo y de alegría. Un amigo se cocina en la profundidad máxima del alma, a una temperatura templada y agradable, ya que la amistad perdura toda la vida. No necesita explicaciones, ni razones, complementa y llena vacíos que otras relaciones puedan dejar. Con un amigo es posible aprender, inventar y compartir las mejores recetas. Un amigo de corazón es sin duda el mejor ingrediente que un cocinero pueda tener. Este, el amigo que nos quiere, nos entiende y nos protege es el regalo más especial que podemos poseer, ya que nos deja impregnado con su aroma para toda la vida.