La mala comunicación solo crea conflictos, lastima y aleja

¿Cuántas veces se han perdido buenas amistades por un mal entendido? ¿Quién no ha sufrido un problema por falta de información? ¿Por qué hay personas que les cuesta tanto trabajo hablar claramente?

La cualidad esencial para tener una buena comunicación es saber escuchar, con la mente abierta, el corazón tranquilo y sin juzgar.

Gastón decidió ir a visitar a su familia a su país natal después de casi 35 años de haber salido del país en busca de una mejor vida. Si bien había mantenido el contacto con algunos de sus hermanos y cuñadas, realmente no había convivido con el resto de la familia ni tampoco tenía el placer de conocer a todos los nuevos integrantes, sobrinos, esposos y esposas, nietos e incluso los bisnietos de sus hermanos. La ciudad que había dejado años atrás no era la misma con la que se topó en su visita. En tantos años muchas cosas habían cambiado; por ejemplo, las calles donde recordaba haber pasado momentos inolvidables se habían convertido en zonas peligrosas, habían desparecido los cafés y los restaurantes a los cuales solía ir y en vez, se habían erigido grandes y majestuosos centros comerciales con firmas importadas que él desconocía.

Gastón siempre fue un hombre impredecible, testarudo y de pocas palabras. Se había llenado de resentimientos que guardaba en silencio, por lo cual era difícil entenderlo. Cuando anunció su viaje, sus hermanos se alegraron y rápidamente organizaron múltiples cenas y reuniones para pasar tiempo con el hermano que hacía tanto que no veían. Grandes abrazos, lágrimas y risas marcaron el reencuentro familiar. Gastón fue invitado a conocer una casa de verano que su hermano había comprado a la orilla de la playa. Gastón creyó que esa era una buena oportunidad para continuar con su «viaje de los recuerdos» pero insistió en dormir en un hotel cercano ya que necesitaba su espacio.

Al otro día, todos esperaban ver a Gastón. Beto, el hermano mayor, estaba orgulloso de su nueva casa y estaba ansioso por mostrársela a su hermano y conversar largas horas con él para recuperar el tiempo perdido y ponerse al día. Marta, su esposa, preparó ricos aperitivos. Pasaron horas, se terminó el día y el tío Gastón brilló por su ausencia; nadie supo que pasaba. Beto, Martha, sus hijas y yernos comenzaron a angustiarse pensando si algo malo le había sucedido. También se cuestionaron si habían hecho algo que pudo haber molestado u ofendido a la sensibilidad de Gastón. Finalmente, ya entrada la noche, recibieron una llamada de Gastón para avisar que todo estaba bien y que se reuniría con su hermano en el aeropuerto para regresar juntos al día siguiente.

En el aeropuerto, con una amplia sonrisa, Gastón le comentó a su hermano lo fabuloso que la había pasado. Había tomado un tour por la cuidad, paseó por el centro y finalmente cenó contemplando la vista del mar. Beto, se sentía desconcertado, sus hijas estaban enojadas por la falta de cortesía de su tío y Marta no quiso volver a saber nada de su cuñado. Para ella él había sido desconsiderado y maleducado. ¡Si solo se hubiera comunicado! Una llamada hubiera bastado para explicar sus planes y tranquilizar a la familia. Quizá lo hubieran podido acompañar un rato o encontrado para cenar y hubieran tenido oportunidad de conversar un poco.

Pasaran muchos años más antes de que Gastón regrese a visitar nuevamente y algunos en la familia de Beto, no tienen ningún apuro por volver a verlo.

LA RECETArecetas-titulo1

Comunicación clara

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INGREDIENTES

  1. 1 caja de claridad
  2. 1 manojo de tranquilidad
  3. 2 tazas de paciencia
  4. 5 gotas de gentileza
  5. 1 rebanada de aceptación de la realidad
  6. 2 latas de atención
  7. 3 cucharadas de respeto

RECOMENDACIÓN DEL CHEF

MODO DE PREPARACIÓN

  1. No hay nada obvio en las relaciones humanas. La comunicación no implica tener imaginación, o dejar que la intuición disponga ya que los sentimientos personales no son universales. La verdadera comunicación implica poder explicar los sentimientos y pensamientos, evitando falsas esperanzas.
  2. Lo que se siente se tiene que decir. Expresar claramente los deseos, las necesidades y las expectativas son un verdadero símbolo de madurez y compromiso. Hablar con sinceridad y delicadeza sazona las palabras, endulza la vida y aclara las situaciones. Decir lo que se siente no se refiere a lastimar al otro; se deben medir las palabras.
  3. Hay que hablar cuando la persona este preparada a escuchar. Una disposición adecuada garantiza una comunicación más factible. Cuando hay enojo, resentimiento y reproches la información se transforma en confrontaciones, juicios, amenazas y mucha frustración.
  4. Conversar en un tono calmado, positivo y concreto es la única manera de dialogar con éxito. Las palabras deben ser un puente que cimienta las bases de una buena relación personal. Las exageraciones con los términos «siempre y nunca» producen malestar, alejan a la persona y terminan destruyendo la relación.

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Prestigiosa columnista internacional en más de 10 periódicos y revistas que se publican y distribuyen desde Nueva York hasta Argentina Con su famosa columna Recetas para la Vida©. Ganadora por tres años consecutivos del premio de excelencia en periodismo del San Diego Journal Club.