Está de moda hoy en la Iglesia hablar del cisma provocado por el agustino Martín Lutero hace 500 años, con importantes diferencias entre quienes hablan.

El cardenal Müller lo tiene claro: ‘Es inaceptable afirmar que la reforma de Lutero fue un acontecimiento del Espíritu Santo’. 

Sin embargo, el secretario general de la Conferencia Episcopal Italiana ha llegado a afirmar precisamente lo que ha tenido que desmentir el exprefecto del Santo Oficio. Para Galantino «la Reforma de Lutero fue obra del Espíritu Santo».

La Civiltá Cattolica, una de las revistas más antiguas del mundo, propiedad de los jesuitas y dirigida por Antonio Spadaro, se preguntaba en su último número: ¿Era Lutero de verdad un hereje?

En el Vaticano también hay «luteranizantes». Un documento del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos equipara a San Ignacio de Loyola o San Francisco de Borja con Lutero, Calvino o Zwinglio y la propia oficina numismática del Papa emitirá sellos con el rostro del heresiarca.

¿Qué está ocurriendo?

En mi modesta opinión, los tiempos actuales tienen dos particularidades:

1. Confusión: Todo lo que antes se entendía definitivo, está siendo cuestionado, probablemente por ignorancia. Por eso es fundamental leer y formarse. *

2. Los heterodoxos, guardianes de la nueva ortodoxia: Lo explica fantásticamente Carlos Esteban en este artículo titulado Cuando se acusa a los fieles a la doctrina católica de ser los ‘enemigos del Papa’