Cuarenta clérigos católicos y académicos laicos enviaron al papa Francisco el 11 de agosto pasado una carta de 25 páginas, en la que reprueban sus «posiciones heréticas» sobre «el matrimonio, la vida moral y la eucaristía». Veladamente, es una acusación contra Francisco de ser un hereje.

Al no recibir respuesta del santo padre, los firmantes hicieron público el documento al 27 de septiembre y desde entonces han sumado nuevos respaldos.

En la carta, unos 62 clérigos (todos menores) y académicos (en su mayoría oscuros y conservadores) de 20 países, bajo el nombre latino Correctio filialis de haeresibus propagatis (Una corrección filial con respecto a la propagación de herejías), afirman que el papa «ha sostenido siete posturas heréticas en referencia al matrimonio, la vida moral y la recepción de los sacramentos, y ha provocado que estas opiniones heréticas se propaguen en la Iglesia católica». Estas siete herejías son expresadas por los firmantes en latín, la lengua oficial de la Iglesia.

De acuerdo con el grupo, estas herejías están contenidas en la exhortación apostólica Amoris laetitia (La Alegría del Amor) y en «otras palabras, actos y omisiones que se le relacionan».

Por ejemplo, los católicos que se han divorciado y vuelto a casar sin recibir una anulación, deben ser excluidos de recibir la comunión; sin embargo, Amoris Laetitia dice que los sacerdotes deben practicar el «discernimiento pastoral» de situaciones individuales y que tal discernimiento puede «incluir la ayuda de los sacramentos».

Lo que no les parece

La Correctio filialis consta de tres partes. En la primera, los firmantes explican por qué, como creyentes católicos y practicantes, tienen el derecho y el deber de emitir dicha corrección al pontífice. La Iglesia enseña que ningún papa puede declarar que Dios le ha revelado alguna nueva verdad, que debería ser creída obligatoriamente por los católicos.

La segunda parte es la fundamental, puesto que contiene la «corrección» como tal. Enumera los pasajes de Amoris laetitia en los que «se insinúan o alientan posturas heréticas», y luego enumera «las palabras, actos y omisiones del papa Francisco que evidencian, más allá de cualquier duda razonable, que él desea que los católicos interpreten estos pasajes de una manera que es, de hecho, herética».

Amplían que «en particular, el papa, de manera directa o indirecta, ha apoyado la creencia de que la obediencia a la Ley de Dios puede ser imposible o indeseable, y que la Iglesia debería, a veces, aceptar el adulterio como un comportamiento compatible con la vida de un católico practicante.(!)».

Se refieren específicamente a la carta del 5 de septiembre de 2016 del papa Francisco a los obispos de Buenos Aires, Argentina, en la que reflexionó sobre las dificultades del discernimiento: «Sabemos que esto es agotador, se trata de un ministerio pastoral ‘de persona a persona’, no satisfecho con mediaciones programáticas, organizativas o legales, como sea necesario. Simplemente: dar la bienvenida, acompañar, discernir, integrar. De estas cuatro actitudes pastorales, la menos cultivada y practicada es el discernimiento; y considero que la formación en discernimiento, personal y comunitaria, en nuestros seminarios y rectorías es urgente «, detalló el pontífice.

Las siete herejías son, en acciones y palabras del papa Francisco, en resumen:

1). «Una persona justificada no tiene la fuerza con la gracia de Dios para llevar a cabo las demandas objetivas de la ley divina».

2). «Cristianos que han obtenido un divorcio civil del cónyuge con el que están válidamente casados y han contraído un matrimonio civil con otra persona durante la vida de su cónyuge, … no están necesariamente en un estado de pecado mortal, y puede recibir gracia santificante y crecer en caridad».

3). «Un creyente cristiano puede tener pleno conocimiento de una ley divina y voluntariamente elegir romperla en un asunto serio, pero no estar en un estado de pecado mortal como resultado de esta acción».

4). «Una persona puede, mientras obedece a una prohibición divina, pecar contra Dios por ese mismo acto de obediencia».

5). «La conciencia puede juzgar verdadera y correctamente que los actos sexuales entre personas que han contraído matrimonio civil entre ellos, aunque uno o ambos estén sacramentalmente casados con otra persona, … a veces puede ser moralmente correcto o solicitado o incluso ordenado por Dios».

6). «Los principios morales y las verdades morales contenidos en la revelación divina y en la ley natural no incluyen prohibiciones negativas que prohíban absolutamente tipos particulares de acción, en la medida en que siempre son gravemente ilegales debido a su objeto».

7). «Nuestro señor Jesucristo quiere que la Iglesia abandone su disciplina perenne de negar la eucaristía a los divorciados y volver a casarse y de negar la absolución a los divorciados y casados que no expresen contrición por su estado de vida y un firme propósito de enmienda con respecto a eso».

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La exhortación apostólica postsinodal del papa Francisco ‘Amoris Laetitia’ o ‘La alegría del amor’, durante su presentación en la Oficina de Prensa de la Santa Sede el 8 de abril de 2016 en Ciudad del Vaticano. El documento se centra en el amor y las familias, reconociendo que «ni el sínodo ni esta exhortación podrían proporcionar un nuevo conjunto de reglas generales, canónicas por naturaleza y aplicables a todos los casos».

La tercera parte parte, llamada Dilucidación, discute dos causas de esta singular crisis. Una de ellas es el «modernismo» que «… sostiene que Dios comunica a la humanidad solo experiencias sobre las cuales los seres humanos pueden reflexionar, de tal manera que realicen diferentes aserciones sobre Dios, la vida y la religión; pero estas declaraciones son solo provisionales, nunca dogmas inamovibles».

Una segunda causa de la crisis, según el grupo, es la aparente influencia de las ideas de Martín Lutero en el papa Francisco. La carta muestra cómo Lutero, fundador del protestantismo, tenía ideas sobre el matrimonio, el divorcio, el perdón y la ley divina que se corresponden con aquellas que el pontífice ha promovido mediante sus palabras, actos y omisiones. También destaca el elogio explícito y sin precedentes que Francisco ha dedicado al heresiarca alemán redimido suizo.

Los firmantes no juzgan el grado de conciencia con el cual el papa ha propagado las siete herejías que enumeran; pero insisten, respetuosamente, en que condene estas herejías, las cuales ha sostenido de manera directa o indirecta. Además, dicen, profesan «su lealtad a la santa Iglesia Católica, garantizan al papa sus oraciones y solicitan su bendición apostólica».

Es de sumo interés notar, como validación o negación de los conceptos y su peso en la Iglesia católica que varios teólogos y eruditos prominentes han dicho que las acusaciones están marcadas por la hipocresía y representan una visión marginada y marginal entre los académicos. Señalaron que los 62 signatarios de la carta son principalmente figuras oscuras; algunos, incluso, enumerados con descripciones relativamente menores, como «sacerdote diocesano» o «religioso».

Entonces, ¿qué efecto tendrá la carta de herejía en el papado de Francisco?

«En el gran esquema de cosas, alimentará algunos de los sitios web anti-Francisco más extremos», dijo monseñor Robert Wister, profesor de historia de la iglesia en la Universidad de Seton Hall en Nueva Jersey, en una entrevista con CNN.

«Creo que alentará a varios sacerdotes y obispos a los que no les gusta su dirección pastoral. (El papa no se defiende) … Pero, si miras en los bancos (reclinatorios) o incluso en las urnas, la mayoría de la gente prefiere a Francisco», dijo a los periodistas Delia Gallagher y Daniel Burke. «Ven en él una compasión que no han visto en la Iglesia, una comprensión de la muy difícil realidad de vivir en este mundo tan complicado.»

Y, comentan católicos alejados por el divorcio, que pronunciamientos como este abrirán de nuevo una puerta que se les cerró.