Una fiesta universal, cósmica, solar; simplemente eso. ¡No!
La noche más larga del año, capricornio en el zenit es morada de estas fechas, intimidad, nostalgia, interiorización…
El sol inicia su viaje desde el veinticinco de diciembre cada año para regresa como ‘’El Invicto Sol naciente’’ el veinticuatro de diciembre el cual, en el solsticio de invierno la tierra ha alcanzado la máxima distancia respecto del sol (afelio) e inicia su viaje desde el sur en el trópico de capricornio hasta el norte al trópico de cáncer. Allí nace el niño de oro, el Cristo, partícula divina, sustancia, energía, el fuego del fuego, la luz de la luz.
Nace en el solsticio de invierno y se crucifica en el equinoccio de primavera para dar vida a toda la creación, donde la naturaleza misma se alegra y regocija. Esto no es un hecho histórico aislado, es un hecho logos-rama.
Cuando en las antiguas culturas se le rendía culto al sol, no era precisamente al sol físico, sino al sol espiritual, al fuego del fuego, a la luz de la luz, a la fuente de la fuente, al cristo-sol.
Navidad (Nativitas) del latín: nascior-nacer, vita-nacimiento, nasci(natus)-nacer, nación, nacionalidad, natividad, naturaleza, por tanto, es el inicio, nacimiento y vida. Solsticio del latín: sol y statum-estático, sol estático.
Florece la vida, la vid inicia su viaje, la pasión del Cristo es y termina en crucifixión (muerte y resurrección).
“De nada sirve y serviría que el Cristo haya nacido hace más de dos mil años, si en nosotros no nacen los valores que hacen del Niño de Oro al Cristo, todo esto se convertiría en un simple evento histórico”.
Jeshuá Ben Pandirá, Buddha, Hermes, Quetzalcóatl, Rama, Fuji, Horus, Osiris, Krishna, Mithra, Adonis, Zoroastro y muchos más, todos tiene algo en común: todos nacieron el mismo día.
Esta venida del Cristo no será como muchos dicen, esta vez será y deberá venir desde adentro, desde el fondo del corazón, sólo así se cumpliría la profecía.
La adoración del sol en las culturas antiguas era el fundamento de sus vidas, y cuenta la historia que Constantino con su culto a Mitra (adopción Persa de los romanos), en una de sus batalla con uno de sus enemigos, Majencio, le atribuyó la victoria gracias a los cristianos, el cual en un sueño Constantino vio una cruz dentro de un sol y en esta, una inscripción que decía: vencerás. Con ese símbolo en su mente, la cruz, supo que sin la ayuda de los cristianos no podría vencer y su madre que era cristiana, Helena, busco el apoyo para esta batalla en el puente de Milvio, el cuál Constantino salió triunfante. La fusión entra ambas culturas dio lugar a lo que hoy llamamos Navidad.
El niño de oro nace de agua y fuego, los reyes magos le regalan oro (máxima pureza), incienso (Dios hecho carne) y mirra (relacionada con la justicia); Belén, un término Caldeo que significa torre de fuego, de hecho, Belén no existía en ese tiempo, y esa estrella que siguen los reyes magos es esa misma estrella de seis puntas que el rey Salomón tomara como su sello personal: dos triángulos entrelazados y enmarcados por un círculo.