Una de las mayores causas de discusión entre católicos y protestantes, o dicho de manera más coherente entre protestantes y católicos, es el asunto de los iconos (conocidos como imágenes o como ídolos por los evangélicos); asunto que ha sido muy pobremente estudiado y peor, muy mal comprendido.

En términos generales los protestantes se basan en la biblia para estar contra la producción artística de imágenes, los católicos grosso modo las defienden por la costumbre de tenerlas. Ni unos ni otros comprenden porqué existe ese diferendo, desde luego yo comprendía a ambos bandos.

He buscado con mucho entusiasmo siempre los iconos porque tienen una parte artística que me gusta mucho: tratan de plasmar la idea de un santo o santa, cómo se vería etc.

En el antiguo testamento de la Biblia hay prohibiciones de hacer imágenes de parte de YAHVE (JEHOVA para los protestantes); no obstante EL mismo manda hacer los querubines del Arca de la Alianza y lo mismo sucede con la serpiente de Moisés, lo que a primera vista sería un contradecirse de Dios mismo.

En el Nuevo Testamento las cosas son diferentes, menos se menciona ese hecho si es que se menciona. Para mi fue muy difícil encontrar algo imparcial o al menos coherente sobre la iconografía cristiana.

Un día de tantos, entré en una librería y me encontré una verdadera joya sobre este tema: La Teología del Icono, un libro escrito por un artista y sacerdote ortodoxo ruso llamado Leonid A. Uspenski. Quedé perplejo al empezar a leerlo, no pude aguantar las ganas y ahí mismo, después de pagarlo me senté a leer.

Las explicaciones que da este escritor, todas ellas son dignas de estudio, comienza por explicar que en la Iglesia Ortodoxa Rusa y en la griega, ha habido largos debates al paso de los siglos sobre la importancia y necesidad de ellos, y sobre su significado.

Trataré de no ahondar en detalles sobre los concilios ortodoxos, no es mi interés cansar al lector ni convencer al que no los admite. Hay un detalle valioso al empezar: Jesús es la representación primera de ese Dios oculto a todos durante miles de años, hasta que se muestra a sí mismo ante los ojos de los judíos. Ya aquí empieza una visión radicalmente diferente de esa Divinidad oculta, ya los contemporáneos de Jesús lo ven directamente y hasta pueden tocarlo. (Quien me ve a mi ve a mi Padre) (Mi Padre y yo somos uno), ya de esos primeros años data la primera imagen de Jesús llamada “El Divino rostro”. Posteriormente se van haciendo, y aún perduran hoy, imágenes de Jesús, de María, de los Apóstoles, que nos permiten ver cómo “veían” e “imaginaban” los primeros cristianos a Jesús.

La iglesia ortodoxa rusa, a través de los concilios, fue definiendo y aclarando la finalidad de los iconos; no se trata de arte por el arte mismo como dice Uspenski, se trata de representaciones con un significado muy bien definido, cuya finalidad es que su contemplación inteligente lleva a una verdadera catequesis doctrinal. Pondré el ejemplo mejor comprendido, aunque no por todos, de la Virgen del Perpetuo Socorro, donde cada parte tiene su significado exacto.

Recordemos que durante siglos las mayorías no sabían leer ni escribir (a propósito, de ese analfabetismo nace El Rosario, pues muchos no podían leer los ciento cincuenta salmos durante el día porque no sabían leer- después tocaré ese fascinante tema), entonces los iconos eran una manera de catequizar al pueblo en general y de darle una imagen que pudiera dar pie a la meditación contemplativa de Jesús, María, etc.

Cuando uno contempla “La Piedad” de Miguel Ángel no puede menos que sobrecogerse al ver ese cuadro de dolor (la Iglesia de Naranjo, mi pueblo tiene dos); sucede otro tanto con “El Moisés” que plasma la imponente imagen del gran legislador del pueblo Judío, gran amigo de YAHVE.

Los iconos no son “becerros de oro”, aunque muchos protestantes digan eso por una especie de marketing religioso, los iconos son representaciones sacras de Jesús, María, los Santos, Los Ángeles etc. A propósito, las iglesias protestantes europeas centenarias utilizan iconos, es prácticamente en el protestantismo neopentecostal latinoamericano, donde por las razones o sinrazones que sean, se insiste en la idolatría. Una de las principales razones para esas críticas radica en la idea peregrina que sólo así pueden diferenciarse de los católicos, económicamente no les conviene que nos parezcamos: divide y vencerás. Yo, personalmente, nunca adoraría un santo de yeso o de fierro, no, porque esa no es la finalidad; pero una viejecita piadosa analfabeta comprenderá mejor la Pasión de Cristo viendo la imagen del Nazareno de la dolorosa, porque ella no sabe leer.

Los iconos son representaciones gráficas de personajes y de hechos de gran interés religioso. ¿Por qué razón se han robado varias veces la imagen de la Virgen de los Ángeles? Por el sencillo motivo de que define la identidad del pueblo costarricense, el gran milagro de la Negrita fue eliminar las castas de La Puebla de los Pardos, de ahí en adelante no tendríamos las odiosas diferencias discriminatorias raciales de nuestros dos países vecinos.

No tengo el más mínimo interés de convencer a nadie, soy entusiasta del ecumenismo desde joven, mi interés es informativo.