“¿Por qué discuten con nosotros acerca de Dios, siendo que Él es el señor de ambos? Nosotros responderemos por nuestras acciones y ustedes por las suyas”
(Corán 2-139)
El mundo musulmán parece invisible e incluso inexistente en Querétaro. La más reciente encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) sobre religión, que data de 2010, registra a 101 residentes en la entidad que profesan la fe islámica.
Este reporte, denominado Panorama de las religiones en México, 2010, da detalles sobre los feligreses que componen el universo católico, el más numeroso en Querétaro de entre quienes profesan un credo, con un millón 680 mil 681 personas.
Da cuenta además de los queretanos adheridos a cultos protestantes (pentecostales, evangélicos y cristianos), así como de los Adventistas del Séptimo Día, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Testigos de Jehová y judíos. Incluso el reporte da detalles – escolaridad, situación conyugal, lengua, etcétera – sobre las personas que no se identifican con religión alguna. Sin embargo, de los musulmanes no se da mayor cuenta, más allá de la cifra que representan en el estado.
Wafik Darwich, presidente de la comunidad musulmana en Querétaro e imam de la mezquita que se encuentra en la capital queretana, refiere que la comunidad islámica en la entidad suma alrededor de 120 personas actualmente, en su mayoría mujeres.
Entre sus miembros hay inmigrantes provenientes de Líbano, India, Pakistán, Marruecos, Inglaterra y Francia, a los que se han sumado mexicanos. Estos últimos, convertidos recientemente a esta fe.
“Debe haber unos 70 conversos”, señala Wafik en entrevista para Diario de Querétaro.
Culto entre paredes
El inmueble marcado con el número 68 de la avenida Universidad parece, desde afuera, un domicilio habitacional cualquiera, pero la atmósfera que se vive adentro dista mucho de la cotidianidad queretana.
Tras quitarse el calzado y atravesar la musala (como se denomina a los pequeños templos árabes) se entra en un improvisado territorio islámico. Ahí sobre una alfombra que se extiende por todo el piso, de una habitación que no supera los cinco metros de largo y ancho, se reúnen los musulmanes para expresar su credo.
En el suelo se advierten además líneas hechas con cinta gris, son marcas para que la feligresía se acomode de forma tal que proyecten su frente hacia la Kaaba, monumento que se encuentra en la Meca.
Los viernes, la umma (comunidad de creyentes del Islam) se reúne en este sitio para celebrar el jumma, se trata del servicio religioso semanal para los musulmanes.
Los congregados en el salón comienzan de pronto con los rezos, son pronunciados en árabe, y con ellos pareciera desparecer cualquier resquicio del mundo occidental.
Las plegarias resuenan entre los muros del pequeño salón. Hombres de aspecto indio, de grandes ojos y piel marrón, son quienes han tomado la iniciativa para entrar en contacto con Alá. La atmósfera la completan unos afiches con grafías árabes que penden de las paredes, “son los atributos de Dios, son 99”, explicaría Wafik más tarde.
En un momento las oraciones cesan, la habitación queda en silencio y entonces entra el imam para presidir la celebración religiosa y dar paso al sermón, el cual se pronuncia en al menos tres idiomas: árabe, inglés y español, y cuando hay algún galoparlante presente se suma el francés, indica orgulloso el líder musulmán de la localidad.
En dicha habitación sólo hay feligreses masculinos; las mujeres están apartadas en otro espacio dentro del mismo inmueble.
“No se permite que se mezclen a hombres y mujeres, pero no por discriminación a la mujer, sino porque puede ser una distracción, empiezan a hablar entre ellos, y pues es falta de respeto al imam. (Las mujeres) oyen lo mismo, están en otro cuarto, pero escuchan lo mismo”, explica Darwich.
A ese espacio, Diario de Querétaro no pudo entrar. Las mujeres que ahí se encontraban tampoco quisieron dar testimonio de cómo viven su fe.
El líder de los musulmanes en la entidad queretana prosigue la entrevista, refiere que los miembros de la umma en la ciudad procuran hacer los servicios y festividades religiosas en este sitio.
“En una festividad, el año pasado, después del ayuno de nosotros, aquí había 95 personas, uno encima del otro”. Y es que, a diferencia de lo que ocurre en otras latitudes, donde los musulmanes son mayoría y las festividades se llevan a las calles, aquí se reservan para la intimidad de la musala.
¡Ahí viene la bomba!
La decisión de expresar el culto y la fiesta, propias de la religión, entre cuatro paredes, no responde al miedo a la discriminación o a las miradas de quienes no están acostumbrados a las expresiones de la cultura musulmana, refiere Wafik; sin embargo, los miembros de esta comunidad no se han librado de los prejuicios y alusiones negativas que algunas personas hacen cuando ven a algún musulmán en Querétaro.
“Agresión en sí, para la religión, no tanto (…), pero a veces ven a alguien (con indumentaria islámica) y dicen: ¡Ahí viene la bomba! Cuando me dicen algo así: ¡Qué! ¿Nos vas a echar bombas?, me rio de la ignorancia de la gente”, refiere el líder religioso.
Expresiones similares ha recibido Ingrid Yoseline, una de las musulmanas que forma parte de la comunidad islámica de Querétaro, consultada por separado por este reportero.
“Mucha gente solo nos ve así, como terroristas. Me han gritado: ¡Terroristas! Sí han habido comentarios feos, o te dicen: ¡Ay, una bomba! o así, pero es de gente para la que en todos hay algo malo, que si eres negro, eres gordo, eres alto; a todos discriminan. Entonces no les hago mucho caso”, refiere.
Víctor Gabriel Muro González, catedrático de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) y doctor en Ciencia Social por el Colegio de México, señala que la sociedad queretana, pese a ser tildada de conservadora y que rechaza o descalifica a quienes vienen de fuera, en realidad es tolerante a ideas y culturas distintas.
“Había la idea de una intolerancia en Querétaro, pero había más rumor que certidumbre (como lo comprobó una tesis de una estudiante a la que asesoró). Querétaro se ha caracterizado últimamente por esa tolerancia, tanto en un plano religioso como en otras cuestiones.
“Aquí no he sabido de un solo enfrentamiento de personas de diferentes cultos con los católicos. Es obvio que cada quien ve hacia dentro de su credo, pero no van estos (valores) con discriminación e intolerancia”, agrega.
Los musulmanes entrevistados arriba citados coinciden en que fuera de las expresiones desagradables de unos cuantos queretanos, en general han encontrado condiciones para ejercer su fe en la entidad.
Y es que, a pesar de las diferencias, el Islam comparte valores similares al cristianismo, como su oposición al matrimonio homosexual, la prohibición del aborto y el rechazo a la adopción por parte de parejas monoparentales.
Conversos
De acuerdo al presidente de la comunidad musulmana en Querétaro, hay más personas del sexo femenino que hombres de entre los conversos que se han identificado en la capital queretana, añade el líder religioso.
De los alrededor de 120 musulmanes que él tiene registrados en Querétaro, cerca de 70 se han convertido a esta religión en los años recientes.
Sin embargo,la mayoría de los miembros de esta comunidad son musulmanes de cepa, provenientes de países asiáticos o medio orientales que inmigraron a Querétaro, aunque también se advierten mexicanos. Muchos de ellos pasaron de no profesar una fe, ser ateos o cristianos, al islamismo.
Uno de ellos es Luis Ignacio Pacheco, de 27 años, oriundo de la Ciudad de México, pero avecindado en Querétaro desde hace 23.
“Desde hace muchos años me han interesado los temas religiosos, aunque en un principio los abordé con un enfoque más histórico, me di cuenta que historia y religión siempre están entrelazados.
“En ese tiempo era ateo, pero conforme fui investigando acerca de muchos temas, me volví agnóstico y desde ahí empecé a ver el asunto de las religiones con un modo distinto, sobre todo en el tema de la espiritualidad”.
Luis, estudiante de Química, proviene de un ambiente católico liberal, como él mismo califica a su entorno familiar, por lo que la fe cristiana no estaba tan arraigada en él.
“A mi lo que me llamó la atención del Islam es la disciplina. (…) Hay muchas cosas que se consideran reprobables, y no están aceptadas, y yo, que nací en costumbres más liberales, yo mismo sabía que no estaban bien. Me acerqué a esta religión, porque mantenía cierta tradición y ponían en un pedestal el buen comportamiento y fue lo que me acercó”, comparte el joven, quien se convirtió al Islam hace seis meses.
Tras su conversión, Pacheco explica que su familia respetó su decisión, “Son católicos, pero no les ha afectado en nada, sólo mi madre ha dejado de hacer carne de cerdo”, dice, pues el consumo de este animal esta prohibido por el Islam.
Tras la entrevista, el joven se reúne con el resto de los musulmanes. Él ahora es una minoría entre la minoría, su tez blanca y delgada figura desentona con el aspecto del resto de los feligreses; sin embargo, “aquí caben todos”, como el líder islámico insiste en reiterar.