Su libro La edad de la penumbra (Taurus, 2018) ha convertido a la periodista británica Catherine Nixey en una bestseller. Ha vendido más de 20.000 ejemplares en español de este ensayo en el que intenta probar cómo a partir del siglo II, el cristianismo destruyó los valores culturales de la época clásica. Desde templos arrasados, como el de Palmira en Siria, lo que recuerda a lo que han hecho recientemente otros fundamentalistas, hasta el exilio de pensadores romanos y griegos para no ser linchados, como la filósofa Hipatia, asesinada hacia el 415 d. C. por una turba de cristianos. Nixey acaba con la imagen del cristiano perseguido por los romanos en un texto que fluye como el agua. Su éxito, que no ha estado exento de críticas –muchas de ellas por las redes sociales– la ha traído a España para participar en varias conferencias.

Sus padres fueron monjes antes de casarse, creció bajo la religión católica y escribe un libro contra el cristianismo. ¿Es usted una rebelde?

No [risas], simplemente soy una persona con intereses. Empecé este libro cuando iba a la universidad. Leía obras clásicas y mis padres me contaron que la Iglesia católica había preservado el valor del mundo clásico. Pero luego leí más y más y no me podía creer que no hubiera habido nada de fricción. No me considero una rebelde, sino una persona que está interesada en historias que parece que no encajan.

Una de las críticas que más se le han hecho a su libro es que el cristianismo sí sirvió para preservar buena parte de la cultura clásica gracias a la labor de los monjes copistas. Usted afirma, sin embargo, que la Iglesia destruyó más que preservó.

Bueno, ambas cosas son correctas. Lo que hemos salvado, en gran parte, es gracias a los monjes. No solo ellos, pero en gran parte sí. Lo que se perdió fue también gracias a aquellos que estaban copiando en aquellos siglos y que decidían qué copiar y qué no copiar. Y esto era dictado en gran medida por la ética y los intereses que tenía la Iglesia católica. Así que sí, salvaron, pero no demasiado.

De hecho, usted afirma que más del 90% de la cultura procedente de la época clásica no pasó el filtro.

Sí, el 99% de la literatura clásica se perdió.

En su ensayo relata la violencia con la que los cristianos intentan imponer su hegemonía ya a partir del siglo II. Esto destruye la imagen del cristiano perseguido por los romanos.

Sí, en el código Teodosiano –del emperador Teodosio, contra religiones paganas como el arrianismo– se pueden leer las leyes cristianas que se impusieron y no son muy amorosas. Allí se dice que los paganos son gente enferma, pecadora… San Agustín también decía que había que destruir las estatuas de gente pagana porque no eran aceptables. Y es más, se decía que hacer esto no era delito para aquellos que creían en Cristo. Por supuesto, esto no quiere decir que no hubiera amor entre los cristianos. Pero ambas cosas son verdad, y ambas son importantes.

Para muchas personas la base del cristianismo es el humanismo, es decir, ideas como el amor al prójimo, la solidaridad de los unos con los otros… Ideas que han llegado hasta nuestros días y nos hacen ser una cultura civilizada y no bárbara.

Sí… Nosotros creemos en eso, pero no deberíamos olvidar que vivimos en un continente que durante 1700 años ha sido un continente cristiano. Estos 1700 años de doctrina y enseñanzas cristianas y de absoluto control por parte del cristianismo han podido influir en lo que ahora pensamos sobre lo que está bien y lo que está mal, en comparación con lo que se pensaba antes. Hay un historiador que dice que no solo no somos mejores después del cristianismo sino que la moralidad del mundo es prácticamente la misma o incluso, peor.

En el ensayo cuenta que los cristianos, aunque al principio les cuesta algo más, luego logran imponer sus ideas con una inusitada rapidez. ¿Por qué?

Si consigues que un emperador acepte tus ideas… ya lo tienes.

Sí, pero la labor de propaganda entre la gente fue muy efectiva…

Sí, su crecimiento al principio parece que fue lento, pero es como cualquier elemento viral. Al principio es plano y luego empieza a crecer muy deprisa. Empezó a haber leyes que decían que tenías ciertas ventajas como cristiano, que si eras pagano tenías que pagar una serie de impuestos que como cristiano no… La religión romana no era como el cristianismo porque tú podías ser cristiano y no tenías que ir al templo. Tienes la Biblia, la relación íntima con Dios… La religión romana era diferente: había que hacer sacrificios en altares… Después estos altares se quemaron. La cristiandad está en tu alma, no hace falta que aparentes ser cristiano.

¡Eran todo ventajas! ¿Y las mujeres también aplaudieron una religión que no es que las dejara muy libres? El papel de la mujer en la época romana no era el mejor de los posibles, como ha dicho muchas veces la historiadora Mary Beard, pero lo que trajo consigo la religión cristiana no fue ningún alivio.

Esto es interesante porque en un principio sí parecía una religión para las mujeres. Estaba mal denigrar a la mujer, por ejemplo. Pero es difícil saber si era propaganda… Realmente no sé por qué lo aceptaron.

¿Por qué el cristianismo consiguió este gran poder propagandístico ya desde el principio y que se mantiene hoy en día?

En aquel momento una gran parte del poder que consiguieron tuvo que ver con los milagros o, si quieres darle otro nombre, con la magia. Por ejemplo, la resurrección de los muertos, curar a los enfermos, la promesa de la vida eterna. Y en esa época se entendía la vida eterna como esta vida, no la siguiente. Para muchos fue un shock ver que los seguidores de Cristo morían. Si hubiera habido un sistema de sanidad que funcionara en aquella época el poder de convencimiento de los cristianos habría sido mucho menor.

Hoy hay un gran desarrollo de la ciencia y la investigación, sabemos que no resucita nadie, y sin embargo, se sigue creyendo. Y muchísimas personas muy inteligentes son creyentes.

Bueno, es una idea que conforta mucho. Hay veces que yo pienso que me gustaría creer porque la vida es muy dura y difícil y luego te mueres. Que es algo que ya criticaban en el siglo II los que no creían en el cristianismo.

Precisamente en el libro cita a Celso, un filósofo griego del siglo II, que intentó de forma muy ácida desmontar las creencias del cristianismo. Puse varios tuits con algunas de sus ideas, como por ejemplo cuando dijo “El Antiguo Testamento es una completa basura” y que la resurrección era imposible de creer, y no tardaron en salir algunas personas criticándome y criticándole. Como si la resistencia hacia los no creyentes siguiera siendo muy potente. Como si todavía no se pudiera criticar la religión católica.

Sí, sí, lo interesante es que todavía hoy tienes miedo de usar sus argumentos [de Celso]. La Iglesia nos hace sentir estúpidos y absurdos por decir cosas que son obvias. Por ejemplo, no te puedes preguntar por qué las leyes son tan diferentes en el Antiguo y el Nuevo Testamento… Pero es que nos hemos convertido en personas tan obedientes que todavía estas cosas siguen chocando… Y, por eso, se hace creer que los argumentos en contra de la creencia no son válidos y que son infantiles. Y sí, la gente se enfada mucho porque cuando le criticas su religión es como si criticaras a su madre. Hubo un momento en el que decidí no hacerles mucho caso. Antes siempre quería responderles, pero la gente que normalmente me decía cosas era anónima y nunca abandonaba el debate. Estaban ahí constantemente. Y, mira, no tengo tiempo. Además, argumentamos con axiomas diferentes, si tú crees en Dios y yo no, mis argumentos y los tuyos nunca van a encajar.

¿Cree que estamos yendo hacia una sociedad más religiosa?

Las cifras muestran que, en general, la religión está decayendo y aumenta el agnosticismo. Pero lo que sí vemos es un incremento del fundamentalismo, cuando la gente va, por ejemplo, a las misas en latín y todo este entusiasmo por algo más antiguo y más severo. Los monasterios que han adoptado un posicionamiento más severo están aumentando su reclutamiento de fieles.

Yendo a cuestiones más prosaicas, esta severidad se palpa en temas relacionados con la mujer. Por ejemplo, esa dicotomía entre la virgen y la puta o ese tratamiento de víctima hacia la mujer con todo lo que eso implica desde el paternalismo. No sé si lo ve usted así también.

Oh, sí. Llevamos tantos años que es difícil escapar de esa idea. La imagen de mujer perfecta para nosotros es la Virgen María. Amable, cariñosa, siempre sufriendo… Está muy arraigado en Europa y la literatura europea. Sería interesante saber cuál sería la imagen de una mujer si hubiéramos tenido otra imagen en la Iglesia… No puedo imaginar que alguna vez lleguemos a escapar de esta idea. Porque, por otra parte, tampoco era muy divertido ser una mujer en la época romana.

Ser una mujer parece que siempre ha sido complicado…

Pero sí, tienes razón, ahora hay un poquito de todo eso. Las religiones fueron creadas por hombres que les decían a las mujeres esto es lo que tienes que hacer con tu cuerpo, tus hijos, con tu vida… tenían el control de la natalidad. En el Vaticano vemos algo parecido: no permiten que las mujeres tengan el control de la natalidad y eso les da un poder enorme.

Pese a que en los últimos tiempos nos llega una imagen más abierta del Vaticano con el Papa Francisco.

Por lo que he leído y visto, no me gusta. Parece un hombre muy amable, sí, pero ¿qué ha cambiado realmente? Tardaremos mucho en verlo. Además, la Iglesia católica es como un tanque enorme… intentas un cambio hoy y pueden pasar años hasta que veamos algún resultado.

En el mundo actual, ¿hacen falta más argumentos desde la razón y no tan mágicos?

Sí. Lo que no deberíamos hacer es poner a la religión en este pedestal en el que no se puede criticar. Es una idea muy peligrosa cuando, antes de decir algo, se dice: “bueno, sin ofender”. Cuando se dice: “no te quiero ofender porque eres mujer”, “no te quiero ofender porque eres creyente”, “no te quiero ofender porque quizás se sientes mal…”. Esta idea de la identidad que se da en política. Y la religión es parte de todo eso. Es la idea de algo que está más allá de toda crítica. Y eso es peligroso porque uno debería poder reírse de todo, poder criticarlo… sobre todo cuando es algo ridículo. Cuando digo que te puedes reír, no digo de la religión en general, sino que cuando la religión hace algo que es ridículo, entonces sí merece una respuesta en la que te puedas reír.