Como Asia Bibi, encarcelada por blasfemia y ahora absuelta, numerosos cristianos paquistaníes sueñan con que les concedan el asilo en Occidente, es el caso de los miles de refugiados que viven clandestinamente en Bangkok.

El marido de Asia Bibi pide que le concedan el asilo a su familia en Estados Unidos, Reino Unido o Canadá, pero sigue siendo muy incierto el futuro de su esposa, absuelta la semana pasada tras ser condenada a muerte.

Después de su absolución, una serie de manifestaciones islamistas paralizaron Pakistán durante tres días, en una nueva muestra de las tensiones religiones de un país en el que en 2001 asesinaron a un ministro cristiano por oponerse al delito de blasfemia.

El caso de Asia Bibi es seguido de cerca por los refugiados paquistaníes en Tailandia, que sueñan con que los acojan en Occidente.

«No podemos regresar, nuestro país no nos acepta y ningún otro país nos quiere… Estamos atrapados en Tailandia», reconoce un adolescente de 15 años, entrevistado por la AFP, que se hace llamar Farooz (seudónimo).

Este adolescente, que habla urdu, panyabí, inglés y tailandés, llegó a Tailandia en 2013. Aún se acuerda de su infancia en Pakistán, donde fue escolarizado a diferencia de sus cuatro hermanos que no tuvieron la misma suerte.

Numerosos paquistaníes deciden pedir el asilo a Occidente a través de Tailandia gracias a su situación geográfica y la facilidad por acceder a él como turista, a pesar de que este país no haya firmado la Convención de Ginebra para los refugiados.

Pero obtener el asilo en Occidente resulta complicado y numerosos refugiados se instalan en Bangkok aunque después no logran marcharse de la capital tailandesa.

Como le sucede a Farooz y su familia, viven en inmuebles precarios en la periferia de Bangkok, sin poder trabajar de forma legal y escondiéndose de la policía ante el temor de que los devuelvan a su país de origen.

El gobierno tailandés endureció su política migratoria y aumentó en las últimas semanas el número de controles de inmigrantes, con la mirada puesta en la comunidad paquistaní.

Al menos 70 cristianos paquistaníes aceptaron recientemente ser devueltos a su país de origen, pese al peligro que corren en él.

«Harán frente a la persecución, algunos de ellos serán acusados de blasfemia. No tienen dinero ni casa, ya que lo vendieron todo para viajar a Tailandia», explica Wilson Chowdhry, de la Asociación de los Cristianos paquistaníes de Reino Unido.

Según las asociaciones de ayuda a emigrantes paquistaníes, 7.400 cristianos residían en Tailandia en 2016.

Solo un millar de ellos obtuvo el asilo en un «país tercero» durante los últimos años.

En el caso de la familia de Farooz, abandonaron en 2013 la localidad de Gorja en Pendjab, una provincia en la que tuvo lugar en 2009 un pogromo contra la minoría cristiana en el que siete personas fueron quemadas vivas.

El padre de Farooz dice haber presenciado estos homicidios, lo que hizo que recibiera amenazas de muerte y fuera perseguido por la justicia para silenciarlo.

Una vez expiraron sus visados como turistas, tuvieron que vivir como inmigrantes clandestinos y en 2015 los detuvieron. La familia obtuvo la libertad bajo fianza con la condición de presentarse todos los meses en una comisaría.

Lograron el anhelado estatus de refugiado de la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR).

No obstante, para que les concedan el asilo en un país tercero, necesitan documentos oficiales que en la embajada de Pakistán en Bangkok les dicen que deben obtenerlos en su país.

«Estoy preocupada por mis hijos. ¿Qué futuro les espera sin educación? ¿Dónde se sentirán en su casa?», afirma triste la madre de Farooz. «Me gustaría volver a ver a mi madre, a mi familia y mi casa. Pero nos matarán si regresamos».