Monseñor Alfonso Miranda Guardiola, Obispo auxiliar de Monterrey y secretario general de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM) aseguró ayer, ante la Cámara de Diputados de México, que miles de laicos, religiosos(as) y sacerdotes colaboran diariamente en el país para que la gran obra social de la Iglesia se convierta en amor y justicia-en-acción.

El largo camino en el reconocimiento de los DD-HH

En su discurso, Mons. Guardiola lo primero que quiso señalar fue la historia entre la Iglesia Católica y la defensa de los Derechos Humanos, asegurando que “ha sido largo el camino recorrido por la humanidad para llegar al reconocimiento de la dignidad intrínseca de todo ser humano” y que no siempre ha sido “claro” que todo miembro de la especie humana es persona, que posee una altísima dignidad, y que ella es el fundamento del que se desprenden todos los derechos humanos que deben ser promovidos y respetados. En este sentido, ha señalado que se han tenido que dar históricamente “la esclavitud, los “ghettos”, los exterminios y otros atropellos más para que la humanidad abriera los ojos, reaccionara y empezara a “remar contracorriente””. Y a esto se le suma que los precursores de la defensa de la dignidad humana “no siempre recibieron el respaldo de las instituciones a las que pertenecían”.

La Iglesia y su lucha por la defensa de los DD.HH

Reconociendo que todos los hombres tienen la misma estructura de cuerpo y alma y están dotados de entendimiento y voluntad, “formados a imagen y semejanza de Dios”, el Secretario General de la CEM cita a Bartolomé de las Casas, fraile dominico quien “no sólo defendió la libertad y dignidad de los indígenas sometidos por la conquista española – ha dicho – sino que sentó las bases filosóficas, morales y jurídicas de lo que siglos más tarde llamamos derechos humanos”. También habló del dominico Francisco de Vitoria, asegurando que es reconocido aún en las Naciones Unidas “como el padre del Derecho Internacional de los Derechos Humanos ya que desarrolló una potente teoría sobre la necesidad de reconocer la común dignidad de todo ser humano a nivel internacional a través de lo que él llamo “Derecho de gentes””. Más tarde, mencionó al filósofo católico francés Jacques Maritain, quien – aseguró – “incidió notablemente en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948”. Pero en esta larga historia en defensa de los Derechos Humanos no podía faltar el Papa Juan XXIII, quien, en la encíclica Pacem in terris asegura: “En la época actual se considera que el bien común consiste principalmente en la defensa de los derechos y deberes de la persona humana. De aquí que la misión principal de los hombres de gobierno deba tender a dos cosas: de un lado, reconocer, respetar, armonizar, tutelar y promover tales derechos; de otro, facilitar a cada ciudadano el cumplimiento de sus respectivos deberes. Tutelar el campo intangible de los derechos de la persona humana y hacerle llevadero el cumplimiento de sus deberes debe ser oficio esencial de todo ser público”.

Desafíos actuales en la promoción y defensa de los DD.HH

Mons. Guardiola también cita en su discurso al Papa Francisco, en concreto las palabras que pronunció en su mensaje a los participantes en la Conferencia Internacional “Los derechos humanos en el mundo contemporáneo: conquistas, omisiones, negaciones” del pasado mes de diciembre: “en el mundo de hoy persisten numerosas formas de injusticia, nutridas por visiones antropológicas reductivas y por un modelo económico basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso matar al hombre. […]”. Mensaje en el que también aseguró que “cada uno está llamado a contribuir con coraje y determinación, en la especificidad de su papel, a respetar los derechos fundamentales de cada persona, especialmente de las «invisibles»: de los muchos que tienen hambre y sed, que están desnudos, enfermos, son extranjeros o están detenidos. (cfr Mt 25,35-36), que viven en los márgenes de la sociedad o son descartados”.

Ante estas palabras del Pontífice, Mons. Guardiola asegura que muchas de estas realidades globales descritas por el Papa que vulneran los derechos humanos, “las han constatado en sus comunidades los obispos y sacerdotes de México” y las contemplan “como heridas que requieren ser sanadas”.

Compromisos pastorales de la Iglesia en México actualmente

Por último, el Secretario General de la CEM habla acerca de la Obra Social de la Iglesia en el país, en la que están registrados 20 Centros de promoción y defensa de los derechos humanos que son parte de las 2466 obras sociales de la Iglesia Católica en México. En esta obra, miles de laicos, religiosos(as), sacerdotes colaboran diariamente para que esta gran obra social de la Iglesia se convierta en Amor y justicia-en-acción.

Además – explica – en su Proyecto Global de Pastoral, los obispos han descubierto un desafío fundamental como Iglesia: “Dios nos está llamando a generar esperanza, a fortalecer y reconstruir una vida humana más plena para todos sus hijos, especialmente los descartados por estos nuevos fenómenos, una vida que refleje en cada persona, a Cristo el hombre perfecto y se manifieste en condiciones dignas para cada uno”.

Al final del discurso, cita los compromisos pastorales de la Iglesia en México: “Generar espacios de encuentro, diálogo y trabajo con otros actores de la sociedad, para colaborar en la reconstrucción de la dignidad de las personas y el tejido social de nuestro país”; “Dialogar y colaborar con la sociedad civil y con los organismos nacionales e internacionales para construir la paz”; “Apoyar la fundación de centros de Derechos Humanos en las comunidades cristianas, de manera que se fortalezca el Estado de derecho en nuestro país”; “Recibir con caridad, acompañar, defender los derechos e integrar a los migrantes que transiten o deseen permanecer con nosotros”; “Promover el liderazgo femenino y una participación más amplia en la vida de la Iglesia desde un auténtico respeto a su dignidad”; “Identificar y acompañar a los grupos vulnerables de nuestra sociedad: mujeres violentadas, indigentes, damnificados, jóvenes en situaciones de riesgo, enfermos y presos, entre otros” y “crear centros de apoyo para el desarrollo integral de las personas, impulsando la promoción económica para el trabajo comunitario y solidario”.