Son muchos los descendientes de serfadíes que viven a lo largo y ancho del mundo, unos dos millones, pero que permanecen ligados a la cultura hispánica. En Venezuela, muchos ni siquiera sabían que tenían esa ascendencia. La búsqueda de mecanismos para mantener una conexión con el mundo, que se cierra cada vez más por causa del aislamiento político que han propiciado las políticas del régimen que gobierna el país, han encontrado una opción en la apertura que España ha permitido para que los venezolanos de origen sefardí puedan obtener la nacionalidad española.
En Venezuela, cada vez más, se dificulta obtener un pasaporte. La excusa es la falta de papel para imprimirlo pero la razón real es complicar las cosas al ciudadano. Un exiliado cubano –quien pidió la reserva de su nombre- comentó: “Igual que en Cuba. Los regímenes comunistas acentúan los controles invadiendo la vida de la gente por la vía de enredar cualquier trámite, por sencillo que pueda ser”. No sólo es complicado en Venezuela, también lo es en los consulados en otros países, algunos de los cuales no prestan servicios de ningún tipo dejando a los naturales de este país sin asistencia diplomática.
La reunificación familiar: gran beneficio de España a la Venezuela en crisis
Cada vez más, los venezolanos encuentran problemas por el sólo hecho de llegar a otros países procedentes de Venezuela. Todo lo que sale de la tierra de Maduro genera desconfianza aunque muchos gobiernos tengan la disposición de facilitar las cosas. De manera que, aparte de los beneficios de traslado que aporta el disponer de otro pasaporte y nacionalidad –que en el caso que nos ocupa, la obtención de la española, no implica perder la venezolana- hay uno principalísimo: la reunificación familiar.
Los padres, quienes han descubierto y alcanzado a probar su ascendencia sefardí cuyos hijos están fuera, se han empeñado en cumplir con todos los requerimientos para obtener el certificado de la comunidad judía en Venezuela a fin de viajar a España y regularizar oficialmente su situación.
Los sefardíes originarios
Los sefardíes son los judíos que vivieron en la Corona de Castilla y la Corona de Aragón hasta su expulsión en el año 1942. Se diseminaron por distintos puntos geográficos del planeta. Luego, la comunidad sefardí sufrió una gran baja por causa del Holocausto y la población hablante de lengua judeoespañola , sustancialmente disminuida, quedó instalada principalmente en Israel y América. Preservan la lengua y promueven actividades científicas y culturales que mantengan la identidad.
“El Congreso de los Diputados ha aprobado el Proyecto de Ley que concede la nacionalidad española a los sefardíes descendientes de los judíos expulsados de España en el siglo XV. La norma suprime la necesidad de residencia en España y no exige la renuncia a la nacionalidad anterior”, se leía en la página del Gobierno de España el día 3 de agosto del 2015.
El Real Decreto 893/2015, del 2 de octubre, concedía, entonces, la nacionalidad española por carta de naturaleza a determinados sefardíes originarios de España. Inicialmente, el plazo de vigencia eran 180 días pero ha sido prorrogado varias veces hasta que se cerró a finales de Septiembre del año en curso. Tiempo suficiente para que cientos de venezolanos alcanzaran a entrar en el sistema. Muchas solicitudes han sido aprobadas y otras aún siguen su curso normal en la actualidad.
El procedimiento, abierto hace cuatro años para conceder la nacionalidad española a los sefardíes -los descendientes de los judíos expulsados de la península en 1492- se cerró el lunes 30 de septiembre pasado con 127.000 solicitudes registradas, la mayoría de ciudadanos de países latinoamericanos.
Los sefardíes de México encabezan la lista con alrededor de 20.000 peticiones de nacionalidad; seguidos de los venezolanos, con en torno a 14.600; y los colombianos, con 13.600, aunque se han registrado solicitudes desde decenas de países, de Turquía a Estados Unidos, pasando por Israel, informó a la agencia EFE el director general de los Registros y del Notariado de España, Pedro Garrido.
Para algunos, es un “nuevo negocio” pues los trámites son costosos. Pero lo cierto es que los beneficios son obvios. El pasaporte español es uno de los que más facilidades de movimiento ofrecen. Ocupa, con el de Francia y Suecia, el cuarto puesto en el ranking de los mejores pasaportes para viajar sin visa según la consultora británica Henley & Partners. Permite la libre circulación y residencia en los Estados miembros de la Unión Europea y no requiere visa para entrar a 186 países. Puede ser un salvoconducto en casos extremos para los residentes en países latinoamericanos, tan inestables, a veces con desenlaces sorpresivos.
El caso es que decenas de miles de judíos sefardíes quieren recuperar la nacionalidad española que sus antepasados perdieron hace cinco siglos. Tuvieron que salir después de 1500 años de presencia en la Península Ibérica.
Una reparación histórica
La expulsión de los judíos de Sefarad, nombre que abarca la península ibérica, causó una larga y sufrida diáspora para esa comunidad. Tras la expulsión, los judíos sefardíes se ubicaron principalmente en el norte de África, los Balcanes, Turquía y posteriormente en América Latina.
Los que llegaron finalmente a Venezuela pasaron por Holanda, de allí a las islas caribeñas, especialmente Curazao, de allí a Coro (Estado Falcón) en Venezuela, a donde llegaban con mucha facilidad por la corta distancia marítima que debían salvar para desembarcar en nuestras tierras por la península de Paraguaná.
“El hecho de que el reino de España haya reconocido cuánto se equivocaron y que somos bienvenidos, es algo que repara el daño causado por una injusticia histórica”, dijo un descendiente de sefardíes radicado en Bogotá a la agencia AFP.
Rondó Adafina
La historia de la llegada de los judíos a Coro es impecablemente relatada en una obra de teatro que por estos días se escenifica en Caracas de nombre Rondó Adafina. El término Adefina, tiene como origen la palabra árabe dafīnah que significa tesoro, enterrado escondido.
La obra está resultando tremendamente exitosa pues la gente acude para enterarse de los pormenores de esa saga, hoy en los primeros planos por el proceso de solicitud de acreditación de los venezolanos de origen sefardí ante el Estado español. “Adafina” alude a una sopa muy típica y sabrosa que preparan las comunidades judías, cuyo cocido es muy lento –pasa al fuego unas ocho o diez horas- básicamente para respetar el Sábado.
La sopa es una exquisita receta aparentemente de origen marroquí, aunque dicen que los judíos asentados en Sevilla ya la preparaban. Se trata de un plato muy popular entre los judíos sefarditas ya que por tradición se elabora en una olla de barro durante la noche del viernes y se come durante el Shabat. Se trata de un cocido de garbanzos elaborado con carne de cordero que llaman “la madre de todos los guisos” y que sirve muy caliente. Para quienes gustan de los cocidos, se dice de esta preparación que es manjar de dioses.
El éxodo al revés
A mediados del siglo XVI llegaron a Venezuela judíos conversos. “Por lo pronto –dice Miguel Truzman, presidente de la Confederación de Asociaciones Judías de Venezuela y principal responsable de las gestiones de los venezolanos por su ascendencia sefardí- es seguro que llegaron con Colón y eso confirma la larga tradición de presencia en Venezuela. La primera sinagoga acá fue fundada en 1710 y el cementerio judío más antiguo de Latinoamérica está en Coro”.
De hecho, y debido a la proximidad geográfica con Venezuela, las comunidades judías organizadas en varios países del Caribe como las colonias holandesas, viajaron con frecuencia a Venezuela para comerciar mercancías, sobre todo a través de Tucacas (Falcón), el gran puerto comercial para los holandeses en la zona. No obstante, la comunidad judía no se estableció formalmente en Venezuela sino hasta finales del siglo XIX cuando se promulga la libertad de cultos en 1821.
Hoy, debido a la hostilidad, tanto de Hugo Chávez como de Nicolás Maduro –éste último de ascendencia judía y por ello tal vez algo más moderado al respecto- la comunidad en Venezuela ha migrado progresivamente hacia Israel. Frecuentes acusaciones de antisemitismo –desde 1999- dirigidas hacia el gobierno, además de algunas profanaciones a sinagogas atribuidas al fanatismo de un discurso oficialista que llegó a subir considerablemente los decibeles contra el mundo judío. Sin mencionar el atentado con bomba contra un importante centro de la comunidad judía en Caracas en tiempos de Chávez. Todo ello ha provocado el progresivo traslado al exterior reduciendo el número de la comunidad judía en Venezuela. Son muchos los venezolanos-judíos que viven en el país, con sus familias residiendo fuera, bien sea en Estados Unidos o en el propio Israel.
El camino de vuelta a Sefarad es hoy al revés, de los venezolanos con apellidos judíos considerados descendientes de aquellos conversos que llegaron hace siglos, en las goletas de la genealogía, en pos de la reunificación familiar.