El día que Gina y Roberto Muriel emigraron a este país, hace seis años atrás, jamás se imaginaron los terribles problemas que iban a tener que enfrentar. Junto con ellos llegaron sus cuatro hijos aun pequeños y la hermana de Gina; todos llegaron con un gran sueño: tener una mejor vida y un futuro más prometedor.

Roberto y Gina tienen un gran corazón, una gran voluntad y trabajan duramente para poder cubrir las necesidades y los gastos de la familia. Ambos tienen una larga jornada de trabajo y viven modestamente. La situación se ha vuelto más complicada porque el país está pasando por una crisis económica que ha afectado a la familia. El trabajo es poco, los sueldos son muy restringidos, aumentó la gasolina y el interés ajustable del préstamo de la casa está muy alto. Es tan delicada la situación que Roberto y Gina temen perder su casa y quedarse sin nada.

Por si los problemas económicos no fueran suficientes, la crisis familiar es aun más grave; Javier el hijo mayor de 23 años, vive en la casa pero no coopera en absoluto, a pesar de que trabaja medio día y cobra un poco de dinero. Es un muchacho grosero, que le falta el respeto constantemente a sus padres. Últimamente ha estado llegando a la casa con un estado de ebriedad espantosa, y a veces no regresa hasta el día siguiente. Gina y Roberto están desesperados buscando ayuda.

Si bien es cierto que Roberto y Gina llegaron a este país con el firme propósito de mejorar su calidad de vida, lejos de conseguirlo, han logrado lo contrario. Ambos se han dedicado tanto al trabajo que, sin querer, desatendieron casi por completo a sus hijos. Esperaban que estos entendieran que sus padres se dedicaban a ellos trabajando duramente y asegurándose que no les faltara nada.

Se concentraron en salir adelante tratando de pagar las cuentas que tenían, dejando de lado a las costumbres y tradiciones familiares que tanto habían cuidado en su país natal. Llegaban cansados por las tardes, así que casi ni tenían tiempo ni fuerzas para ocuparse de sus hijos y la comunicación familiar se redujo al mínimo. Los niños se rodearon de amigos que no siempre eran una buena influencia. Crecieron dentro de una sociedad con valores y costumbres completamente desconocidas para los padres y se alejaron de sus principios. Ahora cuando ya están en crisis, Roberto y Gina no saben que hacer. Los padres culpan a los hijos y los hijos a su vez castigan a sus padres.

Lo más doloroso en esta situación es que todos vinieron con un sueño, esperando vivir mejor, pensando que la estabilidad del hogar dependía principalmente del aspecto económico. Asumían que los valores, las costumbres y los límites se darían espontáneamente con el tiempo, no era necesario hacer un esfuerzo por inculcarlos porque debían darse por sobreentendidos. Desafortunadamente, no funciona así. Como dice el refrán «el que quiere celeste que le cueste». No sólo con dinero vive el hombre, hay que cuidar a la familia, que es la razón principal por la cual vivimos, trabajamos y nos sacrificamos.

La Recetarecetas-titulo1

Cuidando a mi familia

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INGREDIENTES

  • 1 familia
  • 1 taza de compromiso
  • 1 taza de determinación
  • 3 cucharadas de dedicación
  • 1 manojo de responsabilidad
  • 2 cucharadas de atención
  • 1 kilo de comunicación
  • Revolver con valores y tradiciones constantemente

RECOMENDACIÓN DEL CHEF

Para que esta receta funcione es necesario que todos los integrantes en la familia se involucren.

 

MODO DE PREPARACIÓN

Hogar dulce hogar. El verdadero aroma hogareño no es un platillo fácil de cocinar, requiere de una preparación muy meticulosa, un pequeño descuido y se puede perder la esencia de este platillo.

El cocinero que logra cuidar todos los ingredientes, dedicando el tiempo necesario para que todos los jugos y los ricos aromas se impregnen, consigue un cálido hogar al que deberá llenar de seguridad, confianza, valores y tradiciones necesarias para vivir plenamente. Si cocina con consistencia, lo podrá disfrutar toda la vida.

Una familia sana y fuerte es realmente el mejor platillo que un cocinero dedicado y comprometido puede realizar. Si bien es muy importante que el cocinero se ocupe de los gastos, las compras y otros trabajos importantes que requieren su cocina, no debe olvidar que la familia es el platillo principal. La preparación es delicada, exige una atención constante y se le debe agregar mucha comunicación. Solo así se puede lograr un sabor exquisito y único. El Chef que cocina para hacer de su familia una verdadera razón para vivir, es un chef que tiene claro su objetivo y no le pesa los sacrificios que tiene que hacer para conseguirlo.

Una familia nutritiva es el resultado de una larga y delicada preparación.

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Prestigiosa columnista internacional en más de 10 periódicos y revistas que se publican y distribuyen desde Nueva York hasta Argentina Con su famosa columna Recetas para la Vida©. Ganadora por tres años consecutivos del premio de excelencia en periodismo del San Diego Journal Club.