En México, un mínimo porcentaje de los casos de personas desaparecidas es judicializado, solo entre el 2 y el 6 por ciento, mientras que hay más de 52 mil personas fallecidas y sin identificar, las cuales se encuentran en fosas comunes y en centros forenses de resguardo, principalmente en los estados de Chihuahua, Jalisco, Nuevo León, Tamaulipas, Estado de México y Ciudad de México.

A decir del obispo auxiliar de la arquidiócesis de México, Francisco Javier Acero Pérez, se trata de una “realidad lacerante” de la cual poco se conoce, pues existe una gran falta de empatía hacia los colectivos de madres de desaparecidos, lo que ha llevado a éstas y a los familiares de las víctimas a sentir enojo con la sociedad.

Lo que hace el gobierno

Sobre la atención que reciben las madres de hijos desaparecidos por parte de las autoridades, el obispo de origen español, Acero Pérez, explicó el lento procedimiento que se sigue cuando un pequeño desaparece en la Ciudad de México.

“Si una niña desaparece en la Ciudad de México, van a mandar a sus papás a la Fiscalía de la Delegación en la que vive; después de este traslado y la espera, se le canaliza a la Fiscalía Especializada para la Desaparición Forzada, y será ahí donde pueda poner la denuncia; sin embargo, después tendrá que ir a la Comisión de Búsqueda para levantar la ficha de desaparición. Para entonces, habrán pasado más de 24 horas y las autoridades ni siquiera habrán comenzado a buscar a la víctima”.

Tras señalar que en casos de desaparición es necesario reaccionar de manera inmediata, no perder tiempo, el obispo que colabora con el arzobispo de México, el Carlos Aguiar Retes, consideró urgente modificar las leyes y los procesos de denuncia para buscar a la persona desaparecida lo más pronto posible.

Lo que hace la Iglesia

El obispo Acero Pérez mantuvo recientemente un encuentro con unas cien madres de personas desaparecidas, en el que integrantes de los colectivos`Una luz en el camino’ y ‘Uniendo Esperanzas Estado de México’, le platicaron sus casos y le pidieron ayuda para encontrar a sus familiares.

El encuentro tuvo lugar en la Capilla de los Juramentos, dentro del complejo de La Villa de la Virgen de Guadalupe, donde el obispo destacó la importancia de atender la invitación del papa Francisco para caminar juntos con las víctimas.

Al respecto, aseguró que la Iglesia busca de diferentes maneras estar cerca de las familias de desaparecidos, no sólo a través de religiosos, religiosas, sacerdotes y laicos que las acompañan, sino también a través de conversatorios convocados por la Iglesia para organizar este acompañamiento a través de una red, de tal manera que todos estos colectivos sientan esa cercanía y apoyo.

Consideró que ante la falta de empatía hacia estas víctimas de la violencia, es necesario convocar a mesas de trabajo donde todos los líderes sociales se puedan sentar para trabajar en la reconstrucción del tejido social que “está totalmente roto, pero sobre todo, para visibilizar esta realidad lacerante”.

“La Iglesia acompaña a estos colectivos a través de la escucha, de la empatía y visibilizando a las víctimas. Estamos trabajando sobre todo en esa visibilización porque no podemos permitir más esa realidad callada”, dijo.

Finalmente, el obispo Francisco Javier Acero recordó que la actitud de un cristiano ante este flagelo debe ser la de un compromiso total, y pugnar, como sociedad, para que las autoridades hagan algo, desde garantizar los derechos humanos hasta prevenir y sancionar las acciones que criminalizan, intimidad, persiguen y estigmatizan a las personas desaparecidas y a sus familiares.