No son los otros que tienen que entenderte y cambiar, eres tú el que tiene la solución.
Hay personas que provocan reacciones desagradables, generalmente son personas cercanas que hacen detonar emociones específicas que solo deterioran y desgastan las relaciones. Las personas son como son, es imposible cambiarlas. Sin embargo, de alguna manera, existe una remota esperanza con una fantasía absurda de que algún día estas gentes, se pudieran dar cuenta que sus acciones lastiman.
Queda sobrentendido que el como piensen y actúen los demás no es algo que uno pueda controlar o esperar el cambio.
Entonces, si ya se conoce como es la persona, la relación y la situación que detona el malestar, porque uno se sigue enganchado y reacciona ante algo que ya se conocía que sucedería. Quizá se pudo haber prevenido, pero en lugar solo se convirtió en una reacción repetitiva, intolerable y frustrante.
Hay dinámicas que no son efectivas, ni nutritivas emocionalmente y, sin embargo, es difícil modificarlas. Pareciera que uno va a ver la misma película por segunda vez, conoce el final y, sin embargo, tiene la esperanza que los actores o el director de la película pudiese haber decidió cambiar el desenlace previamente filmado.
Una explicación ante esta dinámica desgastante pudiera ser que la persona que espera validación, reconocimiento y cambio, de aquellas personas que agreden o menosprecian, se encuentra sometida a un huracán de emociones y esperanzas que crean una especie de codependencia con expectativas que los consume. A pesar de tener conciencia de cuales son los comportamientos que están a punto de detonar malestar.
Solamente cuando puedas desprenderte de las reacciones de los demás y te adueñes de tu historia podrás libérate de las reacciones irracionales, repetitivas e inefectivas.
Para las personas que están más alejadas de la interacción directa, observan esta relación y les cuesta trabajo comprender la esperanza inútil ante el cambio que nunca va a suceder. Esto les causa frustración al situarse en medio de una discusión, repetida y sin salida. El ser testigos otra vez del conflicto enganchador, reaccionado con dolor y enojo, a pesar de que conocer la dinámica repetida y sin novedad.
Así día a día, se enojan, se pelean y desgastan el trato que podría funcionar de forma más sana o menos complicación, claro, si se tuviera la preparación emocional que este conflicto antisipa.
Curioso que cuando uno escucha la narrativa de los eventos hasta se ríe, ya que reconoce el patrón irracional. Pero cuando uno es el que está dentro, la víctima o al que dejan de validar, la sensación cambia. La impotencia y el dolor nublan la visión y contaminan los pensamientos. Ocasionando, una vez más, más de lo mismo, una discusión sin solución. Una pelea sin ganador y un abismo que separa hasta a las personas más queridas creando un vació y malestar.
Obvio las personas no cambian, ni el que agrede, ni el que espera que lo dejen de lastimar.
La receta
Controla los detonadores emocionales
Ingredientes:
- 1 taza de reconocimiento – aceptación y validación de los sentimientos propios
- 1 taza de prudencia – encontrar el momento oportuno para dialogar (si es posible)
- 2 manojos de responsabilidad – compromiso con las acciones propias
- 1 cucharada de valor – fortaleza para poder controlar los impulsos sin dejar que el corazon sienta
- 2 pedazos de compasión – permiso para acercarse lo que lastima con humildad y cariño
Recomendación del chef
Reconoce quienes son las personas que te pueden hacer que pierdas el control de tus emociones. Cuando ellos reaccionen tú no respondas. Recuerda que es muy fácil engancharte y perder la razón.
Como controlar los detonadores
- Reconoce que hay acciones y comportamientos de algunas personas que te lastiman. Es importante entender y aceptar cuando uno se siente incómodo, lastimado o desplazado. Es una sensación valida, real y sana. A nadie le gusta que la ignoren.
- Preocúpate más por tus sentimientos que por lo que piensen los otros. Es vital aprender a controlar las respuestas personales con el fin de no explotar o perder el control. Cada quien se debe de hacer responsable de sus acciones y no estar pendiente del comportamiento de los demás.
- Se tú, no trates de pertenecer ni agradar a nadie, reconoce tu valor y tu voz. Empodera tú autenticidad, tú imperfección y tú amor propio. Cuando tu validas tu estado de ánimo y tus sentimientos todo lo demás pierde importancia.
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