Pareciera ser que los seres humanos, nunca alcanzamos el estándar requerido por nosotros mismos del amor. Y por ése motivo el amor nos causa decepción, tras decepción, buscamos amor de otra persona hacia nosotros que incluso lo confundimos con pasión o deseo.

En la gran mayoría de las experiencias hacemos responsables a las personas y no a nosotros mismos, culpamos al entorno familiar, “Nunca recibí amor”, al escolar o laboral “Lo que recibí fue bullying”. ¡Estoy Solo!!!!

Cuando creemos conocernos más, hacemos esfuerzos por superar nuestra soledad interna, y recurrimos a las personas o herramientas que hay a nuestro alcance, Psicólogos, Psiquiatras, Dr. Google, etc. Buscamos la fórmula mágica para encontrar amor. Hasta que frustrados o resignados asumimos que nos tocó “vivir sin amor” o lo que es peor, a decir ¡no recibo amor, no lo doy!

El corazón se endurece, no hay compasión, la apatía y el rencor se manifiestan internamente, pocas veces de una manera abierta, pues se aprende a dar un amor calculador. Ya no amamos.

1 Jn. 4:8 El que no ama no ha conocido a Dios porque Dios es amor.

Pero ¿qué sucede muy dentro de nosotros? Porqué el anhelo de una vida diferente está todavía? ¿Porqué anhelamos el amor perfecto si no existe?

Te diré el secreto: EL AMOR PERFECTO SI EXISTE, y es el que se da con propósito, el amor en su más pura esencia, es Dios mismo, Él es la fuente, el origen mismo. Él tiene un propósito con la humanidad que da inicio por amor.

Jn. 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, (la humanidad) que ha dado a Su Hijo unigénito para que todo aquel que en El cree, no perezca, más tenga vida eterna.

Existe el requisito de creer para obtener. Creer en Su Hijo Jesucristo y obtener la vida eterna, no en nuestra vida humana, sino en nuestro espíritu humano. Dios es Espíritu.

Jn. 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren. (Espíritu de Dios, espíritu humano).

Amemos a Dios, El no nos defrauda, El ama incondicionalmente.

1 Jn. 4:16 Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.