Convocado por la Conferencia Episcopal Norteamericana, finalizó en Orlando, Estados Unidos, el gran encuentro de los católicos americanos.
El evento, considerado el segundo del género en la historia de la Iglesia norteamericana, reunió 3 mil personas. Entre los participantes, 160 eran obispos y había representantes de 200 asociaciones.
La alegría del Evangelio en América
Con el tema «La alegría del Evangelio en América», el compromiso final de los participantes fue el de llevar la Palabra de Dios a las periferias físicas y existenciales del país, lo que fue considerado como una respuesta al llamado del Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium.
Mons. José H. Gomez
El vicepresidente de la Conferencia Episcopal Americana, Mons. José H. Gomez, Arzobispo de los Ángeles, afirmó que el desafío de llevar el mensaje de Cristo a todas partes no lo ve solamente en obispos y clero, sino en toda la Iglesia.
Para Mons. Gomez, ser cristianos, de hecho, no es solamente aceptar a Cristo como nuestro Salvador, sino que requiere ir a las periferias físicas y existenciales de la sociedad.
El prelado agregó que «esas periferias son aquellas partes de nuestras ciudades y áreas rurales que nunca visitamos. Son los lugares donde viven los pobres, las prisiones y los campamentos de nuestros espacios públicos. Son los frutos amargos del abandono, del tráfico y de la injusticia».
Pobreza Espiritual y descristianización
Mons. José recordó al Papa cuando dijo que esos lugares «no son solamente áreas físicas y categorías sociales. Es donde la pobreza es material, pero también espiritual». Él prosiguió afirmando que Francisco «nos dice que en el mundo moderno las periferias están creciendo y que eso es un nuevo territorio de misión» para la Iglesia.
El obispo trató además de la responsabilidad de las élites del país por haber conducido a una «agresiva descristianización» de la sociedad de los Estados Unidos.
«Con la pérdida de Dios, dijo, estamos asistiendo a la pérdida de la persona humana». El resultado, como demuestran las últimas elecciones presidenciales, es un pueblo profundamente «dividido por el dinero, por la posición racial, por el nivel de instrucción y por los contextos familiares, que tiene miedo del futuro y se siente impotente y excluido».
Respuesta a la crisis
La respuesta a esa crisis, concluyó el arzobispo de Los Ángeles, es «la imitación de Jesús y el encuentro con las personas en los lugares de sufrimiento y de injusticia, donde las personas son olvidadas». (JSG)