Es difícil conocer a las personas, pero, a veces, ellos mismos ayudan a dejarnos ver sus lados oscuros, porque los de luz están a la vista. Andrés Manuel López Obrador ha ido conquistando voluntades a lo largo del tiempo, en todo el país, su nivel de conocimiento entre la población es casi total. Las encuestas reflejan eso, por lo que se perfila como el próximo presidente.

Sin embargo, una parte de su personalidad se niega a cubrir los aspectos que nadie debiera conocerle, menos si se trata de características que infundirían miedo en la población acerca de cómo sería su desempeño como presidente.

Su carácter no da para que haya opiniones, es un convencido de que la verdad le asiste y que nadie puede tener una mejor idea que las de él. En Morena nadie cuestiona su autoridad, su poder es absoluto.

Sus matices en los discursos son una pantalla débil que a la menor provocación deja de lado para dejar salir su propio yo. Los que le siguen opinan tan diferente y argumentan de manera tan opuesta que nadie sabe a quién creerle.

Su amor y paz le ha funcionado para no meterse en problemas de opinión, su largo caminar por el país lo ha mantenido fuera de foco de los medios de comunicación por lo que solo se sabe lo que dice frente a la gente y lo poco que declara a quienes están asignados a su trabajo proselitista.

Hace unos días tuvo una entrevista con seis periodistas, de diversa formación y perfiles, parecía una locura enfrentarse a todos, pero tiene el aplomo, la experiencia y el carisma para hacerlo; él lo sabe, por lo que aceptó la entrevista, a sabiendas de que era una celada.

Se defendió muy bien, pero hubo pequeños espacios en los que le ganó su ego, por ejemplo, cuando le preguntaron sobre el nuevo aeropuerto de la CDMX, sin pensar en la trascendencia de la respuesta, dijo: echaremos abajo ese proyecto y construiremos dos pistas en el campo militar de Santa Lucía.

Una bomba para el empresariado mexicano que de golpe y porrazo descubre que sus matices en la comparecencia durante la Convención Nacional Bancaria eran eso, matices que buscaban conseguir tregua, y, hasta de paso, un poco de apoyo del sector financiero.

Luego, en otro momento, cuando se le cuestiona sobre las reformas estructurales, cae en la trampa y empieza diciendo, ni el término nos pertenece, son imposiciones de organismos internacionales, son recetas a seguir, porque nuestro país tiene más de treinta años sin agenda propia.

Pum, otro estallido de carácter, y añadió: revisaré los contratos uno por uno, cuando eso pudo y puede hacerse en cualquier momento, dado que son públicos, pero no resistió la oportunidad de mandar el mensaje al hijo del Tata Lázaro, de que sí será derogada la reforma energética, aunque de paso pierda muchos votos, lo cual, desde luego, sabe, pero no le importa porque ya se siente presidente.

Un hombre de estado sabe que destruir la imagen honorable del país en el contexto internacional sería un desastre para el país; es más, sabe que no podría hacerlo, pero no le importó mentir.

Luego llegó el tema de la reforma educativa y, de nuevo, su soberbia le gana cuando sin ambages señala que será echada abajo. Agrega, a sabiendas del daño que se hace a sí mismo, que la rectoría de la educación en Oaxaca será regresada a la CNTE. Luego le manda un recado a la maestra Elba Esther Gordillo para que entienda que al igual que Napoleón Gómez Urrutia, ella podría recibir algo.

Todos sabemos que Napito será senador de la República, gane o pierda el Peje, porque ya decidió regalarle ese escaño en la Cámara Alta, al igual que a otros amigos suyos, como la acusada de secuestros Nestora Salgado.

Pero lo peor estaba por llegar, cuando le preguntan sobre los derechos de los miembros de la comunidad LGBT y dice que no desea contestar para no dar la nota, dejando en claro que está en contra de que tengan los derechos que hasta ahora han alcanzado.

Esa sola declaración lo deja sin el voto de homosexuales, bisexuales, lesbianas y transexuales que desean convivir en sociedad en igualdad de condiciones con los demás. Ya ni hablar de que puedan acceder, esas parejas, a las adopciones de pequeños huérfanos.

Su doctrina es férrea, el adventismo del séptimo día es una vertiente cristina protestante que surge en el Siglo XIX en Estados Unidos, que tiene al sábado como día de descanso y que tiene su énfasis en una inminente segunda venida de Cristo. Sus enseñanzas están basadas en las Sagradas Escrituras, La Trinidad y la salvación por gracia.

Tienen algunas creencias distintivas, como el estado inconsciente de los muertos y el juicio investigador. Promueven el vegetarianismo y los estilos de vida conservadores.

Su doctrina se basa en las cinco solas que resumen las creencias teológicas básicas de los protestantes: La Biblia como la única norma de fe y práctica de los cristianos, Cristo como único mediador entre Dios y los hombres, la Salvación como un don divino recibido únicamente mediante la fe que tiene el propósito de vivir una vida que glorifique solamente a Dios.

No hace lío con la fe de AMLO, lo que hace lío es que no lo digan, que lo oculten, y hasta él mismo solamente se asume como cristiano en términos genéricos, y en ese concepto todas las religiones caben. Él lo sabe y juega con la información. Un católico es cristiano, pero no es protestante, solo por citar un ejemplo.

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