La Iglesia católica española durante décadas, ha silenciado en forma reiterada los casos de pederastia, no facilitando desde su cúpula eclesiástica, los datos sobre los procesos que han sido conocidos o instruidos con los años; debido a que solo tres de las setenta diócesis consultadas hasta el momento, han querido gestionar los informes que son al fin de cuentas, los protocolos solicitados a sus obispos para conocimiento de la la Fiscalía.
Es una problemática de mayúsculas proporciones, el hermetismo ejercido a través de los años, por parte de los “tribunales eclesiásticos”, los cuales cierran filas ante la posible exposición pública de quienes han sido “juzgados” a lo interno de la Iglesia o denunciados, como posibles perpetradores sexuales, sin permitir que estas denuncias, sean conocidas por la Fiscalía española, quien ha sido puesta en autos solo en contadas excepciones.
La postura contraria a la moral y buenas costumbres, profesada mediante un doble discurso, por parte de un sector importante del clero, no solo es deleznable sino también, empaña todo el marco “ético- religioso” de una institución que se ha visto cuestionada desde diversos flacos políticos, económicos y sociales, durante muchos siglos.
Porque la Iglesia Católica como institución religiosa que es, tiene la obligación de enfrentar estos hechos como se debe y con esto me refiero, a recurrir a las instancias judiciales correspondientes en aras de vivir una fe, más justa y acorde con los ideales de la justicia social que predica. Debido a que si no lo hace, se convierte en cómplice inmaterial de un flagelo que utiliza la fe, como medio de captación de sus víctimas que en su mayoría son menores de edad, quienes con los años han logrado salir adelante por si solos, dentro de una sociedad permisiva y enferma, si permite que estas situaciones continúen ocurriendo.
Es plausible el esfuerzo realizado por el Papa Bergoglio, quien en el último tiempo, ha censurado éstos hechos y otros, al instar a todas las víctimas de abuso sexual a que alcen su voz y denuncien, la serie de referidas anomalías sexuales, dentro de una tergiversación de la conducta humana, la cual no se percibe ajena para nadie.
Todos nosotros como Sociedad Universal seamos practicantes o no de cualquier religión, estamos en la obligación de visibilizar y concientizar a los demás seres humanos, sobre esta problemática.
Y es aquí, donde entra en escena la propuesta del artista de la pintura española, José Ramón Basilovich, quien a través de sus trazos valientes en tonos de blanco, negro y grises, juega con las sombras y la luz para mostrarnos desde otra perspectiva, ésta realidad desgarradora, conocida como la cara oculta de la pederastia, dentro del seno de una Iglesia Católica, donde los avatares de una sexualidad mal encausada, lesionan a los más débiles, mediante el abuso de una posición de confianza que en todo caso, hace uso de las relaciones de poder, para cosificar y sodomizar a los niños, quienes posteriormente, son excluidos por la misma religión que por siglos, ha expresado su repudio hacia la homosexualidad, viendo la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio.
Los jóvenes de hoy, son el resultado de las pasadas generaciones y sus vivencias, las cuales se ven desnudadas en la obra de Basilovich, quien desde lo más profundo de su Ser, nos hace participes conscientes de las atrocidades que genera la sexualidad reprimida, cuando se vuelve permisiva para todo y casi todo, excepto la procreación desde el punto de vista religioso, alimentando la lascivia de un doble discurso moralista y absurdo que niega, los errores cometidos a lo interno de la Iglesia y sus sacerdotes, pero exalta el silencio más allá de todo.
Por otra parte, es en la gama de trazos finos y líneas gruesas que este artista español, nos llega al alma y toca nuestro corazón, derritiendo los inviernos más profundos dentro de nosotros mismos, enfrentando los propios demonios y también los ajenos, armado solo con el poder de su pincel, empapado del blanco y negro, para visibilizar a un aparato religioso, católico, apostólico y romano, censurador y misógino, donde principalmente se repudia la naturaleza de la sexualidad que es inherente a todos nosotros y más, con este tipo de actos de pederastia…
Nuestro respeto y profunda admiración a José Ramón Basilovich, por pintar la vida y las líneas del cuerpo como son, lienzos suaves y eternos que reflejan la esencia de la pasión y encienden el fuego, más allá del corazón…