La salida precipitada y caótica de las tropas de Estados Unidos de Afganistán ha provocado un caos político y social a nivel mundial que todavía hoy sigue coleando. Tras dos décadas de tutela occidental los talibán han vuelto a tomar el control del país, con las graves consecuencias que acarreará para las minorías y todo aquel que no siga el fundamentalismo islámico de los talibán.
En Afganistán la presencia católica era prácticamente inexistente. La única iglesia del país se encontraba en el interior de la embajada de Italia donde podían únicamente acudir ciudadanos extranjeros. Fuera de esos muros el proselitismo estaba prohibido y la presencia de algunas monjas se ceñían a la atención de las personas más necesitadas.
El Papa San Juan Pablo II estableció la misión “sui iuris” en Afganistán en mayo de 2002 y se la encomendó a los Clérigos Regulares de San Pablo, conocidos como los Barnabitas. El superior de la misión católica sui iuris desde 2014 en Afganistán es el padre Giovanni Scalese, que tuvo que salir precipitadamente del país y estuvo a punto de no poder hacerlo.
En el programa de Radio María España “Perseguidos pero no olvidados” de Ayuda a la Iglesia Necesitada, el padre Scalese ha hablado sobre esta grave crisis en el país asiático y su salida del país.
“Gracias a Dios estoy bien. Nuestra salida de Afganistán ha sido un verdadero milagro. El día después de partir fue cuando se produjo la explosión del atentado. Si no hubiéramos salido ese día quizá no hubiéramos podido irnos”, comentó el religioso italiano.
Explicando la situación de la Iglesia en Afganistán explicó que la comunidad católica es una “comunidad siu iuris” que está “compuesta exclusivamente por el personal de las embajadas de las instituciones humanitarias y casi todos han dejado Afganistán”.
Sobre los escasos católicos que hay en Afganistán y que no han podido abandonar el país, Scalese dijo que “en este momento la única ayuda que se puede dar es la oración. El pasado domingo el Santo Padre ha hecho una llamada a la oración y el ayuno por Afganistán. Yo mismo he podido experimentar personalmente que la oración unánime de la Iglesia es muy eficaz”.
En otra entrevista con la agencia italiana SIR, el religioso responsable de la misión pedía: “sigamos orando por Afganistán. No podemos abandonar este país y a su gente que sufre”.
De vuelta pero con sus niños
El propio padre Scalese junto a cinco misioneras de la Caridad y 14 niños huérfanos y jóvenes discapacitados a su cuidado lograron finalmente salir del país y aterrizaron en el aeropuerto romano de Fiumicino el 25 de agosto. Muchos de estos huérfanos están en sillas de rueda y tienen entre 6 y 20 años.
“Lo dije y lo hice. Nunca hubiera regresado a Italia sin estos niños. No podíamos dejarlos allí», sentenció el religioso barnabita.
“Nuestro centro ya no está abierto, está cerrado y estamos destrozadas”, explicaba a su llegada a Italia una de estas monjas. «Está hecho, no hay esperanza en Kabul».
El padre Scalese señalaba la dificultad de la presencia de la Iglesia en Afganistán aún sin la presencia talibán: “Desde sus inicios, la misión católica nunca ha bautizado a ningún afgano porque esto está estipulado en los acuerdos desde el principio. Nuestra presencia está exclusivamente al servicio de los católicos extranjeros no afganos. Las Misioneras de la Caridad trabajan con los afganos de una manera totalmente neutral… y no hacen proselitismo”.
El trabajo de la misión se limita a actividades caritativas y humanitarias porque la fe islámica es reconocida como religión estatal en el país de 37 millones de personas “y la conversión a otras religiones es un crimen de apostasía”, explicó el padre Scalese.
Sobre estos últimos días, el religioso aseguraba que aunque se encontraba “preocupado” porque los talibán tomaran Kabul se sentía seguro en el interior de la embajada Italiana. “Fuera de las puertas de nuestra embajada había talibanes que, si hubieran querido hacernos daño, podrían haberlo hecho. Pero no pasó absolutamente nada”, recordó. “Estaba más preocupado por las Misioneras de la Caridad, que se habían quedado en sus casas y por lo tanto estaban más expuestas y asustadas”.
Mientras intentaban lograr tomar el vuelo hacia Italia el padre Scalese asegura que “nunca” se sintieron “solos” y que tanto las autoridades eclesiásticas como las civiles estuvieron en contacto con él. También el Papa –confirmó- “estaba muy interesado en el asunto y le dio seguimiento”.
No fue fácil lograr salir de Afganistán. Lo intentaron varios días antes de finalmente lograrlo. En un momento dado el grupo se vio obligado a regresar del aeropuerto “porque la situación se estaba deteriorando”.
«Los talibanes, entre otras cosas habían emitido una advertencia de que cerrarían las carreteras hacia el aeropuerto a los afganos, permitiendo que solo los extranjeros pasaran», agregó el padre Scalese. “Nada más llegar, nos embarcaron en un vuelo militar que, tras una escala en Kuwait, llegó a Roma”.
Pese a que hora se encuentra en Italia tras su abrupta salida él sigue teniendo la misión en el centro de su corazón. “Si las condiciones fueran las adecuadas para regresar no tendría ningún problema en hacerlo”, confesó el religioso.
Sin embargo, explicó que esta decisión no depende ahora de él. “Si la Santa Sede cree que existen condiciones para retomar la misión, ¿por qué no?”, se preguntó.
Scalese lo tiene claro en este sentido: “no nos preocupamos por la política, sino por servir al pueblo afgano”.