Los cristianos constituyen la confesión religiosa más perseguida en el mundo. Esa triste realidad viene refrendada informe tras informe sobre persecución religiosa en el mundo. Uno de esos informes más recientes fue la a Lista Mundial de la Persecución 2023, de Puertas Abiertas, que constató que el número de cristianos perseguidos se ha triplicado desde 2011.
También el Papa tuvo, recientemente en su viaje a Hungría, palabras expresas de agradecimiento a las autoridades húngaras en ese sentido: «Quisiera agradecerles por la promoción de las obras caritativas y educativas inspiradas por dichos valores y en los que se empeña la estructura católica local, así como por el apoyo concreto a tantos cristianos que atraviesan dificultades en el mundo, especialmente en Siria y en el Líbano», afirmó.
El informe de Puertas Abiertas constataba que más de 360 millones de cristianos son perseguidos y discriminados por su fe, uno de cada siete en el mundo, uno de cada cinco en África, dos de cada cinco en Asia y uno de cada 15 en Hispanoamérica. Los diez países donde mayor persecución sufren los cristianos son Corea del Norte, Somalia, Yemen, Eritrea, Libia, Nigeria, Pakistán, Irán, Afganistán y Sudán.
Lo más lamentable de esta situación es que difícilmente hay gobiernos que reaccionen ante esta situación. Nadie, excepto la Hungría de Víctor Orbán, que tiene un secretario de Estado para la Ayuda a los Cristianos Perseguidos –Tristan Azbej–, considera relevante que los cristianos sean masacrados sistemáticamente.
Los medios de comunicación tampoco lo incluyen en su agenda. Pero una sola muerte en Estados Unidos, la de George Floyd a manos de un policía (condenado por homicidio accidental, homicidio no intencional con desprecio por la vida y homicidio no intencional en la comisión de delito grave), provocó que grandes multinacionales, deportistas de todo el mundo, estrellas de Hollywood y gobiernos se adhirieran al movimiento ‘Black Lives Matter’. Una situación triste también, pero incomparable con el sufrimiento generalizado de los cristianos.
Las vidas cristianas, a tenor del silencio oficial, valen menos para Occidente, que mira hacia otro lado aunque las matanzas sean habituales. Las últimas se produjeron en el Congo, donde 72 cristianos, entre ellos un sacerdote, fueron asesinados por Estado Islámico. Según el Barómetro de la Seguridad de Kivu, este grupo terrorista es responsable de 3.375 muertes en el Congo desde 2017. En Nigeria, país cercano, 3.000 cristianos son asesinados cada año. Que las víctimas sean negras ni siquiera ha suscitado la condena de quienes emprendieron aquella campaña sobre el color de la piel.
Ahora, Sudán
Como es sabido, hace unos días estallaron combates entre el Ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés), un grupo paramilitar legalizado en Sudán. El Ejército actúa bajo el mando del actual presidente, el general Abdel Fattah al Burhan, mientras que las RSF están dirigidas por el vicepresidente Mohamed Hamdan Dagalo, alias Hemedti.
Kinga von Schierstaedt, coordinadora de proyectos de Ayuda a la Iglesia Necesitada en África y responsable de los proyectos en Sudán ha explicado: “Es un intento de Hemedti de derrocar a Al Burhan y, al mismo tiempo, el estallido de la tensión latente desde el golpe de Estado de octubre de 2021. En dicho golpe, ambos derrocaron al Gobierno de transición establecido tras la caída del dictador Omar al Bashir en abril de 2019. En el fondo no se trata de ideologías, sino de cómo y con quién gobernar; de intereses, poder, riqueza y la integración de las RSF».
Respecto a cómo está afectando el conflicto a la iglesia católica, ha explicado: “La Iglesia católica sudanesa es muy pequeña, pues cerca del 95% de la población es musulmana, pero como no se trata de un conflicto ideológico o religioso, todos los ciudadanos se ven afectados por igual. Los creyentes, sacerdotes y religiosos no pueden salir de sus casas. La misa dominical se canceló y los sacerdotes no pueden celebran la misa diaria en las iglesias. La vida de fe en las zonas de crisis sólo tiene lugar en las casas”. “Lo único que ahora puede darnos fuerza es saber que nos apoyáis en la oración”.
Quizá una de las razones por las que Occidente no levanta la voz es porque gigantes como China o India apenas toleran la práctica de la fe cristiana. India es el undécimo país del mundo donde más persecuciones se producen y China el decimosexto. Ambos son superpotencias económicas con las que comercian casi todos y, en el caso chino, su modelo de control absoluto de la población es un paradigma que élites occidentales ven con buenos ojos. Mientras tanto, los cristianos siguen sufriendo las consecuencias en su mirada evangélica de paz en el mundo.