Conforme la vida del ser humano transcurre, tendrá que enfrentarse a diferentes experiencias que incluirán muchas cosas positivas, pero también experimentará otras negativas, a continuación, hablaremos de “el rechazo”.
La exclusión, la no aceptación, el sentirse no adecuado, no apreciado, no valorado conforman algunas de las vivencias que llegan a ser precisamente parte del proceso natural de madurar.
Una vez obtenido el aprendizaje de estas experiencias el individuo construirá las herramientas necesarias para lograr una mejor supervivencia en un mundo que le resulta cada vez más complejo.
El presente siglo maligno promueve una sociedad con un sistema de valores que se oponen a la voluntad de Dios, existe por ejemplo la creencia de que hemos venido al mundo para disfrutar y tener éxito sin tener que pagar el precio del esfuerzo.
Existe también dentro de este sistema devaluado, la búsqueda incesante de la compensación inmediata, la baja tolerancia a la frustración, también se fomenta más la diversión y se evita el sufrimiento a toda costa, como resultado de ello tenemos una cultura familiar que sobre protege a los hijos del dolor.
Vivimos en una sociedad que cultiva además el exhibicionismo, el aplauso y la aceptación constante como por ejemplo promover obtener el mayor numero de “me gusta” en las publicaciones de redes sociales, ha ocasionado que las nuevas generaciones sean más sensibles a la crítica y menos tolerantes a la frustración y al rechazo.
Este fenómeno puede ser devastador ya que podrían conducirles a experimentar la soledad y el aislamiento juntamente con sentimientos de tristeza, ansiedad y depresión.
La pregunta seria entonces, ¿dónde obtenemos las herramientas emocionales solidas si de ninguna forma aprendimos a gestionar nuestras emociones?
¿De qué forma podemos aceptar y vivir las emociones, sino tuvimos un modelo o enseñanzas adecuadas?
La respuesta la obtenemos siempre en la palabra escrita.
Marcos 8:31 Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado (rechazado) por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días.
En este versículo vemos algunos asuntos importantes, el primer aspecto seria entender que el Señor Jesús es nuestro modelo, es decir alguien que nos inspira y nos capacita para seguir su ejemplo, la palabra revela que padeció mucho y fue desechado y rechazado, por los suyos y aun anuncio su muerte.
El versículo dice que padecería mucho hasta la muerte.
El rechazo en ocasiones proviene de nuestro círculo más cercano, puede ser laboral o familiar y proviene de personas que son importantes para nosotros, otras veces proviene de extraños sin embargo causara siempre el mismo dolor.
El Señor Jesús revelo en este versículo que el camino que el tomaría, seria ir a la cruz para morir, no discutir, no defenderse, no vengarse, este es un camino difícil porque cada vez que insistimos en defendernos estamos evitando morir al yo.
Mateo 16:25 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.
Es necesario hacer morir el deseo de ser aceptado, es nuestra vida del alma la que no acepta el rechazo de los demás y es en el alma precisamente donde radican todas las ideas, pensamientos, sentimientos, emociones y las decisiones de nuestra voluntad.
Después de la muerte al negar el yo, subsecuentemente podremos experimentar la resurrección, que es el estado donde finalmente trascendemos el dolor.
La parte difícil sería, ¿cómo hacer morir el yo?
1ª P 2:4 Acercándonos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, más para Dios escogida y preciosa.
En este versículo encontramos una manera que sugiere que nos acercamos al Señor en oración, si le buscamos genuinamente y abrimos todo nuestro ser a él, hablando acerca de nuestros sentimientos reales y además le pedimos fortaleza para poder sobrellevar la situación que nos aflige, ciertamente recibiremos la provisión necesaria para vencer todos los aspectos negativos que nos oprimen.
Seremos traídos a la libertad del perdón, podremos avanzar dejando atrás el rechazo, el sentimiento de abandono, la auto lástima, y saldremos del estado de victimización.
Tenga presente esto: El Señor Jesucristo es nuestra medicina, en el encontramos sanidad para nuestro ser, el es viviente, precioso y escogido por Dios para ser nuestro sanador.
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