La Iglesia católica celebra hoy la solemnidad de los apóstoles San Pedro y San Pablo, como lo hace desde el siglo I después de Cristo, además de conmemorar el Día del Papa.
La Fiesta de San Pedro y San Pablo, cuyo nombre oficial es solemnidad conjunta de san Pedro y san Pablo es la conmemoración del martirio en Roma de los apóstoles Simón Pedro y Pablo de Tarso.
Es una de las mayores celebraciones religiosas para los cristianos católicos y ortodoxos, en tanto la fecha, según la tradición, bien es el aniversario de sus muertes o del traslado de sus reliquias.
En las últimas décadas, esta fiesta ha sido de importancia para el moderno movimiento ecuménico como una ocasión en la que el Papa de Roma y el Patriarca de Constantinopla han oficiado servicios diseñados para que sus iglesias más cerca de intercomunión, como participación en lo común.
Este es especialmente el caso durante el pontificado de Juan Pablo II, tal como se refleja en su encíclica, Ut Unum Sint (25 de mayo de 1995), «Todos somos uno».
También se celebra el Día del Papa ya que San Pedro fue el primer Sumo Pontífice antes de ser martirizado en Roma (Italia).
En esta Jornada del Papa los católicos están invitados, de manera especial, a meditar en el ministerio del sucesor de Pedro, el Papa Francisco, a orar por él y a contribuir con limosnas y donativos a su misión evangelizadora y de caridad.
El Romano Pontífice, como sucesor de Pedro, es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad así de los obispos como de la multitud de los fieles, es pastor de toda la Iglesia y tiene potestad plena, suprema y universal además de ser el vicario de Cristo.
Ya en la primera hora de la Iglesia, cuando Pedro estaba en la cárcel, toda la comunidad oraba insistentemente a Dios por él, según se narra en Hechos de los Apóstoles, en los Evangelios.