La Universidad Iberoamericana Ciudad de México quiere ayudar a sus estudiantes a crecer como personas humanas, de bien, al servicio de los demás, ciudadanas y ciudadanos responsables “capaces de impulsar cambios positivos para una mayor fraternidad, para una mayor solidaridad, justicia, verdad, productividad; para la superación de la pobreza, para la superación de las diferencias de género, para la superación de las asimetrías, de las desigualdades, de las discriminaciones”, señaló el Rector, Mtro. David Fernández Dávalos, S. J.
En una misa celebrada durante el ‘Día B’ (día de bienvenida), para agradecer el ingreso a la educación superior de las alumnas y alumnos que en este semestre Otoño 2017 se incorporaron a la IBERO, el Padre David Fernández dijo al estudiantado y familiares que les acompañaron que la Iberoamericana tiene la finalidad de prepararlos profesionalmente y con una alta calidad académica, para que puedan ser personas exitosas.
Pero aclaró que si los jesuitas tienen una universidad (la IBERO es una institución confiada a la Compañía de Jesús; orden religiosa de la Iglesia católica) “es para contribuir a cambiar a México y contribuir a cambiar al mundo. No es sólo para que ustedes sean exitosas y exitosos, sino para invitarlos a que trabajemos juntos en poner remedio a las grandes lacras que tiene nuestro país, que tiene nuestro mundo; para hacerlos más habitables, más justos, más fraternos, más igualitarios”.
A las y los estudiantes que este agosto comienzan sus estudios de licenciatura les adelantó que la IBERO les ofrecerá una serie de herramientas, actividades y mecanismos con los que podrán crecer profesionalmente; pero también humanamente, en solidaridad y junto con otros y otras.
“Una de las divisas que tenemos, que nos gusta decir, es que queremos formar hombres y mujeres junto y para los demás, es decir, en solidaridad con otros, luchando con otros y otras, sobre todo con los sectores populares, para que estén al servicio de los demás, al servicio de la verdad, del bien, de la justicia”.
En referencia a la primera lectura de la misa, ‘Hijo mío, hija mía, que tu primera adquisición sea la sabiduría’, el Padre comentó: “eso es lo que le vamos a pedir a Dios, que no sólo los haga buenos profesionistas, sino personas sabias, que puedan adquirir en su paso por la Universidad esa sensibilidad que da el acercarse a los demás, que puedan tener la intuición y la creatividad de las grandes personas, que puedan hacerse corresponsables del medio ambiente, que ayuden a construir la comunidad que necesitamos”.
“No sólo que sean buenos arquitectos o buenas nutriólogas o buenas abogadas, sino que sean personas sabias, llenas de bondad, y que puedan imprimir en este mundo su sello y su cambio”.
Por ello expresó su deseo, y de los jesuitas, de que las y los estudiantes que hoy ingresaron a la IBERO ojalá entiendan que pueden pasar por la Universidad, y después por la vida, “haciendo la diferencia, cambiando las cosas, imprimiendo un sello desde los valores del amor, de la justicia, la solidaridad, del respeto al medio ambiente”.
Y derivado de la segunda lectura, ‘No hay frutos buenos de árboles malos’, mencionó que la Universidad Iberoamericana Ciudad de México lleva 75 años formando personas que han aportado su talento, conocimiento y voluntad a México; lo cual ha mostrado que la IBERO “es un árbol que ha dado buenos frutos. Y entonces esperamos igual con ustedes ahora aquí, continuar esta tradición de dar buenos frutos, frutos de sabiduría, de humanidad, de conocimiento, de acción transformadora”.
Esa es la petición que el Padre Rector y sus hermanos jesuitas hacen a Dios, para que Él acompañe a las y los alumnos, y les ayude a sacar con éxito los sueños que se han propuesto, y en los que todas sus familias les han venido acompañando.