La identidad de los judíos como pueblo ha estado marcada fuertemente por la diáspora. Tras su expulsión de Palestina en el año 70 d.C., los judíos se han encontrado en constante movimiento, lo que les ha permitido formar nuevas identidades acordes a la región en la que se asientan.
Lo anterior ha traído como consecuencia varias comunidades judaicas que conviven en el marco de una gran comunidad.
El caso de los judíos mexicanos es un fenómeno resiente, por lo cual la articulación de su identidad está atravesada por aspectos culturales importados de las tierras de origen.
El idioma, forma ritual y país de origen han sido factores decisivos en el momento de la formación de las comunidades judías en México. A saber, históricamente nos encontramos con tres grupos:
- Los sefardíes, originarios del Mediterráneo y cuya principal características es el habla del ladino (una mezcla de hebreo y español).
- Los judíos provenientes de Oriente Medio que conservaron como idioma materno el árabe.
- Ashkenazíes o judíos europeos hablantes del yidish.
Los judíos de la Nueva España
Si bien las comunidades actuales provienen de migraciones recientes, la presencia de los judíos en México tuvo un primer episodio durante la Conquista.
Sin embargo, los judíos que llegaron de mano de los conquistadores, tenía como antecedente principal la reconquista católica de la Península Ibérica y la intolerancia religiosa.
Ello significó que los primeros judíos en México poseían la calidad de cristianos nuevos; apelativo que refería a los judíos conversos al cristianismo tras la dura limpieza étnica en España de 1492.
Debido a la persecución religiosa en España, que detonó la instauración de la Inquisición, miles de judíos vieron en la conversión la posibilidad de ascenso social y supervivencia. No obstante, la prosperidad de los cristianos nuevos rápidamente fue objeto envidias y calumnias.
Aunque es verdad que existieron grupos de judíos que se adhirieron genuinamente al cristianismo, lo cierto es que el criptojudaísmo o la práctica secreta del judaísmo fue una tendencia mayoritaria entre los cristianos nuevos; a este grupo se le denominó de forma peyorativa como marranos.
Tras la llegada de Colón a América, los judíos que practicaban su fe clandestinamente vieron en el Nuevo Mundo la posibilidad una mayor libertad.
Este es el caso de Hernando Alonzo, el constructor de barcos de Hernán Cortés, quien fue condenado a muerte durante la Conquista tras descubrirse su calidad de judío.
Limitación de la primera migración
Pese a la persecución manifiesta, la migración judía a la Nueva España rápidamente se hizo presente. Como resultado, la Inquisición dejó su flexibilidad inicial y comenzó las persecuciones contra judíos e indígenas heréticos.
Otro de los factores determinantes contra la primera migración judía en México fue la implementación de la pureza de sangre; una ley española que buscaba limitar el asenso de los cristianos nuevos en puestos prominentes.
En su versión novohispana, la pureza de sangre prohibía el acceso de nuevos cristianos a las Indias. El objetivo era evitar la infiltración de judíos, musulmanes o herejes en la instituciones de la Nueva España. Para ello se estableció un sistema burocrático que solicitaba la comprobación de la ancestría cristiana.
Aún con las restricciones, se dieron numerosos casos de falsificación de actas de comprobación del estatus de cristiano viejo, y la presencia de los judíos en las Indias ya era una realidad desde los primeros días de la colonización.
Empero, la pureza de sangre fue una limitante para una migración abierta, lo cual hizo de la presencia de judíos en México una imagen casi nula durante los siglos del Virreinato. La migración a naciones más liberales y la pérdida de identidad terminaron con la primera intención de un judaísmo mexicano.
Nuevo León, un Estado de origen judío
Un caso excepcional durante la Conquista fue la fundación de Nuevo León a manos de un judío. Debido a que los conquistadores consideraron la región noreste de México como demasiado hostil, se le puso poca atención a la expansión de la Colonia en esa zona.
En 1573 Luis de Carvajal y de la Cueva, esclavista portugués y nuevo cristiano, realizó una expedición por el actual San Luis Potosí. Dicho viaje le permitió reunirse con otros personajes de origen judío.
Posteriormente recibió una carta de la corona con la autorización para asentarse en la región noreste de México. Carvajal designó la zona como Nuevo Reino de León, actualmente Nuevo León; lugar en el que también se autorizó que los cristianos nuevos pudieran arribar.
Ya como gobernante, Carvajal organizó la migración de cristianos nuevos de Portugal a Nuevo León. Sin embargo, años después fue destituido y arrestado bajo acusaciones de practicar rituales judíos y de poco ímpetu en la conversión de indígenas.
Pese a que la rehabilitación de Carvajal estaba próxima, murió en una cárcel de la Ciudad de México en 1591. Tiempo después miembros de su familia volvieron a ser arrestados y condenados a la hoguera. Como consecuencia, los Carvajal cambiaron su apellido a Lumbroso, formando una dinastía rabínica en Italia. El cambio de apellidos fue una constante entre los judíos novohispanos.
Se puede deducir que durante el gobierno de Carvajal Nuevo León fue una colonia judía discreta. Tras la persecución, muchos judíos fueron disolviendo sus tradiciones e identidad, sin embargo la huella del judaísmo aún es presente en la vida de muchas familias mexicanas.
La comunidad en el México contemporáneo
La historia de las comunidades de judías actuales tiene como principal antecedente la independencia de México, con la cual también cesó la inquisición. Sin embargo, la promulgación de las Leyes de Reforma y el decreto de tolerancia religiosa del Emperador Maximiliano fueron los agentes que posibilitaron la práctica abierta del judaísmo en el país.
Como consecuencia, durante los primeros años del siglo XX se potenció la migración judía a México. Para 1917 México tenía por primera vez un rabino, pese que la comunidad no superaba los 300 individuos.
Poco a poco, judíos provenientes de Polonia, Rusia, Siria, Francia y el Imperio Otomano fueron formando una nueva comunidad en México. Sin embargo, en esta segunda diáspora la identidad del judío se reconstruyó a partir de la identidad de los países de origen. Con ello, los primeros migrantes judíos también replicaron sus actividades y roles sociales en el México moderno.
El comercio, la usura y las ventas de abono, fueron las primeras actividades a los que los judíos mexicanos se dedicaron en México. Pese que provenían de regiones distintas, la joven y pobre comunidad judía supo estrechar lazos bajo el estandarte de la tradición religiosa.
Inicialmente los judíos se asentaron en el barrio de la Merced, lugar donde comenzaron a prosperar económicamente y donde se fundó la sinagoga Justo Sierra, la primera en México.
Un aspecto importante que ha permitido la prosperidad de los judíos en distintas naciones es la valoración de la comunidad frente al individuo. Factor que también ha sido crucial para el éxito de la comunidad en México.
El conocimiento del ladino por parte de la comunidad sefardí, el grupo más fuerte durante el inicio de la migración, permitió una rápida inserción en la sociedad mexicana.
Una doble identidad: Mexicano e Israelí
Poco a poco la comunidad judía comenzó a reunirse en nuevos espacios que le permitieran crear instituciones sólidas. Con ello los judíos migraron inicialmente a la colonia Roma y Condesa, y más recientemente a Polanco y Cuajimalpa. En dichos lugares han podido establecer sinagogas, museos y colegios; espacios en los que han formado una identidad acorde al barrio.
Para el censo nacional de 2010, la comunidad judía se calculó en 67,467 individuos. Entre los aspectos más sobresalientes se encuentra que el 90% de los niños y jóvenes judíos reciben educación en instituciones propias de la comunidad, lo cual también ha significado un nuevo rasgo de la comunidad judía mexicana: el sionismo.
Pese a que la comunidad judía ha asimilado sin dificultad aspectos de la cultura mexicana, actualmente podemos hablar de una identidad doble. Tragedias como el holocausto y la melancolía por el pasado bíblico, han hecho que la población judía mantenga una fuerte lealtad con el proyecto sionista. Sin embargo, la migración de judíos mexicanos a Palestina no ha tenido grandes números.
El dilema ético y político que implica el proyecto israelí ha provocado distintas reacciones sobre la comunidad judía; juicios que pocas veces se han visto sobre las poblaciones minoritarias en México. No obstante, la comunidad judía está constituida por una amplio abanico de interpretaciones religiosas que van de la ortodoxia a la indiferencia religiosa y política.
Actualmente los judíos mexicanos destacan en numerosos aspectos de la vida intelectual, económica y política de México. La lealtad y la apropiación cultural han permitido hacer de la diáspora mexicana una comunidad fuerte.