La comisión independiente que investiga los abusos en el seno de la Iglesia Católica en Portugal ha emitido un informe en el que anuncia que al menos 4.815 niños han sido abusados por miembros de la Iglesia durante los últimos 70 años.
Según un informe basado en más de 512 testimonios, la comisión ha estimado que el número de víctimas supera las 4,800, según ha anunciado hoy su coordinador, Pedro Strecht. Del total de las denuncias recibidas, se ha enviado a la Justicia 25 casos porque en su mayoría ya están prescritos, aunque la comisión prepara una lista de abusadores que se encuentran todavía en activo.
«Queremos rendir un sincero homenaje a quienes fueron abusados víctimas durante su infancia», ha dicho Pedro Strecht. «Son mucho más que una estadística«.
«No es posible cuantificar el total de crímenes», ha admitido Strecht, que ha denunciado que «la mayoría de las víctimas fueron abusadas más de una vez«.
«La mayoría de los perpetradores eran sacerdotes y la mayoría de las víctimas eran hombres», según ha explicado Strecht, quien ha agregado que «fueron abusados en escuelas católicas, casas de sacerdotes o confesionarios, entre otras ubicaciones».
Por su parte, la Iglesia ha anunciado que está preparada para «tomar las medidas apropiadas».
La comisión portuguesa inició su trabajo en enero del año pasado después de que un informe en Francia revelara alrededor de 3.000 sacerdotes y funcionarios religiosos abusaron sexualmente de más de 200.000 niños. Las acusaciones de abuso provienen de personas de varios orígenes, de todas las regiones del país y también de ciudadanos portugueses que viven en otros países de Europa, África y las Américas.
Víctimas a los 11 años
La mayoría de las víctimas ha sido abusada más de una vez y alrededor de un tercio ha sufrido abusos durante al menos un año -en algunos casos hasta siete años-, según concluye la investigación.
El informe reverla que entre las víctimas, el 53% son niños y comenzaron a sufrir abusos entre los 10 y 14 años, aunque la edad media apenas supera los 11. La mayoría ronda hoy los 52 años y alrededor del 20% está en los 40.
Casi el 60% residía con sus padres y pocos revelaron lo que estaba ocurriendo. Como media tardaron diez años en contarlo y más de una cuarta parte apenas se atrevió a hablar cuando se puso en marcha esta investigación.
Muchas víctimas que revelaron los abusos a sus familiares no fueron creídas e incluso fueron rechazadas. En concreto, el informe apunta a que el 77% de las víctimas nunca presentó una queja ante la Iglesia y solo en un 4% hubo una denuncia ante la Justicia.
La mayoría de los abusadores fueron hombres y sacerdotes
Las víctimas sufrieron violaciones y todo tipo de abusos. El informe también ha revelado que la mayoría de los abusadores fueron hombres (96%) y sacerdotes -alrededor del 77%-.
Los abusos se sucedían en seminarios, dependencias de las iglesias, confesionarios, casas parroquiales, centros de acogida, escuelas o instituciones deportivas.
Por zonas, los delitos se registraron en todo el país, con especial incidencia en Lisboa, Oporto y Braga, y afectaron a víctimas de todas las clases sociales.
«Trágica realidad» de abusos
La investigación sobre abusos en la Iglesia lusa reveló una «trágica realidad», ha afirmado este lunes el presidente de la Conferencia Episcopal de Portugal (CEP), José Ornelas, que ha defendido «tolerancia cero» frente a los abusadores, pero descartó una «caza de brujas» en el seno de la Iglesia.
«Pedimos perdón a todas las víctimas», ha reiterado Ornelas, que ha admitido que la cifra de abusos le impresionó y ha considerado que son «crímenes hediondos» y una «herida que nos duele y nos avergüenza».
«Los abusadores no tienen lugar» dentro de la Iglesia y deben asumir sus responsabilidades «criminales y morales», ha defendido Ornelas, que ha evitado adelantar si la Iglesia avanzará con nuevas investigaciones en el futuro.
El obispo ha insistido en que el tema debe preocupar a todas las instancias de la Iglesia y ha apuntado que esta «preocupación tiene que estar presente» en la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en agosto en Lisboa, con la presencia del papa Francisco.