El cardenal Gerhard Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, señala: “Si somos cristianos, somos cristianos. Hay que asumir las consecuencias. Si nos casamos como cristianos, debemos asumir las consecuencias”
En una entrevista concedida al medio portugués Observador, el cardenal Gerhard Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, asegura que “no se pueden tener dos tipos de cristianismo: uno para una élite, que respeta la palabra de Dios, y otro para otros, a quienes se imponen ciertos derechos y sacramentos, dejando correr la vida tal como es”.
“Si somos cristianos, somos cristianos. Hay que asumir las consecuencias. Si nos casamos como cristianos, debemos asumir las consecuencias”, ha defendido Müller, al tiempo que ha recordado el deber de respetar la realidad del sacramento que se recibe.
El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe ha subrayado que el sacramento del matrimonio “es indisoluble por la voluntad de Dios” y “nadie puede cambiar eso”. Sobre los católicos que contrajeron matrimonio y después se divorciaron, Müller señala: “Una posibilidad es volver al legítimo esposo o bien renunciar a las relaciones que no son válidas.”
Preguntado por las diversas interpretaciones de Amoris laetitia, el purpurado alemán responde: “No creo que el Papa haya cambiado la doctrina de la Iglesia, la doctrina dogmática no se puede cambiar porque se basa en la Revelación y el magisterio de la Iglesia.”
“El Papa Francisco, en relación con la doctrina del matrimonio, ya ha dicho que es muy clara y que está muy bien formulada y no sólo está relacionada con las palabras de la Biblia, resulta de la doctrina establecida a lo largo de dos mil años”, apunta.
En este sentido, Müller sostiene que “no podemos ignorar el Concilio de Trento, por ejemplo, o la doctrina sobre el matrimonio redactada en la [Constitución pastoral] GS resultante del Vaticano II, ni lo que se dice en la [exhortación apostólica] Familiaris Consortio [de Juan Pablo II ], o en la encíclica Caritas in veritate, del Papa Benedicto XVI”.
El problema de hoy en día, según señala Müller, es cómo dirigirse al gran número de personas que no entienden la doctrina cristiana en relación con el matrimonio y que comparten otra mentalidad que no es favorable a la vida y prácticas cristianas.