Es común en el arte cristiano encontrar dos letras griegas: alpha (Α) y omega (Ω). Esas dos letras tienen una antigua historia en el cristianismo y están arraigadas en el libro del Apocalipsis, donde Dios dice: “Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, «Aquel que es, que era y que va a venir», el Todopoderoso” (Apocalipsis 1,8).
Después, en el mismo libro del Nuevo Testamento, Jesús atribuye esa frase a sí mismo diciendo, “Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin; al que tenga sed, yo le daré del manantial del agua de la vida gratis. Esta será la herencia del vencedor: yo seré Dios para él, y él será hijo para mí” (Apocalipsis 21, 6-7). Y de nuevo, un capítulo después, Jesús dice: “Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin” (Apocalipsis 22,13)
Como resultado, desde los primeros inicios del cristianismo, la primera y la última letras del alfabeto griego se usaban para afirmar la divinidad de Jesucristo. Las letras también eran usadas por los primeros cristianos como un monograma para el nombre de Jesús y se usaban para representar simbólicamente a Jesús en el arte. Empezó a usarse en representaciones artísticas en el siglo IV y continúa siendo una característica estándar en las iglesias de hoy.
Además, las dos letras griegas tienen una correlación espiritual con la comprensión del judaísmo antiguo de los atributos de Dios. Según la Enciclopedia Católica, “la [palabra] hebrea para verdad es Emeth. Está compuesta por tres letras: Aleph=Alfa, Mem=Mi, y Thaw=Theta. El Aleph y el Thaw son la primera y la última letras del alfabeto hebreo, así como el alfa y la omega lo son del griego. De esta manera, la palabra Emeth (verdad) empieza con la primera letra del alfabeto y acaba con la última. Los antiguos eruditos judíos lo veían místicamente y creían que “el Aleph o la primera letra de Emeth (verdad) denota que Dios es lo primero de todas las cosas. No había nada antes que Él de quien hubiera podido recibir la plenitud de la verdad. El Thaw, o última letra, de alguna manera significa que Dios es lo último de todas las cosas. No habrá nadie después de Él a quien pudiera legar”.
Así que la próxima vez que veas el alffa (Α) y la omega (Ω), piensa en Jesús, la Verdad que puede hacerte libre.