os católicos pueden tener un vocabulario extraño a veces. Cuando un católico necesita saber las horas de los servicios de la iglesia el domingo, buscará los “Horarios de Misa”. Las parroquias también enumeran misas diarias y misas para los días festivos. Incluso las bodas y los funerales católicos tienen lugar muy a menudo como parte de una misa. Para la cuna católica, esto será una obviedad, pero para el forastero, la palabra “misa” puede parecer una jerga extraña.
¿Qué significa “misa” y por qué los católicos usan esa palabra?
La palabra “misa” proviene de la palabra latina missa, que significa ser “enviado”. Esta palabra latina se ha utilizado desde el siglo VI o VII para describir la celebración católica de la Eucaristía, nuestro principal servicio litúrgico. La palabra se usa en la conclusión de la celebración, cuando el sacerdote o diácono dice en latín Ite, missa est.
La traducción literal de esta frase es: “Vayan, ha sido enviado”. Santo Tomás de Aquino escribió un comentario sobre estas palabras y explicó en su Summa Theologiae: “Y de ahí deriva el nombre de la misa… el diácono los festivos despide a la gente diciendo: ‘Ite, missa est’, es decir, la víctima [Jesús] ha sido enviada a Dios a través del ángel, para que sea aceptada por Dios”.
El papa Benedicto XVI también amplió estas palabras en su encíclica Sacramentum Caritatis, pero se centró en un significado espiritual diferente detrás de la frase. Escribió: “En la antigüedad, missasimplemente significaba “despedida”. Sin embargo, en el uso cristiano adquirió gradualmente un significado más profundo. La palabra “despido” ha llegado a implicar una “misión”. Estas pocas palabras expresan sucintamente el carácter misionero de la Iglesia. El Pueblo de Dios puede ser ayudado a comprender más claramente esta dimensión esencial de la vida de la Iglesia, tomando el despido como punto de partida“.
En lugar de ver las palabras del sacerdote o diácono como una conclusión de la celebración, el Papa Benedicto las vio como un comienzo.
El papa Benedicto XVI aprobó las frases “Ite ad Evangelium Domini annuntiandum” y “Ite in pace, glorificando vita vestra Dominum” (“Vayan y anuncien el Evangelio del Señor” y “Vayan en paz, glorificando al Señor con sus vidas”. Ambos despidos se centran en el carácter misionero de la misa y en la forma en que los que se sientan en los bancos están destinados a salir al mundo sostenidos por la Eucaristía que acaban de recibir.
Visto en este marco, la misa no es sólo una celebración suelta un domingo o un día laborable o festivo, sino un punto de partida para un viaje de toda una vida de testimonio cristiano. El sacerdote, en el lugar de Cristo, envía a sus feligreses al mundo para que sean faros de luz, colocados sobre una colina para que todos los vean.