El repudio de la eutanasia activa y la importancia de los cuidados paliativos para aliviar esfuerzos y sufrimientos, son los conceptos que se reiteran con fuerza en la Declaración conjunta redactada al término de la reunión, del 2 al 4 de mayo en Jerusalén, de la Comisión bilateral del Gran Rabinato de Israel y de la Comisión de la Santa Sede para las relaciones religiosas con el judaísmo, dirigida por el cardenal Kurt Koch, prefecto del Dicasterio para la promoción de la unidad de los cristianos.

El cuidado de los enfermos terminales

Durante esta XVII reunión, la primera presencial tras cinco años, se formularon las Consideraciones judías y católicas sobre el cuidado en la enfermedad terminal: lo que está prohibido, permitido, lo que es obligatorio, partiendo del principio básico de que «para judíos y cristianos, cuidar a los enfermos terminales con fe, respeto y amor, significa verdaderamente encender una luz de confianza y esperanza, en un momento marcado por la oscuridad y da un sentido de soledad y de abandono, tanto para el enfermo como para sus seres queridos».

La vida humana – continúa el texto – es sagrada, creada según la imagen divina, y como don divino «repudia decididamente la idea de un dominio humano sobre la vida y el derecho de cualquier persona o grupo humano a decidir su valor o duración».

Promover la vida y la dignidad del hombre

Se hace una fuerte referencia a la Declaración conjunta de las tres religiones abrahámicas del 28 de octubre del 2019, publicada en la Ciudad del Vaticano, con su claro rechazo a la eutanasia activa y al suicidio médicamente asistido.

En el texto se reafirman las enseñanzas de cada una de las tradiciones, según las cuales «todo conocimiento y capacidad humana debe servir para promover la vida y la dignidad del hombre, y por lo tanto estar en consonancia con los valores morales que se derivan de los principios mencionados», de ahí el llamamiento a «poner límites a la aplicación científica y tecnológica, reconociendo el hecho de que no todo lo que es técnicamente factible es también ético».

Complejidades éticas y religiosas

En la reunión también se debatieron las directrices para los enfermos terminales, legisladas en armonía con la tradición judía, distinguiendo entre las acciones que «causan la muerte y las opciones de omisión más allá de las necesidades humanas básicas; así como entre la eutanasia activa y el suicidio médicamente asistido, por un lado, y, por otro, la suspensión de tratamientos terapéuticos continuados (como la ventilación y los marcapasos) o la prolongación de la vida más allá de las necesidades humanas básicas (como la diálisis y la quimioterapia)».

En conclusión, ambas delegaciones reconocieron que «las complejidades éticas y religiosas que entrañan las situaciones al final de la vida exigen que cada caso se considere en relación con sus circunstancias y necesidades particulares».