El Coliseo de Roma, palco de martirios de millares de cristianos al inicio del cristianismo, fue escogido como un símbolo para que se venza la indiferencia delante de la nueva persecución religiosa que se ha propagado en los últimos tiempos.
En la noche de sábado (24/02) el Anfiteatro Flávio, también denominado Coliseo, fue todo iluminado de rojo, para recordar la sangre derramada por millares y millares de mártires que antes tiñeron de este color su arena, en una iniciativa promovida por la Asociación Ayuda a la Iglesia que Sufre.
Esta iniciativa fue dedicada a los cristianos discriminados en el mundo por causa de su fe, a los mártires, en particular, en Siria e Irak.
Por eso, una iniciativa semejante hizo que también la Iglesia de San Pablo, en Mosul, en Irak, fuese colorida de rojo. Esta Iglesia fue recientemente liberada de una ocupación perpetrada por el autoproclamado Estado Islámico, que había expulsado toda la población cristiana de la ciudad, además de ocupar también la catedral de Santo Elías, en Aleppo, ciudad padece de los flagelos de la guerra que hace siete años devasta a Siria.
Papa Francisco, Saludo y Proximidad
El Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin estuvo en la manifestación en el Coliseo llevando el saludo y la proximidad del Papa a todos aquellos que en el mundo se unieron este sábado para recordar a los cristianos perseguidos.
El Secretario de Estado resaltó en su pronunciamiento el «silencio», la «indiferencia», la «inercia» del mundo delante de los sufrimientos físicos y morales de los nuevos mártires perseguidos por causa de su fe.
Hoy, como en los primeros siglos, dijo Parolin recordando palabras del Papa, la «Iglesia es iglesia de los mártires y el anfiteatro Flavio nos recuerda eso».
«Esta noche recordamos todas las víctimas del odio», y también todos aquellos que son privados de la «libertad religiosa», destacó el Cardenal.
Apoyo de la Santa Sede a los perseguidos
El secretario de Estado del Vaticano recordó el día de ayuno y oración que el Papa observó el viernes, día 23. Un día de ayuno que fue dedicado a la paz en Sudán del Sur y en la República Democrática del Congo, pero, en general, a todos los países en guerra.
El Cardenal Parolin además resaltó el compromiso y el apoyo ofrecidos continuamente por la Santa Sede a favor de un Oriente Medio pacificado, socorrido desde el punto de vista humanitario y sometido a un proyecto real de negociaciones: No puede existir un Oriente Medio sin los cristianos y sin la contribución de ellos.
El Cardenal Secretario de Estado subrayó con sus palabras el aliento de la necesidad de «volverse para Dios» para poder «ser artífices de paz» y «costurar nuevamente las relaciones humanas y sociales». La manifestación realizada en el Coliseo, según Mons. Parolin, significa también «reiterar la potencia del Señor que actúa en los mártires de hoy que son como el «grano que da fruto», son «testigos del mensaje salvífico de Cristo».
Combatir leyes pérfidas – ley de la blasfemia
El secretario general de la Conferencia Episcopal Italiana, Mons. Nunzio Galantino, también hizo un pronunciamiento.
En la oportunidad, el secretario general de la CEI repitió la interpretación del hecho de colorear de rojo el Coliseo.
Para él, el colorido de rojo evoca inmediatamente «la sangre y el sacrificio por amor»: en un mundo como el nuestro siempre más necesitado de testigos apasionados del Evangelio, en un mundo que hace de todo para reducir el alcance del Evangelio estamos aquí para agradecer a tantos testigos. El martirio de ellos dice que permanecer fieles a Jesús tiene sentido.
Es preciso no solamente «sentirnos próximos», sino hacer de todo para frenar la violencia, comenzando por la lógica pérfida de las leyes contra la blasfemia, verdaderos instrumentos de opresión.
Rezar por la Iglesia del silencio
La manifestación concluye con la recitación de los presentes de una oración escrita por Pío XII, por la «Iglesia del silencio».
La oración fue leída por el cardenal Mauro Piacenza. (JSG)
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