Una amiga tiene por estado de Whatsapp la frase «perdona rápido, agradece lento» y, quizá con sus matices, en ella podemos encontrar la mejor forma de conducirnos en nuestro actuar.

¿Por qué?  Porque ser agradecidos, aunque habla bien de nostros (ante la sociedad) es, ante todo, un gesto de humildad. Pero no de una forma figurativa o incluso políticamente correcta sino en el sentido de que aquél que agradece reconoce que hay alguien que está encima de él (en conocimientos, experiencia, actitudes). Dar las gracias, siempre, es la mejor manera de crecer porque admitimos que necesitamos de otros, que no somos seres únicos y que pese, o a pesar de nuestro ego, siempre habrá alguien que puede darnos una mano.  La fragilidad humana en el ápice de su expresión. Por eso «agradece lento» es un buen consejo porque no basta solo con decir «gracias» sino que de verdad, para que aplique, lo debemos sentir y esto conlleva a que se tiene que hacer despacio, saborearlo Muchas personas pueden ser recias para recibir ayuda, y por tanto, agradacer es algo que les duele -de forma literal- ya que sienten que mancillan su independencia y les hace estar, tontamente, comprometidos. Por eso, reconocerse en deuda, de forma lenta, es el modo idóneo para crecer.  El inicio del «consejo» es el más polémico o complicado ya que aunque como vimos agradecer es complejo, podríamos decir que con un poco de «trabajo» se consigue pero ¿perdonar?  Aquí todo se complica épicamente. No estamos acostumbrados a perdonar y no todo, per se, es perdonable. Somos seres sensibles y nuestra susceptibilidad es algo que varía de persona en persona además, claro, que las ofensas son algo demasiado subjetivo. Evidentemente perdonar rápido, es decir, no tener rencores para poder avanzar y crecer es lo mejor pero siendo sinceros es algo que suena más a utopía que a algo viable. ¿Por qué? Intervienen emociones, sentimientos, afectos (no es lo mismo que me lastime alguien a quién quiero que alguien que me es indiferente), consecuencias. ¡En fin!, la ecuación al momento de perdonar se entorpece constantemente. ¿Podemos hacer algo?
Realmente no.
Quizá mentalizarnos a que todo tiene solución y a que pese a cualquier ofensa, al final el diálogo y la cordialidad pueden triunfar pero volvemos al inicio… es más un sueño y algo personal que un consejo fácilmente aplicable. Sí, es sano no tener rencor y superar las cosas pero no todos lo pueden alcanzar
Lo mejor: aceptar la disculpa y, quizá aunque no se continué con la relación, intentar mantener un diálogo cordial. Al final, lo más benificioso es vivir lo menor atado a «malos sentimientos«.
Esa será la manera tal vez más real de perdonar con rapidez.