El concepto de secta es mucho más amplio que sólo un grupo de adoradores de Satanás o seguidores de una corriente religiosa, pues también puede ser una comunidad con presuntos fines espirituales o de ayuda, donde los adeptos pueden ser víctimas de manipulación.
El tema viene a colación a propósito del llamado caso Nxivm, que lleva una corte federal en Nueva York contra Keith Raniere, líder de un grupo de autoayuda homónimo que mantenía un clan sexual oculto que ha sido puesto al descubierto.
Con frecuencia creemos que una secta es un grupo de personas que hacen sacrificios, ofrendan animales o hacen extraños rituales malvados, pero ¿qué son específicamente las sectas? De acuerdo con la Real Academia Española, es una doctrina religiosa o ideológica que se aparta de lo considerado ortodoxo; se llama al conjunto de seguidores; un grupo cerrado que promueve, o aparenta promover, fines de carácter espiritual, en la que los líderes ejercen un poder absoluto sobre los adeptos.
Para el presidente de la Asociación Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico (AIIAP), Miguel Perlado, las sectas son “grupos con una estructura jerárquica y piramidal, con la presencia de un gurú carismático que exige a sus seguidores una dedicación y una devoción de tipo explotadora”.
En este tipo de sectas, se puede desembocar en diversos niveles de daño personal, económico y emocional sobre las personas, advierte Perlado, psicoterapeuta español. Lo cierto es que existen varios tipos de sectas: conversionistas (quieren cambiar el mundo con la conversión interior de sus miembros), milenarias (juzgan malo al mundo y confían vendrá uno mejor), sanadoras (esperan la salvación de la humanidad) y peligrosas (pretenden salvar al mundo con sus propios poderes).
Hay sectas que no dañan a sus adeptos, pero influyen sobre ellos para que los sigan fielmente; otras que dañan económicamente a sus miembros pues los convencen de despojarse de dinero y/o propiedades; y unas más que practican la violencia física. En todas, generalmente se exige dedicación y obediencia.
Sectas como el “Templo del Pueblo”, “Los Davidianos” y “La Familia” son algunas de las más conocidas en el mundo, debido a que cientos de sus adeptos murieron creyendo en el fin del mundo o para salvarse de la maldad en la Tierra.
Predicando una mezcla de cristianismo y comunismo, Jim Jones fundó el “Templo del Pueblo” en 1953, cuyos miembros –a quienes hizo creer que el apocalipsis estaba cerca- lo siguieron desde Estados Unidos hasta el “paraíso” en Guyana, donde establecieron la comunidad Jonestown.
Según testimonios, el aislamiento era obligatorio y Jones ordenaba golpizas y castigos contra quien quisiera salir de la aldea, donde abusaba de las mujeres, por lo que el congresista estadunidense Leo J. Ryan buscó rescatarlos, pero fue asesinado junto con disidentes de la secta antes de partir de Guyana.
Tras el hecho, Jones convenció a la comunidad de que eran perseguidos y para “salvarse” organizó un suicidio colectivo con cianuro, en el que murieron casi mil personas, incluido él mismo.
En Waco, Texas, David Koresh, cuyo nombre real fue Vernon Wayne Howell, se convirtió en 1984 en líder de los Davidianos, grupo protestante del que años antes había sido expulsado por una lucha de poder con el hijo de Lois Roden, entonces guía de la secta con quien tuvo una relación. Koresh ganó adeptos convenciéndolos de que era profeta de Dios, predicaba su propia interpretación bíblica y practicaba la poligamia, pero se radicalizó –lo que le llevó a comprar armas para defenderlos del “mal”- y muchos de sus seguidores se marcharon de Mount Carmel, aunque retuvo a cerca de 100, incluidos niños.
En 1993, las autoridades acusaron a los Davidianos de posesión masiva de armas y abusos sexuales, la policía cercó el rancho sin que nadie saliera hasta que 51 días después se registraron una serie de explosiones en el interior que desataron un enorme incendio, en el que murieron 69 adultos y 17 menores.
“La Familia” era liderada por Charles Manson, un criminal que estuvo preso por varios delitos pero que al ser liberado en 1967 formó un grupo en San Francisco y luego en Los Ángeles la secta asesinó a varias personas, entre ellas a la actriz Sharon Tate, pareja del director de cine Roman Polanski.
El caso, ocurrido en 1969, despertó la indignación pues Tate estaba en su octavo mes de gestación y fue brutalmente apuñalada durante una fiesta en su casa, por lo que sus invitados también fueron asesinados.
Se indicó que el motivo del crimen fue el rodaje de la película El Bebé de Rosemary, de Polanski. El director había recibido amenazas de grupos esotéricos por el tema de la cinta, la práctica del satanismo y el advenimiento de un hijo del diablo.
Manson no estuvo presente durante los asesinatos, pero fue condenado a la pena de muerte por conspiración en 1971, aunque ésta se cambió después a cadena perpetua.
Otra secta conocida es la Cienciología, que inició con enseñanzas del autor de ciencia ficción L. Ron Hubbard en 1952 y se ha extendido por el mundo, con miles de adeptos, entre ellos los actores Tom Cruise y John Travolta, que deben aportar grandes donaciones para progresar “espiritualmente”.
Según relatos, las personas pasan por una “auditoría” personal, en la cual les hacen innumerables preguntas mientras están conectadas a un electropsicómetro, dispositivo que presuntamente mide su estado mental y se ejerce una fuerte intimidación contra cualquiera que pretenda salir de la secta.
La práctica de la Cienciología, que busca la felicidad a través de la comprensión de cada persona como ser espiritual, obliga a los miembros aislarse de sus amigos y familiares no creyentes, además de todo aquel que cuestione sus creencias.
Hay un sinnúmero de sectas en todo el mundo, como “Los Raelianos” (Francia), “Orden del Templo Solar” (Canadá-Europa), “Día del Juicio” (Rusia), “Aum Shinrikyo” (Japón), “Moon” (Corea del Sur), “Nueva Jerusalén” (México), “Orden y Mandato de San Miguel Arcángel” (España), entre otras.