Hace diez años, en 2009, nacía la Anglican Church of North América, una iglesia anglicana conservadora, es decir, pro-vida, profamilia, que defiende el matrimonio entre hombre y mujer y las enseñanzas bíblicas. Esta iglesia nacía a partir de la fusión de distintos grupos de anglicanos conservadores hartos de la deriva liberal de la Iglesia Episcopaliana. Empezó con 720 parroquias: 670 en Estados Unidos y 50 en Canadá, y enfrentándose a denuncias y litigios de la Iglesia Episcopaliana que aún hoy se mantienen.
En los 10 años que han pasado, la conservadora ACNA ha ganado 342 parroquias más y ya cuenta con 1.062 congregaciones y 135.000 feligreses en Estados Unidos, Canadá y México. (Hay que tener en cuenta que, de media, las parroquias anglicanas siempre han sido mucho más pequeñas que las católicas).
El bajón del anglicanismo progresista norteamericano
Es útil contrastar con los datos de la Iglesia Episcopaliana (The Episcopal Church) que ha perdido 517 parroquias en un periodo similar: tenía 6.964 en 2008 y en 2017 declaraba solo 6.447.
Los episcopalianos, miembros de la Comunión Anglicana, en el año 2000, en un recuento de fieles en la iglesia en un domingo en concreto, sumaban 856.000 fieles. En 2017, sólo encontraban 556.000. Si se cuentan los miembros bautizados en sus registros, bajaron de 2,3 millones a 1,7 en lo que llevamos de siglo XXI.
Los episcopalianos no bajan en número sólo porque se vayan a la conservadora ACNA. Algunos se han hecho católicos en el Ordinariato anglicatólico de la Cátedra de San Pedro(que Benedicto XVI fundó en 2012 y cuenta con 43 parroquias entre EEUU y Canadá) o en parroquias católicas normales. Otros se han hecho protestantes de tipo evangélico o carismático.
Pero la mayoría simplemente se mueren de viejos y no pasan la fe a sus hijos, o no tienen casi hijos a los que pasar su fe o la fe les parece irrelevante y, simplemente, se quedan en casa.
¿Cómo nació ACNA y cómo ha crecido?
En los últimos 30 años, diversas comunidades y parroquias episcopalianas fueron dejando esa denominación en pequeñas dosis y se organizaban en grupos de anglicanos no episcopalianos.
En 1989 se fueron algunas: cuando se ordenó la primera obispesa episcopaliana.
En 1994 se dio otro paso: cuando el episcopalianismo prohibió las terapias para dejar la homosexualidad.
En 1997, la jerarquía episcopaliana empezó a acosar a las parroquias sin sacerdotisas anglicanas o renuentes ante las obispesas.
En 2000 el episcopalianismo aceptó como correcto tener relaciones sexuales antes o fuera del matrimonio.
En 2003 se ordenó obispo a a Gene Robinson, un señor, divorciado de su esposa, con dos hijos, que vivía «maritalmente» con otro hombre.
En 2006 el episcopalianismo se declaró ya favorable al matrimonio homosexual.
Ese fue el pistoletazo de salida para que cuatro diócesis conservadoras dejasen la Iglesia Episcopaliana entre diciembre de 2007 y noviembre de 2008: Pittsburgh, Quincy, Fort Worth y San Joaquín. Sumaban 240 parroquias. Aún hoy hay litigios y peleas en los tribunales con la jerarquía episcopaliana respecto a sus templos y propiedades. «Es difícil crear comunión cuando te acosan con litigios», han dicho los obispos de ACNA en su encuentro de la pasada semana.
Esas parroquias y diócesis se sumaron a otras que se habían marchado antes, y así, combinando 12 organizaciones anglicanas distintas, nació la nueva Iglesia Anglicana de Norteamérica. Su doctrina moral y sexual era clara: el sexo debe reservarse sólo para el matrimonio y el matrimonio es la unión de por vida de un hombre y una mujer.
Desde el principio la nueva denominación ha hecho un esfuerzo evangelizador, creando comunidades nuevas.
Obispos de la Anglican Church of North América, que nació hace 10 años y suma más de mil iglesias o parroquias en EEUU, Canadá y México
Interlocutores del anglicanismo africano, asiático y sudamericano
La semana pasada la ACNA celebraba sus primeros 10 años con un encuentro en el sitio donde nació, Plano (Texas), al que asistieron más de mil delegados de 23 países, incluyendo 10 primados anglicanos de países africanos, asiáticos y sudamericanos. Muchas iglesias anglicanas de estos países reconocen ahora a la ACNA como su interlocutor más válido, y no quieren tratarse con la Iglesia Episcopaliana. También se tratan cada vez menos con Canterbury (es decir, el anglicanismo oficial inglés) que ya tiene obispesas y se mantiene tibia ante las presiones LGTB.
Foley Beach, el arzobispo superior de ACNA criticó que «el virus del revisionismo y el liberalismo [se refiere al progresismo teológico] continua extendiéndose por el mundo anglicano y los poderes del establishment de la Comunión Anglicana no hacen nada para pararlo y el resultado es que infecta a las provincias del mundo; esto no es lo que el Evangelio y las Escrituras nos enseñan«.
Obispesas y sacerdotisas de la Iglesia Episcopaliana, incluyendo alguna lesbiana declarada y alguna activista abortista; de esta iglesia se han ido marchando los anglicanos hartos de su deriva liberal
El último episodio se ha dado en Nueva Zelanda, donde varias parroquias han dejado la Iglesia Anglicana local por presiones sobre doctrina LGTB y ahora son apoyadas por ACNA y tendrán su propio obispo en octubre.
Foley Beach puede tener una importancia mediana como líder de una iglesia norteamericana de 130.000 fieles, pero es también el presidente de GAFCON, la «Convención Global Anglicana Futura» que representa a iglesias de África, Asia y Sudamérica que suman a 50 de los 70 millones de anglicanos declarados en el mundo.
Y los obispos primados anglicanos de Kenia, Myanmar, Ruanda, Uganda, Sudán del Sur, el Índico, Brasil y Chile acudieron a celebrar los 10 años de ACNA. Las iglesias anglicanas del mundo en desarrollo no quieren dejarse sobornar por el dinero de Canterbury ni el de los episcopalianos de California. Nigeria y Uganda, dos países donde se habla inglés, están ya enviando clérigos a colaborar con ACNA en Norteamérica.