Tras la confirmación de los primeros casos de coronavirus (Covid-19) en México, la Iglesia asumió ciertas medidas para prevenir el contagio entre ellas la recomendación a los sacerdotes para que den a los fieles la Sagrada Comunión en la mano.
Sin embargo, esta medida ha provocado confusión, por lo que la Arquidiócesis de México aclaró que es licito y que la medida es temporal y se llevará a cabo en tanto no desaparezca la alerta sanitaria.
En el Sistema Informativo de la Arquidiócesis detalló que la forma correcta para recibir la Comunión en la mano es sencilla. Al llegar delante del sacerdote, “extendemos las manos, colocando la mano derecha bajo la izquierda. El sacerdote nos muestra la Hostia y nos dice: “El Cuerpo de Cristo”, a lo que respondemos diciendo con claridad: “Amén”. Recibimos el Cuerpo del Señor en la mano izquierda”.
Asimismo, puntualizó: “después tomamos el Pan consagrado con la mano derecha, y lo comemos delante del sacerdote, haciendo una pequeña inclinación y apartándonos a un lado para no interrumpir la fila, si fuera necesario.
No hace falta decir que tenemos que cuidar de que no queden partículas de Pan consagrado en las manos, o de que caigan al suelo.
Recordó que no es la primera vez que la Arquidiócesis de México asume esta medida, pues en 2009 fue implementada por el Cardenal Norberto Rivera, durante el brote de influenza AH1N1.
De ahí que hizo un poco de historia y refirió que, durante varios siglos, la comunidad cristiana mantuvo con naturalidad la costumbre de recibir el Pan Eucarístico en la mano. De esto hay testimonios de diversas zonas de la Iglesia: África, Oriente, España, Roma, Milán.
El más famoso de estos testimonios es el documento de San Cirilo de Jerusalén, en el siglo IV, que en sus catequesis sobre la Eucaristía nos describe cómo se acercaban los cristianos a la comunión.
Durante algún tiempo y en varias regiones los cristianos acostumbraban a llevar el Pan consagrado a sus casas, el domingo, para comulgar ellos mismo a lo largo de la semana.
Sin embargo, poco a poco cambiando la sensibilidad del pueblo cristiano respecto al modo de comulgar, pues el paso de recibir el Cuerpo del Señor en la boca no se hizo por decreto ni uniformemente.
En algunos lugares, a lo largo de los siglos VII y VIII, se pedía que las mujeres no recibieran directamente la comunión en la mano, sino que usaran un paño limpio sobre la misma.
En otras regiones se pensó que la nueva forma de comulgar ponía más de manifiesto el respeto y la veneración a la Eucaristía, en un periodo en que se fue acentuando progresivamente este aspecto de adoración y de misterio.
Sin embargo, parece que la razón de la evolución fue la nueva sensibilidad en torno al papel de los ministros ordenados, en contraste con los fieles; se fue acentuando la valoración de los sacerdotes y paralelamente el alejamiento de los laicos.
Las pinturas y demás representaciones de la época empezaron a reflejar la nueva costumbre, proyectándola también al pasado: Jesús aparece con frecuencia dando la comunión a sus Apóstoles en la boca.