En el primer día de noviembre del año 2005, la Asamblea general de las Naciones Unidas emitió su resolución 60/7, designando al 27 de enero como Día internacional de conmemoración anual de las víctimas del holocausto nazi. Se escogió este día, porque fue cuando el ejército rojo liberó el campo de exterminio más representativo, Auschwitz-Birkenau. En esta resolución se insta a todos los estados miembros a elaborar programas educativos que inculquen a las generaciones futuras las enseñanzas del holocausto con el fin de ayudar a prevenir actos de genocidio en el futuro.
¿Por qué hablar del holocausto si ya pasaron más de 70 años de este acontecimiento?
Aunado a que vivimos en una época moderna y muy llena de avances en todas las áreas, donde pareciera que el ser humano ya no sería capaz de tales actos; encontramos que hay muchas razones del porqué hablar de ello.
No debemos dejar de reflexionar en ese tema, ante el peligro de futuros acontecimientos semejantes ya que en muchas ocasiones los hechos vuelven a reciclarse.
Además, la sociedad tiende a ser indiferente a los problemas realmente importantes, ya que, abrumada por los afanes cotidianos el discernimiento se congestiona y por ello no disciernen los factores y circunstancias que pueden generar otro Holocausto.
Por eso, debemos transmitir el mensaje histórico, el mensaje social y el mensaje psicológico, sin olvidar el mensaje espiritual, en torno a esta parte triste de la historia. Debemos recordar no sólo lo que pasó, sino porqué pasó, y analizar las causas y las personas que lo provocaron, para realmente poder evitarlo.
¿No nos asombra como la Alemania vanguardista llena de cultura y educación pudo ser capaz de generar el peor genocidio de la historia?
Podemos deducir que los avances científicos, junto con la cultura y educación NO FUERON CAPACES de detener el odio extremo de casi toda la nación alemana, odio que rebasó en su tiempo los límites conocidos de crueldad, para dejar al descubierto la barbarie y la maldad destructiva que puede llegar a cometer un ser humano contra sus semejantes. En resumen, los avances tecnológicos e industriales, así como la educación y cultura no fueron capaces y no son capaces de detener este mal.
¿Quién dio la pauta a todo esto? ¿Por qué lo hizo? Y, ¿Quién lo motivó?
Cómo sabemos el eje todo esto fue una persona, Hitler. Él fue “la levadura que leuda toda la masa” (Gálatas 5:9 “Un poco de levadura leuda toda la masa”).
Sabemos que él se bebía la literatura antisemita, literatura que se imprimía por montones en Viena, además, gustaba de oír cualquier tipo de conferencia que hablará del odio y violencia, (“las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres”. 1 Corintios 15:33)
Por eso, en su libro popular “Mi Lucha”, imprimió su esencia antisemita la cual transmitió a todo el país al imponerlo como lectura obligatoria en todas las escuelas, convirtiendo así a Alemania en una nación antisemita que, movida por el antisemitismo del momento, indolente y cruel, se centró contra los judíos como el blanco principal de su odio animal.
Creemos que lo único que puede contrarrestar esto es la lectura y obediencia a otro libro, La Torá. (2 Timoteo 3:16-17. Toda la escritura es inspirada por de el Eterno, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre del Eterno sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”).
Concluyendo, con una frase medular de Einstein al respecto “el ser humano tiene dentro de sí un apetito de odio y destrucción”, aunado con lo que dijo el Judío de judíos, Jesucristo, llegamos a una verdadera solución para evitar que esto se repita
“Porque lo que sale de la boca, del corazón sale”. Pues del corazón salen los malos pensamientos como los homicidios y, sólo la lectura y obediencia de la palabra de el Eterno, la Torá , puede cambiar el corazón del hombre.
*Reflexiones del Fundador de PAAZ, Pastor Felipe García (qepd).