Luis Santamaría del Río (Zamora, 1982), licenciado en Teología y exsacerdote, es uno de los mayores expertos en sectas que hay en España. Lleva 23 años investigándolas y es miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES). Autor de libros como ‘Esoterismo, sectas, nueva era’ y ‘Religión y sectas en el mundo actual’, posee una nutrida biblioteca sobre grupos coercitivos gracias sobre todo a la documentación que le facilitan los exadeptos.

¿Las sectas son actualmente un problema grave o es un fenómeno minoritario?

En las dos últimas décadas han crecido y se han diversificado. Se han aprovechado de las nuevas tecnologías para acercarse a sus víctimas. Especialmente, en momentos de crisis, donde crece la vulnerabilidad. La gente necesita agarrarse a algo, necesita respuestas para tantas preguntas.

Dice que se han diversificado. ¿Hacia dónde?

La religión ya no es el único camino, porque hoy el discurso religioso no llega a tantas personas como antes. Ahora se han extendido por el mundo de la autoayuda, la filosofía, el crecimiento y el desarrollo personal, lo terapéutico y sanador, el empoderamiento y las capacidades.

Están extendiendo sus tentáculos en las aulas universitarias. ¿Por qué?

La secta dice a la gente: “Nosotros somos los pocos que conocemos esto y te lo podemos transmitir”. Eso es algo que funciona especialmente en el esoterismo y que tiene mucho éxito en el ámbito educativo superior. El discurso esotérico suele buscar personas con alto nivel intelectual. La universidad es un objetivo ideal. Por ejemplo, hay una asociación cuyos directivos son en su mayoría profesores universitarios. Captan a alumnos y alumnas y también a gente del deporte olímpico y de los conservatorios superiores de música. Buscan personas selectas.

¿Quiénes son?

Nueva Acrópolis, legalizada como asociación cultural pero señalada como secta —incluso como movimiento neofascista— por varios organismos internacionales.

¿Los docentes que la dirigen saben que están estafando a los alumnos o ellos se creen también ese discurso?

La mayoría de ellos están convencidos de que han conocido la verdad. Piensan que poseen una sabiduría oculta y que están dando lugar a una nueva humanidad, la del superhombre.

¿Cómo se puede aumentar el sentido crítico de los estudiantes para que no caigan embaucados?

Hay que tener una mentalidad crítica ante determinadas ofertas y sospechar de lo que se presente como solución para todo y que lleve nombres rimbombantes. Aconsejo desconfiar de los que proponen soluciones sencillas a problemas complejos. Es importante conocer la trastienda, no solo el escaparate. Ofrecen algo más que lo puramente intelectual, ofrecen un sentido de la vida, una respuesta mágica.

¿Considera que la religión católica es una secta?

No. Puede haber rasgos sectarios en las grandes religiones, pero hay algo que distingue lo sectario de lo religioso genuino, que es la libertad. Y el sectarismo puede llegar a impregnar muchos otros ámbitos. Un ejemplo: en el mundo educativo están los colegios Waldorf.

¿Son sectas?

Aplican una doctrina sectaria, la de la sociedad antroposófica. Teniendo en cuenta la libertad de conciencia y creencia, mucha gente puede decir que igual que hay colegios religiosos puede haber colegios Waldorf. Bien, pero ¿cuál es la diferencia? Que una escuela católica o evangélica no esconde que lo es y los padres saben su ideario. En un centro Waldorf se oculta que se imparte una enseñanza basada en la antroposofía, en las revelaciones que tuvo Rudolf Steiner. Algunos padres han sido captados cuando han decidido llevar a sus hijos a estos colegios buscando una educación alternativa. El engaño, la ocultación y el señuelo son fundamentales para ver si es secta o no. Normalmente el primer paso es voluntario: alguien acude a un taller o una conferencia. En los pasos siguientes termina enrolándose en una organización sin saber bien los fines. Antes hablaba de Nueva Acrópolis, por ejemplo. Uno de sus exadeptos me dijo que había acudido a la organización para recibir cursos de filosofía y terminó saludando a los líderes con el brazo derecho levantado.

Mucha gente puede pensar que los colegios Waldorf son alternativos. Y ya está.

Su discurso antivacunas o antimascarilla debería hacer pensar a las autoridades educativas. Sus alumnos y alumnas no aprenden a leer y escribir hasta los siete años. Hasta entonces solo hay cuentos y fantasía. Es la doctrina antroposófica. Quien sabiendo eso quiera llevar allí a sus hijos, pues adelante. Pero el día de mañana serán personas más vulnerables a los discursos mágicos, esotéricos y seudocientíficos.

Los niños y los jóvenes están en pleno periodo de construcción personal.

Es muy peligroso que caigan en estas redes. Cuando un adulto entra en una secta tiene un grado de madurez. Si sale, posee un pasado de vida adulta y madura a la que acudir. Pero a los que entran en su infancia, adolescencia o juventud les están moldeando su personalidad y les es muy difícil reconstruirse porque siempre han estado relacionados con lo sectario.

¿Cuáles son los principales daños emocionales que sufren las víctimas?

Cuando salen necesitan un acompañamiento de carácter profesional. Se han sentido engañados en algo tan fundamental como el sentido de la vida. Sus ilusiones, su tiempo, sus cualidades… Han puesto su corazón en una cosa que es un engaño, lo que representa un trauma y también un duelo. Era su nueva familia, sus mejores amigos… y resulta que se estaban aprovechando de ellos. Les avergüenza reconocerlo. Piensan que son tontos por haberse dejado engañar. También está, por supuesto, la estafa económica.

La lucha contra las sectas es titánica.

A nivel legal es muy complicado porque entras en el terreno de la libertad de educación o creencias. Lo que hay que hacer es demostrar la existencia de faltas y delitos. Son grupos en los que existe la manipulación y la persuasión coercitiva. Las víctimas son llevadas a pensar, hacer y decir cosas que en su sano juicio no harían nunca.

¿Usted recibe amenazas?

A veces nos miran como inquisidores y nos dicen que sobredimensionamos el problema para salir en la prensa. Pero la verdad es que el goteo de peticiones de ayuda por parte de las víctimas y sus familias es constante.