Miles de cristianos rememoraron a lo largo de la Vía Dolorosa de Jerusalén el camino que según la tradición cristiana hizo Jesús, cargado con la cruz, hasta su crucifixión, en una jornada marcada por el asesinato de una joven británica por un ataque terrorista con cuchillo cerca de la ciudadela.
Impacientes, cientos de personas se arremolinaron al mediodía bajo el arco del Ecce Homo, de la Ciudad Vieja, para seguir la procesión que se abría con la salida de un grupo de franciscanos cerca de la iglesia de la Flagelación, que según la tradición se señala donde Cristo fue condenado y a pocos metros le fue impuesta la cruz con la que recorrería el Calvario.
Miles de peregrinos de España, Australia, Rumanía, Italia, Egipto, Etiopía y otros países no quisieron faltar a uno de los eventos más solemnes del calendario cristiano y que en esta ocasión coincide también con las festividades ortodoxas.
Maribel Arcia Fernández llegó desde San José, en Costa Rica, expresamente para “agradecer” su recuperación de un cáncer y muy emocionada que con su visita quiere “reconocer el poder que Él tiene, porque me sanó. No todos los lugares dan la misma sensación pero en Jerusalén puedes sentir algo a nivel espiritual, algo muy difícil de explicar pero sabes que es divino”.
Otra turista de América Latina, Claudia García, viajó desde Ciudad de México para estar en Jerusalén durante la Semana Santa porque es “una oportunidad única” y aseguró estar teniendo una experiencia “muy emocionante”.
Eran algunos de los peregrinos que acompañaban a miles de cristianos árabes locales que participaron este año en las celebraciones de Semana Santa, entre ellos cerca de 670 palestinos que recibieron permisos de Israel para ingresar desde la Franja Gaza, controlada por la organización terrorista islámica Hamás. Otros 15.000 o 20.000 procedían de los territorios controlados por la Autoridad Palestina en Cisjordania.
“La seguridad general ha sido reforzada y también, con motivo de la ceremonia del fuego sagrado”, dijo el portavoz policial Micky Rosenfeld.
Sin embargo, la asistencia se percibió menor a la de años anteriores y algunos comerciantes de la simbólica ciudadela se lamentaban del escaso impacto económico que tiene.
“No hay negocio. Está siendo peor que otras temporadas”, comentó ante una riada de peregrinos que rezaban en procesión David Gushmawi, junto a las cientos de cruces en exhibición que tenía en un pequeño puesto callejero próximo a la sexta estación del Vía Crucis, donde la tradición cuenta que Verónica enjuagó con un paño el sudor y la sangre de Jesús.
Cuando los primeros grupos de devotos ya habían llegado a la iglesia del Santo Sepulcro, que alberga la decimocuarta y última estación, la de la sepultura, se comenzaban a conocer los detalles de un ataque con cuchillo cometido por un terrorista palestino en el tranvía de Jerusalén a su paso por la Ciudad Vieja.
“La fallecida en el ataque de Jerusalén es una joven turista y estudiante inglesa de 25 años, residente, con nacionalidad británica”, informó la portavoz policial Luba Samri tras el suceso.
Un portavoz de los servicios de Inteligencia identificó al atacante como Jamil Tamimi, de 57 años, domiciliado del barrio árabe de Ras Al Amud, en Jerusalén orienta, y señalaron que “trató de suicidarse este año tragando una hoja de afeitar en un hospital en el norte” y que “en 2011 fue condenado por abuso sexual a su hija”.
Los servicios de emergencia también atendieron en el lugar de los hechos a una mujer embarazada de 30 años que cayó al frenar repentinamente el tren y a un hombre de 50 que resultó herido cuando trataba de huir.
El presidente, Reuvén Rivlin, afirmó que durante las últimas semanas varios efectivos “trabajan para garantizar la seguridad de nuestros queridos residentes y visitantes. Y así se seguirá haciendo”.