Jesús nos pide incansablemente que nos amemos entre nosotros como hermanos, que lo amemos a Él y que el amor sea la vara con la que midamos todas nuestras acciones. Teológicamente, el amor es una virtud y le llamamos “caridad” (cf CIC 1822). Sencillo en el papel pero no tan sencillo en la práctica. Sebastián Campos de Catholic-Link, nos da 15 consejos.
No es tarea fácil vivir todos nuestros “amores” de forma plena y entregada como se supone que debería ser idealmente. De hecho, nuestra relación de amor con Dios, muchas veces es completamente diferente a la que tenemos con nuestros hermanos y esa es una de las piedras que nos lanzan los no creyentes y opositores al cristianismo, al decirnos hipócritas, personas que predicamos cosas que no vivimos. Parece que a los únicos prójimos que se nos hace fácil amar es a aquellos que son parte de nuestra familia (y a veces ni siquiera eso) y a nuestra pareja (de hecho muchas veces vivimos un amor de pareja intenso y desproporcionado comparado con los otros “amores”).
Entonces, ¿cómo hacer para vivir el amor no solo desde la teoría? Pues no hay métodos, pero sí recomendaciones y formas de discernir si estoy amando o no. De hecho, una de las formas de darme cuenta si estoy amando es mirar mis “motivaciones”. El Catecismo enseña que: “el ejercicio de todas las virtudes está impulsado por la caridad” (cf CIC 1827), es decir, si hacemos algo bueno ha de ser por amor. Por otra parte, si hago las cosas bien, pero sin amor, no vale de nada. Ya lo explica San Pablo en el Himno de la Caridad, cuando nos dice que aunque hagamos de todo en la vida, sin amor, de nada sirve (cf 1 Corintios 13, 1-13).
Es como un círculo virtuoso en donde, para amar, debemos expresar con hechos lo que sentimos y cada vez que hacemos algo por alguien, solo tiene valor real si lo hacemos por amor. Este amor, no necesariamente se trata de expresiones gigantes y dolorosas, o de renuncias difíciles y tremendos sacrificios; más bien camina de la mano de la sencillez y la cotidianidad.
El amor que Jesús nos pide tiene de lo grande y también de lo pequeño. De esto último es que queremos profundizar con algunas ideas sobre cómo amar más y mejor, es decir, expresar nuestro amor con actos y que todos nuestros actos sean una expresión de amor.
1. Di algo bonito
No siempre es sencillo encontrar cosas buenas que decir sin terminar con un «pero». Ofrecer palabras sinceras de afirmación positiva, cumplidos y palabras afectuosas es una expresión de salir de mí mismo para poner al otro en el centro, al prójimo.
Mucho mejor si es sin ningún mérito aparente, sin que haya logrado algo extraordinario u obtenido un reconocimiento público, pues en ese contexto serás una más de todas las palabras lindas. Busca un momento cotidiano en donde regales estas palabras de afecto sincero y destaques sus virtudes.
2. Los regalos materiales nos son malos
A veces los cristianos nos «espiritualizamos» tanto que miramos en menos e incluso despreciamos el valor de lo material. Como si expresar afecto con un regalo, fuera algo negativo. Bendito sea Dios porque hay quienes pueden acceder a cosas materiales y ojalá todo el mundo tuviera acceso a ello.
Es por eso que no debes censurarte a ti mismo si sientes deseos de expresar amor con un regalo material que no necesariamente tiene que ser algo caro sino significativo. Piensa que esa taza de café recién hecho, también le cae bien a tu colega que lleva días cansado y abrumado por la gran cantidad de trabajo, o que llegar a casa con un chocolate, una flor o un detalle, no está demás ni es cliché.
3 Dedica tiempo gratuito y entregado
Dejar de hacer lo que se está haciendo y dedicar tiempo exclusivo a alguien. Mirar a los ojos, escuchar atento. Ya sea para servirse un trago juntos o bien para caminar una cuadra junto a un conocido que te encontraste en la calle.
Ni hablar de dedicar tiempo a los que tenemos en casa. Dejar el descanso y la tele para otro momento y detenernos para estar con alguien, para mirar a los niños jugar, para acompañar a mamá mientras cocina, lo que sea. Seguro encontrarás la forma.
4 Levántate más temprano
Esto es algo que nos cuesta, levantarnos para hacer las cosas que nadie quiere hacer: ir primero a la ducha, preparar el desayuno, salir a encender y calentar el auto… Levantarse temprano debe ser una de las mortificaciones más difíciles sobre todo para los adolescentes.
Aprovecha ese tiempo de levantarte más temprano (ojalá en aquellos días en que los que están en casa están más cansados y abrumados por las tareas y quehaceres del trabajo y los estudios). Preparar un rico desayuno, encender el calefactor o estufa para temperar la casa… hacer cosas sencillas pero que ayudan a comenzar mejor el día y le comunican al otro que te importa.
5. Tender la cama puede ser un acto de amor
Sencillo y difícil. Espéralo que entre al baño y a su regreso sorpréndelo con su cama tendida y ordenada. No solo al hermano, también vale para los esposos o de hijos a padres. Hay cosas tediosas en el día y tender la cama puede ser una de ellas. Hazlo con amor, disfruta la cara de alegría que pondrán cuando vean que has hecho eso por ellos.
6. Ayuda al que tiene dificultades
Es de las cosas incómodas, sobre todo en el trabajo y en los estudios, puedes ayudar al que está enredado en una dificultad. Incluso si no tienes la solución, acompañar al que está peleándola, es ya una tremenda ayuda (casi como cuando a los cirujanos les secan el sudor de la frente durante una operación). Y ni hablar cuando tienes posibilidad de colaborar, de ayudar en la solución.
Cuántas veces pasamos de largo, evitamos profundizar en los problemas de los demás para no involucrarnos con ellos. Amar a los demás incluye amar sus problemas.
7. Métete en problemas
Nos pasa cuando vamos por la calle y vemos a alguien acarreando bolsas pesadas e incómodas, cuando vemos a alguien de baja estatura intentando colocar algo en alto, cuando vemos a alguien desorientado intentando encontrar la dirección. No es sencillo el ejercicio de acercarnos y meternos en problemas, en sus problemas.
Llegar a casa sufriendo los problemas de otro, desvelarse pensando en las soluciones, llamarle por teléfono cuando se te ocurre alguna idea que pueda solucionarlo. No solo se trata de sentir pena y compasión por el que tiene problemas, se trata de ayudarlo a salir de ahí, convertirse en «Buena Noticia», en esperanza.
8. Guarda silencio y escucha con amor
Nos pasa con los niños y con los mayores: sus historias no siempre son las más atractivas, muchas veces son repetidas y las hemos escuchado decenas de veces. No solo se trata de quedarse callado y mientras te hablan y tu divagas en tu interior pensando en qué ropa te pondrás mañana o en qué cosas tienes pendientes por hacer, mientras mueves la cabeza como si estuvieras prestando atención. No, no se trata de guardar silencio por respeto, se trata de callar el corazón y la boca para recibir la vida del otro, amar su historia, sus emociones, sus ganas de hablar, de vaciarse frente a ti.
9. Celebra la rutina y lo cotidiano
¿Qué celebramos? Que es hoy, que es lunes, que tengo hambre, que vengo cansado, que llueve, que hace calor, que me compré calcetines, que me fue mal pero me irá bien. Todo vale.
Te lo digo por experiencia propia. No se trata de organizar una gran fiesta, pero es lindo llegar a casa con rica comida y buen ánimo y celebrar la vida, el estar juntos sin mayor razón y hacer parte a los que amas de esa celebración. Agradecer a Dios por la vida dada.
10. No solo sufras con el prójimo, también alégrate con él
Sentimos compasión por el sufriente, por el que lo pasa mal. Hacemos campañas para ir en ayuda del prójimo, sobre todo del pobre, pero las fuerzas son desproporcionadas en ocasiones. No nos alegramos lo mismo que sufrimos (y ciertamente la vida es más dulce que amarga) incluso la de los pobres, los enfermos y los desfavorecidos.
Alegrarse con ellos, destacar sus logros, sus avances, sus luchas (incluso aquellas que no van del todo bien). Celebrar el intento, la prueba, la intención. No solo sufras con el prójimo, alégrate con él.
11. Ofrece tu talento, tu don, tu habilidad gratuitamente
Nos gusta monetizar lo que hacemos bien. Ojalá pudiéramos dedicarnos a aquello que nos apasiona y en lo que somos talentosos. Así, pasamos de 8:00am a 17:00pm haciendo las cosas bien, profesionalmente, seriamente, responsablemente.
Eso en lo que eres talentoso, eso que estudiaste, eso que haces profesionalmente, aquello que en tu trabajo ha ameritado un aumento de sueldo, ofrécelo a los amados. Que no solo sepan que eres bueno en algo, sino que sé bueno en eso con ellos, para su beneficio gratuito.
12. Pon atención a los que van cerca de ti en el día, contémplalos
Deja de pensar en el menú de mañana y las cosas que faltan por hacer cuando llegues a casa. Detén el pensamiento y contempla a tu alrededor.
Cuántas vidas, problemas, cansancios, alegrías, trabajos, amores… todo eso te rodea. Abrázalo, ámalo.
Apaga la música, sácate los audífonos y seguro sentirás ganas de amar, de acercarte, de saber cómo termina la historia. No solo los que viven en otro continente y experimentan la guerra y el hambre son nuestro prójimo, también lo son los que comparten el bus contigo camino al trabajo.
13. Gasta energías en los pequeños
Son energéticos y muchas veces parece que las baterías no se les acaban. Ponte de portero, sé modelo de peluquería, caballito, soldado, árbitro, cuenta cuentos, policía, princesa… lo que sea necesario. Entra en su mundo, pero no solo para mantenerlos entretenidos, sino por amor, por ir descubriendo quiénes son.
Cánsate, ensucia las rodillas de tus pantalones, come tierra y usa peinados divertidos con amor y humor.
14. Aprende algo que beneficie a los demás
Un ejemplo clásico y al que todos podemos acceder: una receta de cocina, de algo que sabes que le gusta a quien amas.
Aprender algo que beneficie a los demás es un lindo gesto de amor. Esas horas aprendiendo a programar el nuevo electrodoméstico en casa, leyendo ese aburrido manual, aprendiendo a tocar en guitarra la canción favorita, incluso aprender las reglas de un deporte… esas son expresiones de amor, de que quiero compartir el camino con otro y hacerme parte de su vida.
15. Esfuérzate para pasar más tiempo con Dios, solo a su lado amarás más
Dios es amor. Él es la fuente del amor, el mayor ejemplo de amor para la humanidad y la mejor escuela para amar. Pasar tiempo con quien es el amor, escuchar su voz, profundizar su palabra y meditarla.
Que tu mayor expresión de amor sea mantenerte fiel al «amor de los amores» y darle tu tiempo, tus ganas, tu vida.