l pueblo de Bargemon, en el municipio de Var, en Francia, es uno de los dos lugares de apariciones marianas en Provenza. Hasta la Revolución, fue un importante centro de peregrinación, y desde que el párroco ha restablecido a la Virgen María en el corazón de la aldea, los peregrinos están acudiendo una vez más.
Además, una comunidad de 42 refugiados cristianos procedentes de Irak ha participado activamente en este renacimiento. El párroco, Philippe-Marie Métais Fontenel, se tomó el tiempo de hablar con nosotros sobre los impresionantes cambios de la aldea, así como sobre el impacto positivo que los refugiados han tenido en la vida parroquial.
Aleteia: ¿Por qué vino usted a Bargemon?
Philippe-Marie Métais Fontenel: Fui nombrado sacerdote de tres pequeñas parroquias hace 6 años. Para tener un respiro, le pedí al obispo una pequeña parroquia en medio de la nada que nadie quisiera. ¡Inmediatamente pensó en Bargemon!
A mi llegada descubrí que este pueblo fue un importante santuario mariano internacional entre los siglos XVII y XVIII. Miles de peregrinos pasaron por aquí, pero todo el mundo lo había olvidado. Solo había un festival anual con una misa, durante la cual cincuenta y pico personas venían a besar la estatua. Un cordero entero a la barbacoa coronó la ocasión.
Un día alguien me ofreció un pequeño libro titulado El Tesoro Desconocido, escrito en 1641 y reeditado en el siglo XIX. Y en la introducción, el autor dice que “en ningún otro lugar del mundo la Virgen María concedió tantas gracias como en Bargemon”.
Publicado cinco años después de la aparición y el comienzo de los milagros, explica la gracia de Nuestra Señora de Bargemon: “una gracia de conversión por los sacramentos y del compromiso de la obra de Dios”.
Revivir una peregrinación totalmente olvidada es un reto. ¿Cómo lo han hecho?
Bueno, yo estaba allí a tiempo completo y la parroquia ya había empezado a moverse y a poner las cosas en marcha. Le recé a la Virgen María y poco a poco sentí que ella quería que el santuario volviera a la vida. Cuando, en oración, le pregunté por dónde empezar, recibí una llamada del departamento diocesano de peregrinaciones que quería organizar algo en Bargemon.
En medio de todo esto, otras parroquias se unieron y vinieron también. Entonces me di cuenta de que la Virgen Madre quería recuperar su lugar en el centro del pueblo. Solo teníamos una pequeña estatua de diez centímetros, escondida en el presbiterio. Había sido colocada en la capilla de la iglesia bajo un cuadro realizado siguiendo la descripción muy detallada de la aparición de 1635.
¿Y los refugiados iraquíes?
Mientras el santuario pasaba por su renacimiento, la indignación del papa Francisco me conmovió realmente. Francisco no entendía por qué tantos edificios de la Iglesia permanecían vacíos y pedía que se recibiera a los pobres. ¡Con mi presbiterio de 900 metros cuadrados habitables, sentí que esto me concernía especialmente!
Poco después, el Papa llamó a las parroquias a acoger a una familia de refugiados. Reuní a unos 30 voluntarios y preparamos todo. Actuamos en base a la Palabra de Dios: “Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura” (Mateo 6,33).
Para pagar esta recepción la parroquia no dio un céntimo y no pedimos ningún subsidio. Sin pedir nada, recibimos 500.000 euros en tres meses. Un día, uno de los miembros del equipo estaba al teléfono con alguien de la diócesis que estaba siguiendo lo que estábamos haciendo. Estaba asombrado y preguntó: “¿Cómo lo hacéis?”. El miembro del equipo, un ateo, le respondió: “No te preocupes, es la Providencia”.
La Providencia también está trabajando de formas muy concretas, como cuando necesitábamos un vehículo con nueve asientos. Había uno en venta en el pueblo y el dueño nos permitió usarlo hasta que tuviéramos los medios para comprarlo.
Durante una peregrinación, en el momento del ofertorio, se recaudó una gran suma a través de los esfuerzos cuaresmales. Hubo suficiente para comprar el vehículo, así como la matrícula y dos cambios de neumáticos necesarios. Con la Virgen María entendí una cosa: solo tienes que decir “sí” y ella se encargará del resto.
¿Cómo se han integrado los refugiados en la parroquia?
Tan pronto como llegaron fueron incluidos en la vida parroquial. Estaban sedientos de eso. Lo primero que pidieron fue redescubrir la Iglesia, incluso antes de tomarse el tiempo de reconstituirse y aprender francés. Por lo tanto, naturalmente participaron en la misa y en las actividades parroquiales.
La Virgen María quiere hacer del pueblo un nuevo oasis de vida cristiana. Para que esto suceda, necesitamos devolver la caridad a su centro. Los iraquíes están trabajando y cuidando, junto con el resto de los aldeanos, las tiendas gratuitas que se han abierto: una tienda de comestibles, un depósito de ropa y muebles. Los pobres acuden en masa al son de los tres campanarios de la parroquia.
Los refugiados también se unen a los talleres de costura, lavado y planchado y quieren participar en un nuevo taller de carpintería que fue un regalo por el día de San José. Hoy, todos se han unido. Esto cambia el espíritu del pueblo y la manera de percibir la Iglesia.
¿Cómo ve usted el futuro de Bargemon?
Algunos han empezado a profesionalizarse. Habiendo contribuido voluntariamente a la restauración de las iglesias y presbiterios, la calidad de su trabajo se ha vuelto tan conocida que están empezando a crear sus propias empresas.
En cuanto a las mujeres que pueden, trabajan en el taller de costura. Un negocio local que acaba de crear una nueva línea de ropa les está dando la responsabilidad de hacer los diseños. El alojamiento en el presbiterio es una especie de transición. Los refugiados se quedan unas semanas antes de instalarse en los apartamentos del pueblo. Tan pronto como se completan las formalidades administrativas y reciben sus asignaciones, se hacen autónomos.
Desde hace tres años y medio, alrededor de 100 personas han sido acogidas. Una vez que han resuelto su estatus legal, solo permanecen aquellos que desean trabajar por la caridad y el santuario. Guiamos a los demás y les ayudamos a establecerse en otro lugar.
Con la participación de los refugiados en la misa, ¿han cambiado las liturgias?
Hemos instalado una pantalla que ofrece la traducción de las lecturas en arameo y árabe. Durante el ofertorio y después de la comunión, en lugar de tener música, los iraquíes cantan en arameo o árabe. También recitamos el Padre Nuestro en francés y arameo. Hoy los refugiados y los feligreses, antiguos y nuevos, se han convertido en hermanos. Algunos iraquíes han dicho al obispo, Mons. Dominique Rey: “Los que nos acogieron se convierten, ¡y nosotros también nos convertimos!”.
¿Qué proyectos tiene?
Acabamos de comprar un convento para acoger a los peregrinos. Además, los productores de cine Steven y Sabrina Gunell vinieron a Bargemon y decidieron producir una película que se estrenará en diciembre. Hicieron un llamamiento para financiar el proyecto en credofunding.fr. Esto nos permitirá compartir la gracia de Nuestra Señora de Bargemon y los milagros que sigue realizando hoy. ¡Estoy encantado!