Cada vez más voces dentro de la jerarquía de la Iglesia católica denuncian las sanciones económicas impuestas por la comunidad internacional contra la Siria de Bashar Al-Assad, en la que el 80% de los habitantes viven actualmente por debajo del umbral de la pobreza. Desde el comienzo de la guerra civil y la destrucción causada por la organización Estado Islámico (EI), en Siria hay solamente un 2% de cristianos, contra el 10% en 2011.
Para el prelado, cuyas observaciones fueron transmitidas por Asianews el 20 de septiembre de 2019, uno de los signos más obvios de la influencia negativa de las potencias occidentales en Siria es el colapso de la moneda local.
«Antes de la guerra», recuerda el vicario apostólico, «un dólar estadounidense equivalía a unas 50 libras sirias. La semana pasada, el dólar alcanzó el umbral de 700 libras». Esta inflación «bloquea la economía y afecta a las personas comunes, que son las primeras víctimas del alto costo de vida».
Después de más de ocho años de conflicto, la situación en Damasco, Alepo y otros centros urbanos importantes parece haber «mejorado desde el punto de vista de la seguridad», pero queda mucho por hacer «desde el punto de vista económico, sin mencionar otros puntos de conflicto, incluido el temor en Idlib a un nuevo conflicto debido a la presencia en la zona de intereses cruzados: kurdos, turcos, estadounidenses y rusos.
Una declaración compartida por el presidente del Consejo de Conferencias Episcopales Europeas (CCEE), el Cardenal Angelo Bagnaco, a su regreso de una estancia en Siria, del 16 al 20 de septiembre de 2019: «Pienso que las sanciones económicas son una forma de guerra para destruir el país. Si ese fuera el caso, sería absolutamente injusto e inaceptable», declaró el alto prelado genovés.
Declaraciones corroboradas por las cifras: desde el comienzo de las sanciones contra el régimen sirio de Bashar Al-Assad en 2011, el 80% de los habitantes viven por debajo del umbral de la pobreza, en un país que tiene poco más de 2% de cristianos en 2019.