Presididos en la caridad y en la esperanza por el obispo de Yucatán Mons. Gustavo Rodríguez Vega, responsable de la Comisión de Justicia y Solidaridad de CELAM nace la RED CLAMOR inspirada en el texto bíblico del libro del Éxodo (3, 7-8). Teniendo como objetivo principal articular el trabajo pastoral que realizan diversas organizaciones de la Iglesia Católica en América Latina y el Caribe para acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes, refugiados, desplazados y víctimas de tráfico y trata de personas.
El Departamento de Justicia y Solidaridad (DEJUSOL) del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) reunió el pasado mes de marzo a gran parte de organizaciones de movilidad humana, refugio y trata de personas de la Iglesia Católica de América Latina y el Caribe para, en clave de unidad, conformar la Red Latinoamericana y Caribeña de Migración, Refugio y Trata de Personas Clamor, en Santiago de los Caballeros, República Dominicana.
La Red Latinoamericana y Caribeña Clamor, fue constituida a través de un proceso de 4 días que incluyó una jornada vivencial en la frontera norte de Haití y República Dominicana, donde los participantes pudieron visitar las obras misioneras para migrantes que realizan los Jesuitas, Fundación Solidaridad Fronteriza y las Hermanas de San Juan Evangelista en favor de los más necesitados de la frontera, en especial, niños y niñas que viven en situación de vulnerabilidad; además de compartir con desplazados y migrantes haitianos que viven en llamados refugios en la zona de Guayubin.
Monseñor Gustavo Rodríguez Vega, Arzobispo de Yucatán y Presidente del DEJUSOL, manifestó estar “muy feliz porque el programa de crear la Red CLAMOR era uno de los 13 programas para este cuatrienio del DEJUSOL”. “El principal reto de CLAMOR estará en ser una Iglesia Samaritana que, movida por la misericordia de Dios Padre manifestada en Jesucristo, sale al encuentro de estos nuestros”.
La Red Clamor quieren ser un “hospital de campaña” donde los hermanos migrantes, desplazados, refugiados y víctimas de trata encuentren, en palabras del Papa Francisco, acogida y bienvenida, protección y curación de sus heridas, reconocimiento de su dignidad y promoción, e integración e inserción en las comunidades y países a los que llegan.