El archipiélago, estratégicamente ubicado en el mismo centro del Mediterráneo, es famoso por sus monumentos prehistóricos extraordinariamente bien conservados. Sin embargo, sus numerosas construcciones paleocristianas se encuentran también entre las más importantes del mundo y ofrecen un testimonio único de la vida de las primeras comunidades cristianas en la zona
Malta, dicen algunos, es en sí misma una iglesia enorme. Y, en cierto modo, no les falta razón, porque lo es, y en más de un aspecto. Para empezar, el archipiélago alberga más de 365 iglesias. Como es natural, los malteses bromean a menudo diciendo que, si quisieran, podrían asistir a misa en una iglesia diferente cada día del año. Lo que podría parecer una exageración (¿para qué tener tantas iglesias en un país que es 2 veces más pequeño que la ciudad de Madrid?) cobra sentido teniendo en cuenta que Malta no solo es el país europeo con la mayor densidad de población (poco menos de 1300 personas por kilómetro cuadrado), sino que también es el país con mayor porcentaje de católicos de todo el continente: casi el 98 % de los malteses son católicos (¡y con orgullo!).
Además, el paisaje del archipiélago se presta a la contemplación. Si es cierto, como aseguraban Agustín y otros filósofos cristianos, que se puede vislumbrar la perfección de Dios observando las múltiples bellezas de la creación, Malta podría ser una especie de parque de atracciones para los contemplativos: el archipiélago ofrece unas playas de arena excepcionales, acantilados de drástica verticalidad sobre unas aguas prístinas, cuevas naturales impresionantes y frondosos valles verdes.
Sin embargo, si miramos, literalmente, bajo la superficie, descubriremos mucho más (y no, no nos referimos a los famosos lugares de buceo de Malta): un intrincado sistema de catacumbas deja claro que el cristianismo maltés es tan antiguo como el cristianismo mismo. De hecho, la comunidad cristiana maltesa es tan antigua como las de Éfeso, Jerusalén, Corintio y Roma, gracias al (providencial) naufragio de Pablo, según se cuenta en el Libro de Hechos de los Apóstoles.
Visualiza la escena: Corre el año 60 d. C. Pablo navega por las picadas aguas del Mediterráneo en un barco de la flota del emperador romano. Su destino es Roma misma, donde el apóstol va a ser juzgado tras ser acusado de predicar el cristianismo en Jerusalén.
Sin embargo, una tormenta azota el navío romano y lo hace volcar. Lo que suena como un suceso desafortunado, casi trágico, resultó ser el nacimiento de la tradición cristiana maltesa ininterrumpida durante dos mil años. Pablo pudo tocar tierra en una de las pequeñas islas del noroeste, conocidas hoy en día (por motivos obvios) como islas de San Pablo (sí, las puedes visitar en tu próximo viaje al archipiélago). El texto de Hechos de los Apóstoles (27,27 – 28,5) dice lo siguiente:
Cuando estuvimos a salvo [en la isla], nos enteramos de que la misma se llamaba Malta. Sus habitantes nos demostraron una cordialidad nada común y nos recibieron a todos alrededor de un gran fuego que habían encendido a causa de la lluvia y del frío. Pablo recogió unas ramas secas y las echó al fuego. El calor hizo salir una serpiente que se enroscó en su mano. Cuando los habitantes del lugar vieron el reptil enroscado en su mano, comenzaron a decir entre sí: “Este hombre es seguramente un asesino: se ha salvado del mar, y ahora la justicia divina no le permite sobrevivir”. Pero él tiró la serpiente al fuego y no sufrió ningún mal.
Esta escena en la que Pablo es mordido por una serpiente pero no sufre daño alguno ha inspirado a artistas de todos los siglos hasta convertirse en uno de los temas favoritos de la iconografía paulina. Sin embargo, y más importante, este mismo suceso condujo a los hospitalarios locales a entender que su invitado tenía algo de especial. Muchos empezaron a escuchar sus predicaciones (incluyendo Publio, el entonces gobernador romano de la isla, que pronto se convertiría en su primer obispo y santo), y así nació la primera comunidad cristiana de Malta.
Aunque el nacimiento de esta comunidad cristiana sin duda fue favorable, durante los próximos dos, casi tres, siglos, el cristianismo fue considerado ilegal por los emperadores romanos en el poder. Igual que en tierra firme, los primeros cristianos que vivían en el archipiélago tenían que practicar su fe en secreto, ocultos. Los entierros de los fieles fallecidos no eran una excepción. Ya que los entierros en la ciudad solamente eran permitidos a los cultos autorizados por la ley (incluyendo el judaísmo), los cristianos enterraban a los suyos en catacumbas, fuera de los muros de la entonces capital romana de Melite (hoy Mdina).
En la actualidad, las intrincadas y extensas catacumbas de Malta son la evidencia arqueológica más grande del cristianismo primitivo en Malta. De hecho, estos sistemas de catacumbas son de los más grandes de todas las tradiciones cristianas, solamente superados por los encontrados en Roma. Construidas entre los siglos III y VIII, las catacumbas de San Pablo se extienden a lo largo de un área de más de 2.000 metros cuadrados. Según la tradición local, incluso estuvieron conectadas una vez con la cueva de San Pablo, el lugar donde el apóstol buscó refugio inmediato en cuanto llegó a la isla. Cabe señalar, no obstante, que las de San Pablo no son las únicas catacumbas de Malta: las de Santa Águeda, por ejemplo, se componen de más de 500 enterramientos tanto de cristianos como de judíos y paganos; las catacumbas de Ta’ Bistra son las más grandes fuera de la localidad de Rabat (donde se encuentran las de San Pablo y Santa Águeda). Las catacumbas de San Pablo y Ta’ Bistra (y otras catacumbas) son administradas por Heritage Malta, la agencia de patrimonio maltés, mientras que las de Santa Águeda están bajo la responsabilidad de la Sociedad Misionera de San Pablo (M.S.S.P). Heritage Malta también gestiona las catacumbas de San Agustín, Ta’ Mintna, Salina y Abbatija tad-Dejr. La agencia nacional Heritage Malta se encarga de los museos, de las prácticas de conservación y del vasto patrimonio cultural del archipiélago.
En los primeros tiempos, los sepulcros cristianos de Malta se componían principalmente de una profunda abertura rectangular y una o dos cámaras a los lados, donde podían colocarse los cuerpos de forma adecuada con su correspondiente ceremonia. Algunas de estas estructuras, relativamente sencillas, pueden apreciarse aún en las catacumbas. Sin embargo, a lo largo de los siglos, a medida que crecían las comunidades, los cristianos tuvieron que construir cámaras más grandes, incluyendo elementos litúrgicos y devocionales (y no exclusivamente ornamentales) como parte de estas construcciones. Llegaron a tener tantísimas cámaras de este estilo que terminaron uniéndose unas con otras, hasta convertirse en unas catacumbas completas con paredes llenas de elementos iconográficos de profundo simbolismo. Su sistema tan intrincado de túneles subterráneos uniendo una tumba tras otra se conserva en la actualidad y está totalmente abierto al público. Después de una amplia labor de restauración con Heritage Malta (que empezó en 2015 con un presupuesto de unos 4 millones de euros, parcialmente suministrados por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional), estas catacumbas pueden recibir visitas de todos los interesados en explorar esta fascinante tradición mediterránea. Las catacumbas de Santa Águeda se sometieron a restauraciones en 2017 y ya están abiertas también al público.
La habilidad de estos antiguos cristianos malteses para poder cavar estos pasillos y cámaras esculpiendo directamente sobre la piedra caliza bruta es, como poco, impresionante. Los visitantes del complejo principal de San Pablo descubrirán dos salas con columnas talladas en estilo dórico, además de una constante repetición de gravados en estilo jónico que señalan la entrada y las salidas de casi todos los pasillos. Ambas salas contienen unas mesas redondas bien conservadas hechas de roca caliza, colocadas en una plataforma baja con lados inclinados que recuerdan al clásico triclinium (sofá reclinado) de la mayoría de hogares romanos. Estas mesas se usaban probablemente en entierros litúrgicos y, quizás, en las primeras celebraciones eucarísticas.
Estos impresionantes tesoros del cristianismo primitivo pueden visitarse de la siguiente manera:
Las catacumbas de San Pablo abren de jueves a domingo entre las 10:00 y las 16:30, pero a partir del 1 de junio abrirán toda la semana de 10:00 a 17:00; pueden reservarse las entradas en el sitio web de Heritage Malta (como parte de entradas combinadas para visitar otros lugares de la misma zona). Las catacumbas de Bistra, Abbatija tad-Dejr, Salina y San Agustín solo pueden visitarse con cita previa (puedes planear tu visita contactando con Mary Rose Muscat en: mary-rose.b.muscat@gov.mt; y Stephanie Mifsud –ambas representantes de Hertiage Malta– en stephanie.b.mifsud@gov.mt si quieres visitar Ta’ Mintna). Las catacumbas de Santa Águeda deberían estar abiertas a partir del 15 de junio, pero conviene contactar con el hermano Dominic Borg en borgdominic@gmail.com para planificar tu visita.
No te pierdas la galería de imágenes más abajo para disfrutar con algunas fotografías únicas de estas construcciones paleocristianas, de las más importantes del mundo.
Nos gustaría dar las gracias a David Cardona (arqueólogo de campo y director de excavaciones con Heritage Malta) y al hermano Dominic Borg (M.S.S.P), conservador del complejo de Santa Águeda, por suministrarnos la literatura y las imágenes relacionadas con los lugares bajo su responsabilidad.