En el Monasterio de San Millán de Suso (Arriba) vivió el ermitaño san Millán de la Cogolla (473-574) excavado en la pared de la piedra se encuentra el altar más antiguo de España.
Los dos Monasterios el de Yuso (Abajo) y el de Suso (Arriba) son Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO desde 1997. El obispo Braulio escribió una biografía-hagiografía del santo, y Berceo un poema sobre su vida. Además, es este monasterio de Yuso se ha encontrado las “glosas emilianenses”, las primeras palabras escritas en castellano o español, y también, algunas palabras en euskera. Por consecuencia, los monasterios y la herencia lingüística, la Naturaleza que rodea el conjunto hacen de este lugar-entidad una realidad con distintas connotaciones y estructuras significativas. Ahora es un centro vivo de difusión cultural…
Otras fuentes indican que en la Iglesia de Jesús el Nazareno en Pravia, levantada a finales del siglo diecinueve, se guarda una cripta mandada construir por el rey Silo, del siglo VIII, dónde se encuentra un altar del siglo VIII. Para algunos este sería el más antiguo de España.
Quizás vivimos en una época o tiempo en que no podemos entender o comprender que haya habido personas a lo largo de la historia que se han retirado a un monte o bosque y, durante años, hacían penitencia, dolor de los pecados propios y ajenos, mientras reflexionaban-meditaban el misterio de la vida, a la luz del Nazareno. Porque ermitaños y monjes, a lo largo de la humanidad, inspirados por una tradición cultural religiosa o por otra (pero no son los mismos los hinduistas-vedistas, los budistas, las laosianos, etc., que los cristianos).
De este eremita o ermitaño, Emilianus (de ahí derivó el nombre Millán), construyó una pequeña gruta, dónde vivía, después se fueron juntado otros ermitaños, y, a lo largo del tiempo emergió el primitivo monasterio de Suso, o de san Millán de Suso o de Arriba, tuvo varias transformaciones y ampliaciones, y después, creyeron conveniente, realizar otro Monasterio de Yuso o Abajo. Ambos monasterios con sus cambios respectivos debidos a todas las circunstancias de los hombres y de la historia hasta el día de hoy.
Sin entrar en disquisiciones, se puede indicar que en la Península Ibérica, si las tradiciones más antiguas son verdad, el cristianismo ya estaba implantado, aunque fuese muy minoritariamente en el siglo I, sin entrar en las crónicas de si Santiago el Mayor, vino a España, si Saulo o Pablo de Tarso o San también vino, o al menos, envió algunos discípulos. Si entra dentro de la lógica del siglo primero, seguir el mandato evangélico de “·ir a predicar hasta los confines de la tierra”. Desde esa óptica, si pudieron tenerlo en cuenta, y enviar a distintas partes, a los primeros apóstoles o seguidores inmediatos de los primeros apóstoles. Por lo cual, la Península Ibérica, podríamos indicar, incluso sea cual sea nuestra afiliación filosófica-ideológica religiosa o no religiosa, que es un dato, inductivo-deductivo con cierta racionalidad plausible-posible-probable… Además de otras tradiciones-datos-noticias…
Que sea el primer altar que se conserva, el de san Millán de Suso, también es probable, porque ha habido continuidad, por los datos que se dispone, desde el siglo quinto hasta hoy, de ermitaños, después monjes, con distintas reglas, hasta la actualidad, que son frailes agustinos, los que custodian, diríamos la historia y el patrimonio cultural histórico y religioso de esta zona tan singular…
En definitiva, sintéticamente o básicamente, reduciendo posiblemente mucho la cuestión, existen, tres grupos definiciones del ser humano: la primera, es un animal evolucionado (entrarían aquí muchas formulaciones diríamos de la actual biología, es decir, un primate evolucionado), segunda, las que consideran que el ser humano es un animal racional, que no es lo mismo que la anterior (tendría su base en Aristóteles, y todos los que con más matices o menos, las han seguido), y tercera, sería que somos un animal racional con alma-espíritu inmortal (que sería la definición de los monoteísmos occidentales, Tomás de Aquino, Agustín de Hipona, etc.).
Indicamos lo anterior, no por rellenar el papel de un artículo, sino para que nos centremos en lo que estamos analizando-dialogando-deduciendo-induciendo. Si durante siglos y milenios se ha pensado que el ser humano es un ser metafísico, es decir, existe Dios, tenemos alma-espíritu inmortal, hay Juicio Particular, y, existe Cielo e Infierno. Es lógico pensar, que hubiese seres humanos que se retirasen al monte-selva-bosque-grutas-cabañas para meditar-reflexionar-rezar a la luz del Evangelio, aquí en Occidente, para salvar su alma eternamente. O que su alma, su ser más profundo, habitase eternamente al lado del Buen Dios.
Esta concepción ha creado, multitud de conventos, monasterios, eremitorios a lo largo de los siglos, uno de ellos, el que comentamos. Pero, cuándo un ser humano va a un lugar, o se reúnen varios, al ser animales racionales con espíritu, también necesitamos infraestructura material o bienes materiales, también bienes culturales y sociales y psicológicos, y, también bienes espirituales-religiosos. De ahí, que todo monasterio o convento que perdura durante siglos, va dejando una estela de cultura a y en todos los sentidos. Este Monasterio que comentamos es un caso claro de ello. Un espejo para reflexionar sobre nosotros mismos.