Arqueólogos de la Universidad de Tel Aviv han descubierto los hábitos alimenticios de los residentes judíos en Jerusalén durante el período del Segundo Templo, el cual consistía principalmente en ovejas y cabras.
Analizando más de 5.000 huesos de animales desenterrados de un antiguo relleno sanitario en Jerusalén, dentro del área del Parque Nacional Ciudad de David, los investigadores han encontrado que los pollos y las vacas eran una segunda opción para los residentes después de las ovejas y cabras. Animales como palomas y, por supuesto, cerdos, no eran tocados.
La investigación fue llevada a cabo por la candidata a doctora Abra Sapiciarich, bajo la supervisión del Dr. Yuval Gadot y el Dr. Lidar Sapir-Hen, del departamento de arqueología de la Universidad de Tel Aviv. La excavación en la Ciudad de David fue realizada por el Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv en cooperación con la Autoridad de Antigüedades de Israel. Los resultados de la investigación se publicaron la semana pasada en el periódico del Instituto de Arqueología.
“Pasamos tres años desenterrando huesos de animales desechados en el antiguo relleno sa- nitario de Jerusalén”, explicó el Dr. Sapir-Hen. “Eran las sobras de las comidas de los antiguos habitantes de Jerusalén, y nos permitió conocer su estilo de vida. Así aprendimos que aquellos que usaban este vertedero para tirar sus residuos eran gente sencilla y no la élite de la ciudad.
“Las monedas y la arquitectura, por su naturaleza, nos enseñan poco sobre la vida cotidiana de la mayoría de la gente antigua. Los huesos, sin embargo, sirven como una rara ventana social y cultural de su tiempo”.
En cuanto a las conclusiones de estos hallazgos, Sapir-Hen dijo: “Mostramos que los residen- tes de Jerusalén, los que no pertenecían a la élite de la ciudad, comían animales más viejos”, explicando que los huesos que encontraron en el relleno mostraron que no comían carne tierna, de calidad, ni siquiera los cortes de primera calidad, esos se encontraban en vertederos más cercanos al templo, donde vivían los residentes de clase más alta.
Foto: Asaf Peretz
Además, Sapir-Hen dijo que “criar palomas y comerlas se hacía sólo en rituales religiosos, como en el vertedero cercano al Monte del Templo. La basura recogida de los residentes de clase baja no incluía huesos de paloma”.
Sapir-Hen enfatizó que nuestra basura dice mucho sobre nosotros. “Incluso si excavas en la basura que producimos hoy, podrías aprender mucho sobre la apertura social y el comercio del área (autoproducción versus importación), sobre cómo las ideologías, las filosofías y los dogmas dan forma a nuestros hábitos dietéticos (vegetarianismo, veganismo , comiendo kosher) e incluso si somos una sociedad de desperdicio o reciclaje.”