Con 75% de la población declarándose evangélica y 23% católica, Samoa es un Estado soberano de la Polinesia en Oceanía, formado por varias islas, siendo las principales Savai’i y Upolu. Fue parte de Nueva Zelanda hasta 1962.
Temiendo una invasión del Islam, el primer ministro Tuilaepa Malielegaoi explicó que el gobierno está preocupado por las “guerras religiosas” que ocurren actualmente a un nivel global, resultando en guerras civiles dentro de las naciones.
Por eso, el Parlamento de Samoa aprobó recientemente una ley que modifica la Constitución. El país pasó a ser oficialmente un Estado cristiano. Entre los 49 representantes del Parlamento, 43 votaron a favor de la propuesta.
Samoa ya tenía una referencia al cristianismo en la Constitución, afirmando que la acción del gobierno debería estar “dentro de los límites prescritos por los mandamientos de Dios” y también que su sociedad es “basada en principios cristianos”.
Antes, el primer artículo de su Constitución declaraba que “Samoa es fundada en Dios”, pero esa expresión podría aplicarse a todos los grupos religiosos.
Los términos similares son usados por Indonesia, de mayoría musulmana.
En la versión actual, el artículo 1 del texto constitucional establece: “Samoa es una nación cristiana, fundada en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo”, mostrando un entendimiento específicamente cristiano de Dios, sin margen para la interpretación de otros grupos religiosos, gobierno o judiciario .
Curiosamente, ni la Ley Fundamental del Estado de la Ciudad del Vaticano, considerada la Constitución del Vaticano, declara la ciudad-Estado una nación cristiana.
El Islam prohibido
El Secretario General del Consejo de Iglesias de Samoa, pastor Ma’auga Motu, está usando este argumento para pedir que el Islam sea prohibido. El censo de 2001 indica que hay unos 50 musulmanes en el país, representando el 0,03% de la población. Todos frecuentan la única mezquita edificada en las islas.
Otro aspecto que llama la atención es que, con esa alteración constitucional, los líderes samoanos quieren evitar que presiones externas introduzcan cambios significativos en la sociedad local.
Una de las cuestiones planteadas durante los debates en el Parlamento era el reconocimiento de matrimonios entre personas del mismo sexo, algo que ahora fue imposible de aprobar. Con informaciones Christian Post y The Diplomat