Diferentes entidades kurdas, e incluso hostiles entre sí, buscan apoyos y reconocimientos internacionales para los propios planes independentistas. Se proyectan así nuevas incógnitas sobre la condición futura de lo que queda de las comunidades cristianas autóctonas
En el Medio Oriente la deseada derrota militar de los yihadistas del Estado Islámico no parece garantizar rápidas estabilizaciones en los escenarios destrozados por años de guerras y masacres. Mientras tanto, las estrategias de diferentes elementos políticos y militares kurdos, tanto en Irak como en Siria, plantean nuevas incógnitas sobre la futura conformación de las zonas hace poco arrancadas al dominio de los yihadistas. Y también sobre la condición de las pequeñas comunidades cristianas locales, ya marcadas por años de violencias y de fugas forzadas de las propias casas.
La Llanura de Nínive, ¿zona contendida?
Desde la Llanura de Nínive, zona de tradicionales asentamientos de los cristianos autóctonos de Mesopotamia, huyeron decenas de miles de bautizados entre la primavera y el verano de 2014, frente al avance de las milicias del auto-proclamado Estado Islámico. Ahora que esas tierras han sido arrancadas a los yihadistas, se está verificando una vuelta incierta y débil, mientras también el Patriarcado de Babilonia de los Caldeos, la semana pasada, denunció el intento «de poner las manos sobre las ciudades de la Llanura de Nínive, mediante luchas públicas o maniobras ocultas», que «tienen efectos negativos para las poblaciones autóctonas de esta tierra».
En los últimos meses, la Llanura de Nínive se ha convertido, efectivamente, en una zona contendida, involucrada en maniobras políticas de amplio alcance geopolítico, como esa que se relaciona con la posible, en el futuro, proclamación de la independencia de la Región autónoma del Kurdistán iraquí, para la cual el gobierno regional ha convocado a un referéndum el próximo 25 de septiembre. Desde ahora, insistió el Patriarcado caldeo en el comunicado que difundió la semana pasada, en la Llanura de Nínive se vive una forma de «Control/Invasión» que «está cancelando los legítimos derechos de los nativos y que los impulsa a migrar o a excluir la idea de volver a sus casas».
La ofensiva del Presidente kurdo Masud Barzani, con la que pretende granjearse el apoyo de los cristianos para la independencia del Kurdistán iraquí, lleva ya por lo menos un año con ritmos férreos. El 16 de julio de 2016, el líder kurdo prometió a algunos representantes políticos cristianos, por él convocados a Erbil, la plena autodeterminación político-administrativa para las comunidades cristianas concentradas en la Llanura de Nínive, y también planteó un sondeo local para permitir que los habitantes de esta entidad administrativa autónoma eligieran el propio marco político bajo el gobierno futuro del Kurdistán iraquí independiente, en lugar de continuar bajo el gobierno central de Baghdad.
De esta manera, para ganarse el apoyo de los cristianos a sus planes independentistas, los líderes kurdos de Erbil hicieron resurgir el viejo sueño de crear en la Llanura de Nínive una “homeland” reservada a los cristianos, relativamente autónoma a nivel político y administrativo. Pero también pueden recordar el compromiso del gobierno regional para ayudar y acoger a los prófugos cristianos que huyeron de Mosul y de las ciudades y aldeas de la Llanura durante la ocupación yihadista. En situaciones locales, los métodos utilizados por los kurdos para que los cristianos perciban su fuerza son más ásperos: el 13 de abril de 2016, cientos de cristianos sirios y asirios de la zona de Dohuk protestaron en Erbil frente al Parlamento de la Región autónoma del Kurdistán iraquí, denunciando las expropiaciones ilegales de sus bienes inmuebles a lo largo de los últimos años y no por parte de los yihadistas de Daesh, sino de influyentes personajes kurdos, denunciados en varias ocasiones y sin ningún resultado en los tribunales competentes. En estos días también han explotado las protestas espontáneas de los cristianos de Alqosh, la pequeña ciudad en la que el Consejo de la Provincia iraquí de Nínive destituyó al alcalde cristiano Abdul Micha (acusado de corrupción) y los sustituyó con un dirigente político local vinculado con el Partido Democrático del Kurdistán (PDK). La destitución fue dispuesta por Bashar al Kiki, a la cabeza del Consejo provincial de Nínive y también miembro del PDK.
Las variopintas presiones kurdas también llegan a Europa y al Vaticano. El 11 de julio pasado, el presidente Barzani se reunió en Bruselas con algunos representantes del Parlamento europeo para pedir apoyo o, por lo menos, neutralidad ante el referéndum independentista, obviamente rechazado por el gobierno central iraquí. El líder kurdo afirmó en Bruselas el compromiso a respetar la autodeterminación de las poblaciones de la Llanura de Nínive. Mientras Rezan Qader, representante kurda del gobierno regional de Erbil en Italia, en una entrevista publicada el 21 de junio por la Agencia BasNews, aseguró también que en el Vaticano «tienen una percepción positiva de los kurdos» e incluso que el Papa Francisco «ha hecho llamados a la comunidad internacional para que apoye a los kurdos, puesto que los Peshmerga (los milicianos kurdos en Irak, ndr.) combaten por cuenta de la comunidad internacional».
La partida kurda en Siria
La «cuestión kurda» siempre ha sido complicada y no ha estado exenta de contubernios, divisiones y hostilidades que se registran entre las diferentes entidades políticas kurdas desperdigadas entre Irak, Irán, Siria y Turquía.
En los escenarios de guerra sirios, muchas milicias kurdas han recibido armas y artillería de la formación apoyada por Estados Unidos. Además, es kurda la mayor parte de los milicianos de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), el grupo más conocido del frente anti-Assad apoyado por Estados Unidos. En cambio, en el noreste de Siria, militantes y milicianos del Partido Democrático Kurdo (PYD) representan el brazo sirio del Partiya Karkeren Kurdistan (PKK), arraigado en la cercana Turquía. En los últimos tiempos también ellos comenzaron a poner en práctica sus intenciones (incubadas durante años) de crear una región autónoma kurda en la región siria de Jazira, que en los medios de comunicación kurdos ya es indicada con el nombre kurdo de Rojava. En la provincia de Hassaké, en el noreste de Siria, la auto-proclamada administración autónoma de Rojava ha comenzado a aplicar un sistema de impuestos locales para subvencionar los servicios públicos en la región, sin negociar esta iniciativa con el gibierno de Damasco. «Además de tratar de imponer este nuevo sistema de impuestos», dijo a la agencia Fides el arzobispo siro-católico Jacques Behnan Hindo, los del PYD también han cerrados las ecuelas. La mitad se han convertido en cuarteles y en las otras dijeron querer introducir nuevos programas escolares que serán en lengua kurda». Según Hindo, que guía la archieparquía siro-católica de Hassaké-Nisibi, «los militantes kurdos del PYD se sienten fuertes porque creen que cuentan con el apoyo de Estados Unidos. Yo les advertí: “Vean que los estadounidenses, tarde o temprano, se van a ir, y ustedes van a estar peor que antes”». Los grupos kurdos que se han organizado en el noreste de Siria, vinculados con el PKK, dicen que aspiran solamente a una mayor autonomía local, y no ven con buenos ojos a los kurdos de Masud Barzani, que en Irak están marchando hacia el referéndum para proclamar la independencia del Kurdistán iraquí. En los complejos juegos políticos que se entrelazan alrededor de la estabilidad y la futura conformación de la región, los cristianos (como dijo una vez el Patriarca caldeo Louis Raphael Sako) corren el peligro de ser «utilizados como moneda de cambio» por las fuerzas globales y regionales que participan en la contienda.