Las autoridades chinas han derribado dos iglesias en el último mes alegando que se trataban de construcciones ilegales, lo que ha suscitado una gran preocupación entre la comunidad cristiana en el país asiático.

La iglesia del Candelero Dorado, en la ciudad de Linfen (provincia norteña de Shanxi), fue demolida el pasado martes con explosivos, según la organización China Aid, que coordina una amplia red de activistas y cristianos clandestinos chinos.

Algunos líderes de ese templo, construido en 2009 y que había sido amenazado con anterioridad con ser demolido por no estar registrado, «han sido encarcelados de uno a siete años simplemente por servir a su iglesia».

«La continua persecución a la iglesia del Candelero Dorado demuestra que el Gobierno chino no respeta la libertad religiosa o los derechos humanos», afirmó el presidente de China Aid, Bob Fu, en un comunicado.

Algunos internautas han criticado la demolición, aunque poco después los comentarios han sido bloqueados por la censura china.

El de la iglesia del Candelero Dorado es el segundo derribo en el último mes, ya que el pasado 27 de diciembre otra iglesia fue destruida en la ciudad de Xian, en la provincia central de Shaanxi.

Entonces, las autoridades enviaron a funcionarios y maquinaria pesada a la iglesia, donde, antes de demoler el edificio, se llevaron el altar y otros objetos religiosos.

En señal de protesta, un centenar de personas se concentó frente a las oficinas del gobierno local con pancartas como «Proteged el derecho a la libertad religiosa» y con gritos de «Libertad de religión», añadió China Aid.

Una semana antes de la demolición, las autoridades ya habían cerrado la iglesia y prohibieron la entrada a los fieles tras informar de que se trataba de una «construcción ilegal» y que iba a ser derribada.

China Aid denunció que el Gobierno chino ha emprendido en repetidas ocasiones acciones contra las iglesias que se niegan a registrarse para evitar el control gubernamental.

Así, alertó de la preocupación que existe entre la comunidad cristiana ante la posibilidad de que el Gobierno empiece a ordenar la destrucción masiva de edificios religiosos en todo el país con la nueva legislación para religiones que entrará en vigor el próximo mes.

En China existen entre ocho y doce millones de católicos divididos entre los pertenecientes a la Iglesia oficial «Patriótica», controlada por el Gobierno comunista, y la clandestina, en comunión con Roma y perseguida por Pekín, además de un número desconocido de cristianos de diversas confesiones protestantes.

Durante el Gobierno del actual presidente chino, Xi Jinping, ha habido un aumento de las presiones del régimen contra las creencias religiosas, como la retirada masiva de cruces cristianas en el este del país o numerosas medidas de limitación de la fe islámica en el noroeste, bajo la excusa de la lucha contra el yihadismo.