Valentín Muro comentaba, en un artículo de su newsletter, sobre la importancia de los abrazos. Una de las citas que utiliza para referirse a ella es la carta que Albert Camus (filósofo y novelista francés) escribió a uno de sus maestros de la infancia.

En ella, “Te abrazo con todo mi corazón”, el francés menciona que, con un abrazo, lo que dice, sin palabras, es lo que la persona ha sido y sigue siendo para él.

Abrazar, es, por tanto, bajo esta óptica, relevante porque con esto se expresa la gratitud y el efecto hacia el receptor.

Pero hay algo curioso en todo esto y es dónde me quiero detener.

Valentín Muro dice, con razón, que no siempre abrazamos como deberíamos: con el corazón.

Muchas veces lo hacemos solo por compromiso, o en la típica formalidad de nuestra firma de correo o como despedida en un mensaje de WhatsApp. En contadas ocasiones un “abrazo” realmente se siente y se da con el alma.

¿Qué produce uno de ellos?

Sin duda muchas cosas.

Es, para empezar, una forma de “romper” ese espacio vital el cual solemos celosamente guardar y raramente permitir que alguien viole. Estar con alguien, a menos de cinco centímetros de distancia, es un “privilegio” que cedemos solo a quiénes considéranos importantes, o a quiénes apreciamos. Así que el simple hecho de abrazar o dejarse abrazar es un paso más a la cercanía con alguien.

Un segundo punto es lo que ocasiona sentimentalmente hablando.

Curiosamente cuando más tristes nos sentimos, o incluso cuando la rabia se apodera de nosotros, un abrazo nos fractura. Es decir, cuándo lo recibimos, inmediatamente se produce un “algo” que opaca aquello que experimentábamos.

Es, como una forma, metafóricamente hablando, de romper el circuito eléctrico de emociones.

Los abrazos, sugiere Valentín Muro, son “como alfileres que se van anclando en el mapa de nuestros recuerdos […] para que podamos volver a ese momento en que dos personas se vuelven reales.”

Entonces ¿por qué es importante que sean sinceros?

Precisamente por los dos puntos anteriores.

Si queremos realmente impactar en la vida de alguien, hacernos “real” para quién decidimos abrazar (por equis o ye motivo) necesitamos sentirlo de verdad.

Atravesar esa “barrera” implica, debería de, un costo. Es decir, si ya alguien nos permite entrometernos en su espacio vital lo mínimo que deberíamos de hacer es ser sinceros, dar ese abrazo con el corazón.

Ahora, por su parte, viene lo que provoca como tal dar un abrazo.

Si somos consientes de esto, y si de verdad queremos no solo “cumplir” sino impactar y que nuestro gesto sirva para algo, hacerlo con el corazón lo garantizará pero, sobretodo, logrará que quién lo recibe pueda, en algún momento, recordar ese instante y, por tanto, con ello trascendemos en la vida alguien.

Es por eso que expresar o decir que queremos o nos importa alguien, en cualquier momento, es importante porque nunca sabremos cuándo será tarde…

Y callar nunca es una opción adecuada.