Aunque no es creyente, la polémica periodista y escritora Pilar Rahola es una defensora de los creyentes y de la gente que decide vivir su fe, lo que la decidió a querer ser un altavoz de los cristianos perseguidos.
Esto es lo que la llevó a escribir «S.O.S. cristianos», libro que acaba de presentar en la iglesia de Santa María del Mar, de Barcelona, con la presencia del arzobispo de Barcelona, el cardenal Juan José Omella, y del periodista Josep Cuní.
Una persecución poco conocida
“Hacía siglos que el cristianismo no estaba tan perseguido como hoy. Desde la época de las catacumbas no había un intento masivo, organizado e impune de acabar con comunidades cristianas enteras”, afirmó Rahola.
Durante la presentación del libro a los medios de comunicación, la escritora aseguró que este libro describe con crudeza y dimensión ética una realidad que está silenciada en Occidente. “Me sorprendió la dimensión de un drama que no encontraba lugar en la prensa y, por eso, decidí escribir una obra de denuncia, que diera luz a la represión cristiana escondida en Cataluña y el mundo hispánico a pesar de haber sido denunciada varias veces por el papa Francisco y comunidades anglosajonas evangélicas”.
Según Rahola, «S.O.S. cristianos» se centra en la persecución que sufren las comunidades cristianas, las que viven con pocos recursos o bajo costumbres ancestrales y que, a su vez, se encuentran asentadas en países gobernados por un poder islámico que aplica la sharia o en estados gobernados por un nacionalismo exacerbado o un odio a Occidente.
La cristianofobia de Occidente
De este modo denuncia que “coptos, asirios, siriacos, ortodoxos, protestantes y también católicos sufren el estigma de la cruz por todo el mundo. No sólo en países islamistas radicales sino también en países que forman parte de las Naciones Unidas”.
En las páginas del libro se relatan las matanzas, persecuciones y discriminaciones perpetradas contra las minorías cristianas en países como Egipto, la India, Pakistán, Irak o Arabia Saudita.
Rahola acusa a los medios de comunicación occidentales de no dar suficiente voz a la situación, pero también a la sociedad en general, que –argumenta– vive inmersa en una cristianofobia sutil, dominada por el pensamiento de lo “políticamente correcto”, sea cual fuere su ideología. “La derecha desconoce esta represión porque asocia el cristianismo y el catolicismo a Occidente: así las comunidades pobres y ancestrales le resultan lejanas y exóticas. La izquierda vincula el cristianismo y el catolicismo al poder y por esta razón le resulta difícil verlo como víctima”.
Además, cree que en Occidente ha triunfado el racionalismo por encima de la religión: “Hoy, la razón lo explica todo y la religión queda afuera. Aunque la separación del Estado y la religión sea buena y la liturgia pertenezca a la comunidad cristiana, la persecución de la fe cristiana nos pertenece a todos. Por eso, el libro no lo tenía que hacer un creyente sino alguien que mirara el problema desde una vertiente ética”.