El 18 de junio de dos mil dieciocho se dio a conocer que la OMS (Organización Mundial de la Salud) reconocería, a partir del dos mil veintidós, en su catálogo de enfermedades mentales, la adicción a los videojuegos como un transtorno mental.
Claramente existen muchas aristas para que alguien pueda ser catalogado como «enfermo» a los videojuegos, entre ellos está el ser dependiente totalmente del entretenimiento digital (al grado de dejar de comer, ir a trabajar o bañarse) pero fue algo curioso que en medio de este contexto, estaba jugando el prólogo del juego Octapad Traveler, un JRPG para la Nintendo Switch, y durante el gameplay un diálogo de uno de los ocho protagonistas llamó mi atención:
«No pasa nada por no conocer una respuesta, siempre y cuando se conserve el deseo de aprender
La última frase de la oración es, evidentemente, la que origina este artículo: conservar el deseo por aprender.
Vivimos en una sociedad, y en un contexto cultural, que está acostumbrado a solo estudiar los años que marcan la escuela. Si bien en contadas ocasiones algunos deciden ir más allá del grado universitario (con maestría o doctorados) la gran mayoría solo se quedan, si es que concluyen, con lo que según dicta la sociedad, es lo básico y necesario.
Además, si esto no fuera triste, quiénes optar por seguir preparándose, por siempre estar «en la escuela» o «estudiando» no son bien vistos ya que el mundo considera que el estudio es solo para jóvenes y/o adolescentes.
Si estudias, si decides hacerlo siendo mayor, es visto como si te faltara madurar.
Por eso toma importancia singular la frase del videojuego.
El contexto del videojuego es ir siempre por lo que desconozco (invita a sus protagonistas a ello) y buscar nunca quedarse con la duda y aprender cosas nuevas.
Lo importante no es el saber las cosas sino el querer saberlas.
La vida es una enorme Universidad. De lo más pequeño puedes aprender y nunca podrás decir que sabes todo de todo…. siempre hay espacio para saber más, y si no, vivimos en un mundo que se actualiza tan rápido que, mañana, algo nuevo habrá cambiado o será descubierto.
No te tomes tan apecho que acabar la escuela terminar de estudiar. No pienses que existe una edad límite para seguir descubriendo cosas nuevas. No pierdas tu deseo por aprender.